INTOLERANCIA

¿Alguna vez te ha pasado que te despiertas con la mejor actitud del mundo, con el tiempo de sobra para tomar un desayuno nutritivo y salir a tiempo de casa, pero justo cuando vas escuchando tu disco favorito entre el tráfico, no falta la persona que te aviente el carro o te grite groserías porque no lo dejaste “meter” a la fila? Y claro, después de esto tu humor cambia radicalmente, y lo que resta de tu día se ve afectado por ese momento casi imperceptible e insignificante. Puedo darte otro ejemplo, un momento que estoy segura lo hemos vivido todos aunque sea una vez en nuestra vida, cuando vamos a realizar un trámite y te topas con un servidor público que siempre esta de malas, al que no le interesa trabajar ni atenderte con una buena actitud, ni mucho menos resolverte el problema; obviamente, uno siente impotencia y enojo al mismo tiempo, y lo primero que decimos es: “Si no te gusta tu trabajo, no es mi culpa”. Y así, puedo ir relatando muchas historias de la vida diaria, en donde tenemos disgustos; tanto con personas desconocidas, como conocidas. Pero, la pregunta es ¿por qué la sociedad se ha vuelto tan intolerante?

Actualmente estamos viviendo en una sociedad de estrés y descortesía. La gente no es empática con sus semejantes, y por lo mismo, vivimos a la defensiva día a día. No somos capaces de dar una sonrisa a un desconocido, ni mucho menos una ayuda a un minusválido o a alguien que la necesite. No con esto estoy diciendo que todos seamos iguales, ni generalizo. Pero seamos honestos, la mayoría de las personas nos hemos vuelto más intolerantes por las malas experiencias que hemos sufrido; en pocas palabras, ya no nos queremos “dejar” de nadie. Esta intolerancia ha sido alimentada en gran parte por la economía y la inseguridad del país, y también me atrevo a pensar que por la falta de fe espiritual y de principios. Gracias a ello nos hemos vuelto ensimismados, egoístas e indolentes con la gente ajena a nuestra familia, aunque muchas veces, entre la misma familia se ven casos peores. Esto se ha convertido en una batalla de supervivencia, en donde lo importante es “salirse con la suya”, sin importar quien salga perjudicado.

Temo que esta situación se vuelva más incontrolable. Veo un mundo sin amor al prójimo, veo familias disgregadas con falta de principios y valores, veo niños enojados con la vida por la falta de amor y guía en su casa, veo señores sin trabajo desesperados por alimentar a su familia, veo jóvenes desalentados por la falta de oportunidades, y al mismo tiempo, deseosos de las cosas materiales que el marketing les ha vendido como una necesidad, veo amas de casa muriendo de soledad y ancianos que hacen a un lado cual mueble, veo personas prepotentes y avariciosas que usan a la gente cual objeto, veo tipos que no les importa matar por unos pesos, y también veo con profunda tristeza, como destrozamos sin piedad nuestra herencia divina que es la Tierra; y lo único que importa, es TENER sin importar cómo.

Todos tenemos la libertad de ser como queremos ser, pero no entiendo porque no queremos trabajar

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