ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Juicios


Enviado por   •  13 de Mayo de 2013  •  Tesis  •  11.284 Palabras (46 Páginas)  •  309 Visitas

Página 1 de 46

CAPITULO 4:

DE LOS JUICIOS'

El supuesto de que el lenguaje describe la realidad nos hace comúnmente considerar la

aseveración «IBM es una compañía de computación» como del mismo tipo que «IBM es la

compañía de mayor prestigio en la industria de la computación». En efecto, se ven muy

parecidas. Desde el punto de vista de su estructura formal ambas atribuyen propiedades a

IBM; ambas parecen estar describiendo a IBM. La única diferencia parece ser una de

contenido: las propiedades de las que hablan son diferentes. En un caso, hablamos acerca de

la propiedad de ser «una compañía de computación» y en la otra, de ser «la más prestigiosa

compañía en la industria de la computación».

Lo mismo sucede cuando hablamos de las personas. Frecuentemente tratamos las

aseveraciones «Isabel es una ciudadana venezolana» e «Isabel es una ejecutiva muy

eficiente» como equivalentes. Seguimos suponiendo que ambas proposiciones hablan de las

propiedades o cualidades de Isabel y que, por lo tanto, la describen.

No desconocemos que desde el punto de vista de su contenido hacemos normalmente

una distinción. Solemos decir que la primera proposición remite a lo que llamamos «hechos»,

mientras que la segunda implica un «juicio de valor». Reconocemos así, que la segunda representa

una opinión y que, en materia de opiniones, a diferencia de lo que sucede con los

hechos, no cabe esperar el mismo grado de concordancia. Esta diferencia en el contenido, sin

embargo, no es lo suficientemente profunda como para diferenciar de manera radical la forma

como tratamos hechos, valores u opiniones.1

Por siglos hemos tratado estos enunciados de manera similar. Hemos considerado la

aseveración «Juan mide un metro y ochenta centímetros» como equivalente a «Juan es

bueno». Por lo tanto, hemos investigado qué es bueno (o qué es justo, sabio, bello,

verdadero, etcétera) de la misma forma en que podríamos investigar qué significa medir un

metro y ochenta centímetros y, por lo tanto, suponiendo que cuando hablamos de valores

estamos haciendo referencia a una medida objetiva, independiente de quien habla. Muchas

de nuestras concepciones acerca del bien y el mal, acerca de la justicia, sabiduría, belleza y

verdad, etcétera, están basadas precisamente en el supuesto de que podemos tratarlas en

forma objetiva, con independencia del observador que hace la aseveración.

Muchas de las interrogantes que han preocupado a la filosofía derivan, precisamente, del

hecho de que no siempre estas aseveraciones se han diferenciado. Bertrand Russell dijo una

vez que la mayoría de los problemas filosóficos tienen su raíz en errores lógicos o gramaticales.

Estos son algunos de ellos. Ludwig Wittgenstein reiteró una idea similar cuando sostuvo

que los problemas filosóficos surgen cuando el lenguaje «se va de vacaciones». Muchos

laberintos metafísicos que nos han confundido por siglos se han producido por no distinguir

tajantemente estos dos tipos de aseveraciones.

* Estoy agradecido al Dr. Fernando Flores y a Business Design Associates, propietarios de los derechos de autor de

trabajos en los que se basa este segmento, por permitirme gentilmente hacer uso en este libro de largas secciones de tales

trabajos.

1 La excepción más importante a este respecto la representa la práctica legal donde, desde hace mucho tiempo, se ha

reconocido -más en la práctica misma, que en la teoría- el carácter activo y generativo del lenguaje. Hechos y opiniones

tienen un tratamiento muy distinto al interior de un juicio legal.

El supuesto de que el lenguaje describe la realidad nos hace comúnmente considerar la

aseveración «IBM es una compañía de computación» como del mismo tipo que «IBM es la

compañía de mayor prestigio en la industria de la computación». En efecto, se ven muy

parecidas. Desde el punto de vista de su estructura formal ambas atribuyen propiedades a

IBM; ambas parecen estar describiendo a IBM. La única diferencia parece ser una de

contenido: las propiedades de las que hablan son diferentes. En un caso, hablamos acerca de

la propiedad de ser «una compañía de computación» y en la otra, de ser «la más prestigiosa

compañía en la industria de la computación».

Lo mismo sucede cuando hablamos de las personas. Frecuentemente tratamos las

aseveraciones «Isabel es una ciudadana venezolana» e «Isabel es una ejecutiva muy

eficiente» como equivalentes. Seguimos suponiendo que ambas proposiciones hablan de las

propiedades o cualidades de Isabel y que, por lo tanto, la describen.

No desconocemos que desde el punto de vista de su contenido hacemos normalmente

una distinción. Solemos decir que la primera proposición remite a lo que llamamos «hechos»,

mientras que la segunda implica un «juicio de valor». Reconocemos así, que la segunda representa

una opinión y que, en materia de opiniones, a diferencia de lo que sucede con los

hechos, no cabe esperar el mismo grado de concordancia. Esta diferencia en el contenido, sin

embargo, no es lo suficientemente profunda como para diferenciar de manera radical la forma

como tratamos hechos, valores u opiniones.1

Por siglos hemos tratado estos enunciados de manera similar. Hemos considerado la

aseveración «Juan mide un metro y ochenta centímetros» como equivalente a «Juan es

bueno». Por lo tanto, hemos investigado qué es bueno (o qué es justo, sabio, bello,

verdadero, etcétera) de la misma forma en que podríamos investigar qué significa medir un

metro y ochenta centímetros y, por lo tanto, suponiendo que cuando hablamos de valores

estamos haciendo referencia a una medida objetiva, independiente de quien habla. Muchas

de nuestras concepciones acerca del bien y el mal, acerca de la justicia, sabiduría, belleza y

verdad, etcétera, están basadas precisamente en el supuesto de que podemos tratarlas en

forma objetiva, con independencia del observador que hace la aseveración.

Muchas de las interrogantes que han preocupado a la filosofía derivan, precisamente, del

hecho de que no siempre estas aseveraciones se han diferenciado. Bertrand Russell dijo una

vez que la mayoría de los problemas filosóficos tienen su raíz en errores lógicos o gramaticales.

Estos son algunos de ellos. Ludwig Wittgenstein reiteró una idea

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (73 Kb)
Leer 45 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com