La Infancia Por Philip Aries

Para poder explicar el origen de la infancia debemos remontarnos al siglo XI, al arte medieval y a una sociedad basta donde esta etapa era totalmente desconocida, donde no se tenía interés ni importancia alguna por los niños y donde eran tratados naturalmente como un adulto desde muy corta edad.

La infancia, en ese momento de la historia, era considerada un cambio de estado del hombre, un pasaje de la vida (niño a adulto) el cual se perdía rápidamente, casi sin dar cuenta en la memoria y que solo ocasionaba una gran pérdida de tiempo en el sujeto.

Durante largos siglos (desde el s.XIII al s.XV) éste pensamiento se fue modificando, y la idea primera de padecimiento de la infancia se fue diluyendo.. En ese período surgen diversas representaciones de la infancia casi siempre junto a una concepción eclesiástica: aparece primeramente el ángel (adolescente) y luego la figura del Niño Jesús, ligada a la madre y en escenas familiares; se comienzan a diferenciar allí rasgos infantiles en los niños a los que luego se suman las imágenes de la Virgen pequeña y otros tantos niños Santos.

Es importante destacar que en esta época la demografía existente imponía a las familias que se desligaran de varios de los niños que habían engendrado, la sociedad se tornaba muy insensible; pero esa tendencia va desapareciendo hacia el siglo XVIII con la toma de conciencia que genera la limitación de la natalidad y los métodos anticonceptivos. Terminando el siglo XV, se crea la iconografía laica, que expande cada más figuras de niños en la vida cotidiana; sin embargo siempre aparecían acompañados por adultos, como era común que sucediera en la realidad ya sea trabajando o jugando. Paulatinamente, los niños comienzan a ser agradables a la vista de los adultos, y es aquí donde el retrato se divulga como objeto de recuerdo de los niños en su infancia. Aun así, el retrato familiar termina de generalizarse en el siglo XVII donde el niño se configura tanto en familia como con otros niños o sólo.

Durante este siglo la saciedad social se vincula con la preocupación de la mortalidad infantil y dentro de este contexto nace el retrato del niño desnudo (el putto) el cual se fecunda con las decoraciones de tapices y logra un papel sumamente importante a favor de la infancia que promueve el agrado social de la misma. Los factores importantes se desarrollan con el empleo del vocabulario infantil, con la forma de hablar rápido y mal de los niños, abundan nuevos nombres para referirse a ellos (bambin, nene, chavo), se produce el descubrimiento de la niñez y con él, la evolución de la primera infancia considerando al niño algo así como el eje articulador de la familia.

La estructura demográfica de la escuela medieval se organiza de diversas maneras dependiendo su ubicación geográfica. Generalmente, el niño ingresaba al colegio alrededor de los diez años de edad, aún sin tener conocimientos previos, y continuaba en ella hasta los 15 años (edad fijada luego de varias reformas); luego se especializaba en Teología, Derecho o Medicina en la Universidad. Las escuelas no contaban con una gradación de programas y las condiciones en la que se ejercía la enseñanza eran muy precarias. Los jesuitas, por su parte, fueron los encargados de proporcionar un mayor prestigio a los profesores, los que en varias oportunidades criaban a los alumnos en sus propias casas y se ocupaban de conseguir un lugar donde poder brindar sus clases.

En la Edad Media, no se tenía en cuenta la recíproca relación

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