Las Cuatro Destrezas Lenguaje Escrito
Enviado por anguzman • 22 de Junio de 2015 • 1.846 Palabras (8 Páginas) • 302 Visitas
. ¿Qué es saber escribir?
En la sociedad actual, podemos decir que alguien sabe escribir cuando sabe comunicarse de forma efectiva por escrito, dicho de otro modo, cuando es capaz de producir un texto escrito adaptado a una situación comunicativa concreta. Por lo tanto, saber escribir incluye:
a) Por una parte, dominar una serie de procedimientos psicomotrices (trazo de las letras, caligrafía) y cognitivos (planificar el escrito – generar ideas, seleccionar y ordenar la información–, revisarlo, reformularlo).
b) Por otra parte, también implica poseer ciertos conocimientos lingüísticos: sobre gramática –ortografía, sintaxis, léxico–, sobre qué es un texto –cómo se ordenan los párrafos, cómo se logra la cohesión textual, etc.–, sobre estilo, e incluso sobre retórica, etc.
c) Además, saber escribir implica poseer cierta actitud hacia la cultura impresa y hacia la figura de uno mismo como escritor (en sentido amplio).
Este último aspecto, el de las actitudes, incluye varios aspectos importantes. El primero tiene que ver con el interés y la motivación por escribir: ¿Qué siente el niño o adolescente al escribir? ¿le gusta? ¿se lo pasa bien? ¿se siente escritor o redactor? ¿se imagina a él mismo escribiendo? ¿tiene algo que decir a través de la escritura? Si la respuesta a estas preguntas es negativa, las propuestas didácticas del maestro deberán ir encaminadas a vencer el desinterés y la desmotivación como primer paso necesario para poder adquirir el código escrito. El niño debe descubrir sus propios intereses hacia la escritura (¿para qué me gustaría escribir? ¿para qué lo podría utilizar?: para plasmar lo que guarda mi imaginación, para comunicarme con amigos, para crear cómics, para narrar en el periódico de la escuela el último partido que he visto…). Es interesante plantearse cómo vive el alumno los ejercicios de redacción que le encargan en el colegio: ¿Son propuestas para expresar sus pensamientos, sentimientos u opiniones, o para proyectar su imaginación? ¿o son simples instrucciones desvinculadas de sus intereses y motivaciones, es decir, ejercicios que se deben hacer por obligación?
El segundo aspecto importante tiene que ver con los valores y opiniones que el individuo tiene sobre la lengua escrita. Preguntas como las siguientes desenmascaran valores subyacentes: ¿Qué es más grave, hacer tres faltas de ortografía (acentos, b/v, etc.) u olvidarse una idea importante en el escrito? ¿qué es mejor: un estilo formal y complejo, o uno coloquial?
Somos de la opinión de que olvidar una idea o usar un estilo formal que no se maneja bien puede truncar mucho más el éxito de la comunicación que hacer tres faltas de ortografía o emplear una redacción sencilla. A pesar de todo, la mayoría de los alumnos (y de los profesores, e incluso la sociedad) considera más grave olvidarse tres acentos y mantiene la creencia de que un estilo elevado y formal demuestra más ‘sabiduría’ sobre el tema que se trata. Estos prejuicios no favorecen en absoluto el desarrollo de la expresión escrita, sobre todo de los estudiantes jóvenes que se inician en la tarea de escribir: una preocupación excesiva por buscar construcciones gramaticales complejas (subordinadas, etc.) o un léxico excesivamente formal puede dejar de lado el trabajar la cohesión del texto, la relación entre las ideas o incluso la originalidad del escrito; aspectos más motivadores al escribir y que deben tenerse muy en cuenta en las etapas iniciales de la escritura. Esto no quiere decir que la ortografía no sea importante, o que no debamos saber cuándo emplear “lo cual”, lo que quiere decir es que estos no son los ÚNICOS aspectos que han de preocupar al maestro, y mucho menos en las etapas iniciales de la enseñanza de la escritura.
En tercer lugar, existen también prejuicios extendidos sobre el proceso de composición de escritos. Los alumnos suelen concebir la escritura como un acto automático de rellenar una hoja, y se lanzan a escribir línea a línea, sin haber reflexionado previamente sobre el texto en su conjunto, sobre lo que quieren decir y cómo lo van a organizar. Generalmente, además, no se revisa el texto y no se corrige.
Del mismo modo, los maestros suelen poner demasiado énfasis en el producto final, sin prestar atención a las distintas fases de la escritura. Sin embargo, hay que prestar atención a la fase de buscar y ordenar las ideas, hacer borradores, revisar el primer borrador y reformular y corregir.
2. El proceso de composición
Investigaciones recientes han mostrado que los alumnos que mejor dominan el proceso de composición, los más competentes en expresión escrita, utilizan unas estrategias de composición parecidas. El conjunto de esas estrategias define el perfil del escritor competente.
3. Modelo de composición escrita
El conjunto de estrategias y procesos que caracterizan a los “escritores” competentes ha permitido elaborar un modelo teórico del proceso de composición y de las estrategias cognitivas que se activan en este proceso (Flower y Hayes, 1980, 1981).
Ante estos hechos, nos parece claro que alguien robó el coche y lo aparcó algo más tarde en la misma calle Ferran, en una zona prohibida. Por lo tanto, nos parece injusto tener que pagar las multas de una infracción que no hemos cometido y decidimos actuar. De este modo, se genera una situación comunicativa real y una necesidad de genera un texto escrito: una instancia. El tema de la comunicación es la infracción y los hechos sucedidos; el destinatario del texto, los empleados municipales y el objetivo: no pagar las multas.
Desde el momento en que decidimos escribir una instancia, los procesos cognitivos de composición se activan. La memoria a largo plazo, que, dicho burdamente, es el almacén mental donde guardamos todos los conocimientos que poseemos, nos proporciona informaciones variadas para generar un texto adecuado a la situación. De hecho, ya ha participado en la decisión de escribir la instancia,
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