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Las Meninas


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2015  •  Ensayo  •  593 Palabras (3 Páginas)  •  159 Visitas

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LAS MENINAS

El cuadro de las meninas se describe como toda una serie de representaciones invisibles, de juegos, de ocultaciones y de saberes no develados; pareciera que el autor del cuadro está basando su obra en nuestra interpretación, en la interpretación de quien lo ve, en la mirada del espectador que es la que terminará de dibujar el cuadro para alcanzar la completud que nos hará cómplices de una historia que nos envolverá en un pasado encargado de predecir el futuro que el tiempo se facultará de hacer presente.

El tema central del cuadro a primera vista es la infanta Margarita y sus meninas, lo cual es una adulación a la entrega del poder y un desdén al poder central que imperaba en ese momento, lo cual acentúa con la tímida imagen de los reyes en el espejo del fondo. Pero también es posible que los reyes sean el motivo del lienzo que Velázquez pinta dentro del cuadro y que entonces todos los ahí presentes estén rindiendo homenaje a ellos, a lo cual con todo y eso, podría pensarse en la minimización de los monarcas dentro del contexto de la pintura, o también podría verse como un simple recuerdo de lo que pasarán a ser, inmortalizados por el mismo Velázquez quien les regala el epitafio.

Es complejo tener una certidumbre sobre lo que el cuadro pretende, y más para alguien no inmiscuido en el arte de la pintura como yo, cegado ante lo transparente debido a la costumbre y solo apoyado en algunos textos de referencia; sin embargo es esa misma incertidumbre que me obsequia el cuadro, la que me hace sentirme intrigado sobre las pretensiones del autor, sobre esa muy probable trama premeditada que nos atrapa para nunca dejarnos saber la verdad, una verdad que quizá nunca lo sea del todo y que siempre haya formado parte de nuestra inconclusa razón a saber del autor.

Lo que el pintor dentro del cuadro ve, no podemos verlo nosotros, ni siquiera si somos nosotros mismos o si es el modelo que posa frente a él, un elemento que completa la parcialidad intencionada y que de nuevo juega con nosotros. Pero el pintor externo tampoco nos ve, pero sabe que lo veremos, y al igual que el interno, nos hacen sentir ese momento en el que todo se detiene, y no se sabe si ha terminado o apenas comienza, y nos deja ver la luz y nos deja sentir en la oscuridad de los trazos tenues que dibujan la importancia allá en el fondo, en un espejo, en su mínimo esplendor para invitarnos a inscribir nuestros deseos en la novedad de la sangre nueva.

El cuadro no es bonito porque nos necesita, no es perfecto porque atrapa nuestro interés y nos pide que lo terminemos; es más bien bello porque carece de un todo, de esa forma terminada que nos aleja para dar lugar a la incertidumbre de una realidad incompleta, ese punto que no termina es lo bello, esa risa maliciosa que se ríe de nosotros porque sabe el misterio de las cosas, que se tarda en llegar y que se esconde para no ser terminado. El arte da forma al caos porque rompe con la coherencia de nuestras vidas cotidianas, tiene una potencia de creación; el cuadro de Velázquez dibuja pero no imita, en realidad no es una copia de la realidad pero quiere llegar a una verdad expresa, a una significación específica que tendríamos que haber vivido, porque no se puede vivir de manera indirecta, por eso nos deja anclados al deseo.

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