"Los Orígenes De La Conducta Altruista En Niños.
Enviado por pelau • 6 de Mayo de 2013 • 1.599 Palabras (7 Páginas) • 925 Visitas
El artículo se enfoca en los factores que influyen en que un niño presente o no una conducta altruista o prosocial, entendiendo esta última según el artículo como la tendencia a ayudar, beneficiar a otra persona o grupos de personas sin que exista previamente una recompensa exterior anticipada al autor.
Generalmente una conducta altruista trae consigo un auto sacrificio o riesgo para la persona que la presenta, siendo esta aprendida (entrenado) o innata (a través del contacto con el ambiente al momento de nacer). El altruismo se puede demostrar mediante conductas tales como la generosidad, cooperación, preocupación por el bienestar de los demás, solidaridad, reduciendo las injusticias sociales, desigualdades, la violencia y agresividad.
El altruismo se refleja más en las películas y en las personas religiosas, mientras que en la vida real existe una carencia de esta conducta.
Podemos encontrar factores que no influyen de manera directa en una conducta altruista como la edad, sexo, clase social y composición familiar. También podemos encontrar factores causales directos entre los cuales se identifican las prácticas educativas o de sociabilización paterna y mayor desarrollo intelectual del individuo.
La conducta impaciente de los niños no contribuye al desarrollo del altruismo ya que éstos esperan una gratificación inmediata o antes de realizar un buen acto. A medida que éste va creciendo aumenta su conducta altruista, debido a que alcanza un mayor desarrollo cognoscitivo que le permitirá tener un mayor discernimiento, identificar y percibir las necesidades del otro y posibles riesgos.
Un factor importante en la conducta altruista hace referencia a la capacidad que posee el individuo de tomar la perspectiva del otro, reconociendo en ello un componente cognoscitivo (comprensión de la situación y puntos de vista del otro) y afectivo (empatía). La empatía es un componente potencial que rige el actuar de manera altruista y puede ser reforzada por medio del entrenamiento.
Se ha comprobado que los niños pueden tener una conducta agresiva y a la vez también pueden ser altruistas, contradicción que se explica por un autocontrol disminuido por parte de éstos. Sin embargo, a medida que avanza el tiempo, ambas conductas se hacen excluyentes, es decir, una prima significativamente sobre la otra, dejando de manifiesto que el altruismo contribuye a la disminución de la agresividad. Si bien es cierto, la agresividad es un componente negativo en la conducta social del niño, aún más lo es el grado de competitividad, que a pesar de ser negativo por el hecho de que disminuye la empatía, es aceptado por la sociedad.
El artículo no sólo vincula el desarrollo de la empatía con la aparición de una conducta altruista, sino que también hace referencia a que los niños sean asertivos, es decir, no basta con que sean capaces de comprender al otro y ponerse en su lugar, es necesario que den un paso más allá y logren tomar la decisión de hacer algo al respecto, actuar para intentar erradicar la necesidad del otro asumiendo que durante ese proceso de ayuda se pueden presentar riesgos que involucren el no cumplimiento de los objetivos e incluso la ridiculización por parte de sus compañeros. De cierto modo, la persona beneficiada estará más receptiva a la ayuda produciendo de una u otra forma un grado de control en la persona con conducta altruista, control que no pretende injuriar o herir al beneficiado.
Existen dos posibilidades al momento de relacionar la conducta altruista con la autoestima, una de ellas corresponde a una alta autoestima que aumentará la ayuda de la persona altruista hacia los otros debido a su propia seguridad y vasta autosatisfacción, y la otra posibilidad apunta a una baja autoestima que también aumentará la ayuda de la persona altruista sólo que esta vez el objetivo de dicha ayuda será la aprobación social para mejorar su nivel de autoestima. Una situación similar ocurre con la ansiedad, puesto que los niños que presentan un alto nivel de ansiedad tienden a ser más empáticos y altruistas, debido a que tienen una mayor sensibilidad social, posiblemente por haber vivido experiencias traumatizantes, y además tienden a buscar la aprobación o a congraciarse. Los niños que muestran un bajo nivel de ansiedad, a pesar de que están pendientes de los problemas y dificultades de los otros y que pueden llegar a ser empáticos por el hecho de haber vivido situaciones similares, al momento de actuar, puede que respondan menos o que respondan de manera inmediata si reciben aprobación social o simplemente para evitar la desaprobación.
Existen ciertos factores situaciones que influenciaran la conducta pro-social de los individuos. Según estudios, la conducta pro social dependerá de los estados de ánimos transitorios que presenta la persona. La gente ayuda con mayor facilidad a los demás, cuando se sienten felices, complacidos o con éxito. Aún no existe una clara asociación entre la influencia positiva y el aumento de la generosidad, pero se han planteado alguna hipótesis.
-“Las influencias positivas inducidas se generalizan y convierten en actitudes positivas hacia uno mismo y los demás, incluyendo elevados sentimientos de la propia competencia y, consecuentemente, reducción de las necesidades de retener
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