Psicología & Comunicación

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Trabajo Práctico

A partir de este escrito, mi idea principal es plantear la pregunta de si el individuo es conformado por la sociedad o si esto es a la inversa, es decir si la sociedad crea al individuo ¿Se puede pensar fue de los constructos sociales? ¿La subjetividad está totalmente atravesada por los discursos hegemónicos? Mi intención es abordar estos temas principalmente a partir del texto de Cornelius Castoriadis “Poder, Política, Autonomía”, y llegar a una reflexión sobre estas preguntas o al menos “poner las cartas sobre la mesa”.

Desde mi punto de vista, la psique humana no sólo está constituida por la cultura, y el sentido que le es suministrado a través de las significaciones imaginarias establecidas socialmente, es decir, lo denominado como instituyente por Castoriadis, sino que la misma psique es capaz de generar, crear sentido, ya sea para auto-alterar, reorganizar o reinventar el orden instituido.
Al mismo tiempo, para Castoriadis la democracia tiene un sentido instituyente que no se agota en lo instituido. Manifiesta la idea de que es la institución la que convierte a la materia prima humana en individuos sociales: todos somos partes contingentes de la institución de nuestra sociedad. Esta institución de la sociedad funciona como un todo coherente por la existencia de muchísimas significaciones imaginarias sociales. De esta forma es la sociedad instituida la que determina las categorías esenciales de lo que pensamos y cómo lo pensamos. La institución de cada sociedad es en cada caso su propia fabricación, la cual se deriva del imaginario instituyente del colectivo de sujetos. En otras palabras, Castoriadis propone que cada sociedad construye el mundo que le es propio, dándole un sentido.

Dicho esto, insisto con la pregunta de si existe el pensamiento fuera de lo impuesto implícita y explícitamente por los discursos dominantes. Según Foucault en “El Orden del Discurso”, el poder transita horizontalmente y se convierte en actitudes, gestos, prácticas y produce efectos, sin embargo no se encuentra localizado y fijado eternamente, no está nunca en manos ni es propiedad de ciertos individuos, clases o instituciones. Él propone que junto a la idea de poder, se halla el concepto de discurso; ambos se relacionan y configuran un trinomio en conjunción con el saber: el discurso permite la legitimación del poder y éste institucionaliza al saber; entre saber y poder se construye una “política general de verdad”, la cual se encarga de distinguir los enunciados falsos de los verdaderos, de sancionar los discursos alternativos, y de definir las técnicas y procedimientos adecuados para la obtención de la verdad que interesa al poder. Es decir que para Foucault existe una gigantesca limitación para pensar por fuera de lo establecido. Los discursos hegemónicos nos atraviesan y dominan el pensamiento. Se podría decir que nuestra subjetividad está conformada por una selección de discursos impuestos por las instituciones pero no producimos pensamiento por fuera del discurso.

Según Crary, en “24/7: Capitalismo Tardío y el Fin del Sueño” la imaginación y el sueño son los núcleos de autonomía del sujeto en contraste a la heteronomía de la vigilia en sociedad. Él considera que el arrebatamiento de éstos (algo que paulatinamente sucede bajo las demandas del mundo occidental capitalista), los sujetos comienzan a alienarse, desubjetivarse y perder su autonomía. Los discursos lo atraviesan completamente. Cravy propone que la instancia del sueño o la imaginación son momentos de resistencia y de autopreservación de la subjetividad.

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