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RESEÑA: Seis Sombreros Para Pensar


Enviado por   •  19 de Enero de 2014  •  1.214 Palabras (5 Páginas)  •  426 Visitas

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RESEÑA: De Bono, Seis sombreros para pensar

Gránica, Buenos Aires 2005 (1985)

Nuestra forma de pensar consiste en el modo argumentativo, que muchas veces nos hace perder tiempo en discusiones y razonamientos sin rumbo. Esto produce confusión, porque estamos intentando hacer demasiadas cosas al mismo tiempo (p. 10). Para salir de ese modo y enfocar mejor el pensamiento podemos hacer un mapa apoyándonos en seis tipos básicos de pensamiento (no son todas las formas de pensar, pero simbolizan roles de pensamiento) que están representados por seis colores (p. 200s):

• Blanco: blanco, virgen, hechos puros, números, información.

Cuando usamos el sombrero blanco deberíamos actuar como una máquina de computación, neutral y objetiva. No hacemos interpretaciones ni damos opiniones. Para cada información puede haber un grado diferente de veracidad: desde los hechos probados y verificados hasta los que tienen un nivel bajo de probabilidad de certeza. El blanco (ausencia de color) implica neutralidad (p. 40-61).

• Rojo: emociones y sentimientos, presentimiento, intuición.

El pensador expresa cómo se siente respecto del asunto. Este sombrero da legitimidad a las emociones y los sentimientos como parte importante del pensamiento. Hace visibles los sentimientos para que formen parte del mapa y contribuyan a elegir la ruta. Con el sombrero rojo se puede entrar y salir del modo emocional, y también se pueden explorar los sentimientos de los demás. En este modo de pensamiento hay que evitar aplicar lógica a las emociones. Hablamos de emociones como el miedo, el disgusto, la sospecha, y también de presentimientos, intuiciones, sensaciones, preferencias (p. 62-84).

• Negro: enjuiciamiento negativo, razones por las que no funcionará, rol de abogado del diablo.

Implica un juicio negativo: lo que está mal, lo incorrecto o lo erróneo. Con este sombrero nos centramos en los riesgos y los peligros, señalamos las imperfecciones. Suele confrontar una idea con el pasado para verificar si encaja con el conocimiento ya sabido. No debería utilizarse para enmascarar sentimientos negativos; úsese para eso el sombrero rojo. Cuando aparezcan nuevas ideas, debería usarse el sombrero amarillo antes que el negro (p. 85-113).

• Amarillo: luz solar, brillo y optimismo, positivismo, constructivo, oportunidad.

Al contario que el negro, el sombrero amarillo se ocupa de la evaluación positiva, desde el aspecto lógico y práctico hasta los sueños, visiones y esperanzas. Este pensamiento indaga y explora en busca de valor y beneficio, de él surgen propuestas y sugerencias concretas y se ocupa de que las cosas ocurran. Se puede presentar como especulativo y buscador de oportunidades (p. 114-137).

• Verde: fertilidad, creatividad, plantas que brotan de la semilla, movimiento, provocación.

Para ir más allá de lo obvio, lo conocido, lo satisfactorio, el sombrero verde nos permite buscar alternativas. No hace falta que haya razones para ello, con este sombrero se puede hacer una pausa para explorar opciones, aplicando creatividad, provocando incluso con el azar, el pensamiento lateral, la generación de conceptos y percepciones no convencionales (p. 138-172-).

• Azul: moderación y control, director de orquesta, pensar en el pensamiento.

Es el sombrero para organizar el propio pensamiento, proponiendo o llamando a otros sombreros. Se responsabiliza de la síntesis, la visión global y las conclusiones al final o durante el curso del pensamiento. Es un supervisor del pensamiento, elaborando preguntas y definiendo el foco, estableciendo las reglas. Introduce la disciplina para insistir en el pensamiento cartográfico y puede establecer una secuencia gradual de operaciones que deben respetarse. Este sombrero puede asignarse a una persona o puede ponérselo cualquiera (p. 173-197).

Una vez diseñado el mapa, hay que trazar una ruta para el uso de los sombreros. Si el mapa es suficientemente bueno, la ruta es obvia. En última instancia, cuando hemos usado el pensamiento para trazar el mapa, son valores y emociones los que determinan la ruta que elegimos (p. 64).

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