Sigmund Freud
Enviado por lodvane • 20 de Noviembre de 2014 • 476 Palabras (2 Páginas) • 204 Visitas
“Abres los ojos y miras a tu alrededor, como si fuera la primera vez: ¿qué ves?
¿El cielo donde brilla el sol o flotan las nubes, árboles, montañas, ríos, fieras, el ancho
mar...? No, antes se te ofrecerá otra imagen, la próxima a ti, la más familiar de todas
(en el sentido propio del término): la presencia humana”.1
Fernando, Savater. Política para Amador.
Este ensayo tiene como objetivo presentar al lector la manera en que en el niño se van
conformando las tres instancias que habrán de tener un peso fundamental a lo largo de
su existencia: ello, yo y superyó; así como el papel que juegan los padres en la
conformación de su aparato psíquico, papel éste que en lo venidero será trasladado a
los maestros, los instructores, los amigos y la sociedad entera.
A su vez, el escrito busca demostrar cómo, tras la conformación del aparato
psíquico y la salida a flote del yo, el niño se acepta como sujeto pensante y forma para
sí la necesidad de adquirir los conocimientos necesarios para sobrevivir en su entorno,
iniciando el proceso de socialización y la búsqueda empírica y científica de saberes que
le deparen contento.
De las pulsiones de vida y de muerte
Partimos, siguiendo a Freud, de que el niño al nacer se caracteriza por poseer en su
interior dos pulsiones: Eros, o de vida, y Thanatos, o de muerte. La primera
caracterizada por contar con el apoyo de la naturaleza y ser un aliciente en la
conservación y multiplicación de la especie; mientras que la segunda, si bien en las
ciencias biológicas se traduce en irritabilidad (entendida ésta como la capacidad para
sobrevivir a los estímulos del medio, permitiendo que el proceso de selección natural,
supervivencia del más fuerte y lucha por la existencia se dé y facilite la conservación y
predominio de la especie humana y de los animales inferiores) y posee el favor del
1
SAVATER, Fernando. Política para Amador. Ariel, México, 1998, pp. 21.2
ambiente y sus determinantes ecológicos, tiene como objetivo principal hacer
desaparecer al individuo hacia el cual está dirigida o hacia el propio yo. Es decir,
mientras la pulsión de vida se encarga de lograr la socialización entre los seres
humanos, la segunda aleja a éstos al poner en riesgo la vida o la integridad de algunos
de ellos.2
A estas dos pulsiones Freud anexó una más, que incluye en su haber
características tanto de la pulsión de vida como la de muerte: la sádica. Ésta pulsión
vela por la posesión del objeto sexual, pero lejos de conllevar un amor profundo al
mismo, se hace del deseo único de integrarlo al sujeto que la pone en práctica. La
denominamos sádica debido a que el creador del
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