Sociedad Y Familia
Enviado por LILIATR • 21 de Noviembre de 2012 • 3.336 Palabras (14 Páginas) • 344 Visitas
SOCIEDAD, FAMILIA Y SALUD MENTAL
INTRODUCCION
Dentro del capitulo 8 del libro Terapia Familiar, se menciona sobre la aproximación colaborativa propuesta por Harlene Anderson y Harold Goolishian.
La raíz de la terapia colaborativa esta en el movimiento sistémico o interaccional, al que se le denomina “terapia familiar”. La terapia colaborativa no surgió de una idea a priori de que la terapia tendría que ser postmoderna.
El catalizador del cambio fueron las tensiones entre la experiencia del hacer y los medios disponibles para dar cuenta de esa experiencia.
En el capitulo 9 se analizara la Terapia Familiar en México, que surge como un paradigma alternativo; su desarrollo se dio antes que en otras regiones del mundo. Puede decirse que el movimiento de terapia familiar en México se inicia en al segunda mitad de los años setenta. Hay que recordar que durante esos años ocurren movimientos estudiantiles que revolucionaron las formas autoritarias tanto de los gobiernos como de las familias.
Capitulo 8. EL ENFOQUE COLABORATIVO Y LOS EQUIPOS REFLEXIVOS.
La terapia puede describirse como un hacer, que no ocurre en un vacío teórico o social, por el contrario el hacer se hace intangible dentro de un marco de pensamiento. Cada marco constituye un mundo particular de acción y existencia que crea terapeutas diferentes que vena a personas diferentes por razones diferentes.
Este enfoque sostiene que el conocimiento, el lenguaje y las relaciones interpersonales son ámbitos inseparables. El conocimiento es relacional es decir, se crea y se transforma en el intercambio social, y el lenguaje es generativo (conforma nuestra vidas y relaciones).
Esto se expresa en una comparación, la terapia como conversación. La terapia es una relación que se da en y a través del lenguaje. Esta analogía señala cual es el papel del terapeuta, las características del proceso y a los miembros del sistema terapéutico. Para el terapeuta colaborativo, un problema no es una entidad objetiva y localizable. Por el contrario, hay definiciones de problema como conversaciones en torno a el.
Los integrantes del sistema terapéutico son las personas que están en conversación sobre el problema. Ellos definen las cuestiones relevantes para el intercambio, en la medida en que las descripciones de la queja se modifican, también cambian los integrantes de dicho sistema.
El tipo de participación del terapeuta se ha descrito como una postura filosófica, una forma de ser en relación con el otro, es también una posición de reflexión sobre los cocimientos y sesgos del terapeuta.
La aproximación colaborativa se interroga sobre la influencia del conocimiento en las relaciones interpersonales y viceversa. El terapeuta que adopta esta postura crea una relación que abre espacio para la construcción de conocimiento, de nuevos significados. Muestra una actitud de respeto, curiosidad y apertura: hace públicos sus supuestos, al mismo tiempo que asume su carácter contingente y relativo. El proceso terapéutico se acerca a las características de la conversación cotidiana.
Al pensar en conversaciones cotidianas, el habla y la escucha aparecen como elementos que dan forma a la relación. La escucha del terapeuta suele considerarse de carácter informativo, va encaminada a desvelar un estado de cosas. Las expresiones del terapeuta revelan al paciente la naturaleza real del problema y dictan las acciones pertinentes. En este contraste, esta aproximación propone que la escucha y el habla como una forma de acción conjunta. Las expresiones del terapeuta son una continuación de su escucha, van encaminadas a la comprensión y el reconocimiento del otro, son una invitación a que amplíe su relato. La comprensión no es un proceso finito, es parte de la construcción conjunta de significados, como tal es generativa, da lugar a nuevas descripciones y narraciones, abre posibilidades de cambio.
Los procesos reflexivos se caracterizan por intentar decir todo abiertamente. Las reflexiones del equipo deben basarse en algo expresado durante la conversación con los clientes, así mismo se le dice a los clientes que pueden escuchar o no, si así lo desean. Los miembros del equipo deben tratar de no trasmitir connotaciones negativas o que puedan ser entendidas por el oyente de esta manera.
Freedman y Combs sugieren que la reflexión de los miembros del equipo se de participando en una conversación:
• Que eviten hablar cuando están del otro lado del espejo.
• Que se evite instruir a los clientes.
• Que se los comentarios sean breves.
• Que se basen en lo que ocurre en el momento de la terapia.
• Que estos se sitúen en la experiencia personal y responsan a algún aspecto presentado por los cliente.
White (2002) emplea el equipo de reflexión como un medio para generar en las personas las personas la voluntad de ser “participantes activos de su propia historia” y de “inventarse”. Los integrantes del equipo representan a “testigos externos” que validan las historias y las identidades de los clientes.
Las re-narraciones de los “testigos externos” están orientadas por las practicas de la terapia narrativa y en este caso es necesario que los participantes sitúen sus respuestas en el contexto de su propia experiencia vivida, pero desde una participación descentrada que prioriza la agenda del cliente y permite, controlar el desequilibrio de as relaciones de poder característicos del contexto terapéutico.
Los procesos reflexivos también pueden organizarse conforme a las circunstancias o según el corte que se haga en las interacciones. De este modo se puede hablar de la posibilidad de hacer autorreflexión.
Entre los usos de la reflexión en equipos se encuentra también el entrenamiento y la supervisión de terapeutas, así como la asesoría a instituciones.
En la fase de reflexión con el equipo, los integrantes expresan sus reflexiones desde la perspectiva que suponen podría tener alguna de las personas que el cliente presento en el genograma. Esta forma de participación de los integrantes del equipo es similar al ejercicio “como si” propuesto por Anderson, para promover un dialogo interior y exterior en los participantes y en el cliente.
La idea central consiste en pedir a los integrantes del equipo que escuchen la historia presentada por el cliente “como si” fueran una de las personas que el cliente incluye en su relato. Una vez concluida la conversación entre el cliente y el terapeuta, los integrantes del equipo presentan sus reflexiones desde la posición “como si”. Al final
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