Teoría De Grupos
Enviado por AmaliaOrtiz008 • 13 de Mayo de 2015 • 3.102 Palabras (13 Páginas) • 381 Visitas
INTRODUCCIÓN
En el capítulo precedente nos hemos hecho algunas preguntas y nos hemos dado algunas respuestas. A decir verdad, las preguntas que nos hemos planteado han sido intencionadamente heterodoxas. No así las respuestas. Éstas han estado presididas por la que entendemos sigue siendo la más relevante de las ortodoxias: el recurso a los maestros, que a decir verdad no son muchos, pero siguen siendo incombustibles, siguen teniendo esa «inexhausta vitalidad» que Ortega les concedía a los clásicos. Pero lo clásico no es necesariamente sinónimo de ortodoxia.
Los autores que aquí manejamos no han sido tan neutrales ni tan políticamente correctos como se nos ha hecho creer, con la falsa ilusión quizás de no contaminar de ideología la Psicología social. Detrás de sus cuidados diseños experimentales y de sus datos empíricos hay una indisimulada crítica a modelos de grupo y de sociedad que favorecen la sumisión a normas que alientan el fanatismo, a teorías que culpan a la víctima del oprobio que sufren, a climas sociales que se cimentan en el valor de la obediencia a modelos de educación que nos preparan concienzudamente para el conformismo. Esto es precisamente lo que queremos rescatar de los clásicos: su compromiso con un modelo de sociedad que aliente la independencia, que eduque en la tolerancia, que permita el disenso y favorezca el respeto a la diferencia: ésta es la vocación indeclinable de la ciencia social.
Desarrolle un informe, tomando en cuenta:
Las condiciones mínimas para la grupalidad, sus normas y la facilitación social.
El grupo es la metáfora de nuestra existencia.
Se trata de una metáfora en proceso de elaboración y, por tanto, de una metáfora siempre inconclusa, que a pesar de ello tiene una presencia contumaz en nuestra vida, que se combina con apariciones momentáneas fulgurantes. De éstas queremos ocuparnos en los dos primeros epígrafes de este capítulo para, con su ayuda, proponer la primera delas metáforas: el grupo como un destello fugaz que acompaña muchas de nuestras actividades un tal Dr. Turner, llega a la conclusión de que para explicar la diferencia de rendimiento que muestran los ciclistas en las distintas pruebas se hace necesario tener en cuenta tanto los efectos fisiológicos del ejercicio físico como los derivados del ejercicio mental.
Probablemente ahí resida la que, además del uso de una metodología experimental, pueda ser considerada como su aportación más relevante al campo de la Psicología: la introducción de factores mentales en un contexto en aquella época tan inesperado para su presencia como el del rendimiento físico; de unos factores que en este caso nos remiten directamente a la presencia de los otros, a la influencia que la presencia de los otros ejerce sobre el rendimiento, si queremos expresarlo con mayor precisión: «Esta teoría de la competición mantiene que la presencia física de otro corredor despierta el instinto competitivo; que el otro corredor puede ser un instrumento para liberar la energía nerviosa que el sujeto no puede liberar por sí mismo y, finalmente, que el hecho de ver el movimiento de otro, que quizás le sugiere una mayor velocidad, es un motivo para incrementar el esfuerzo».
Con esta hipótesis en la mente, Triplett se pone manos a la obra para dar el salto hacia la obtención de datos empíricos sirviéndose de una «máquina experimental» capaz de reproducir en situaciones controladas algunas de las condiciones bajo las que realizan sus actividades profesionales los ciclistas: carreras contrarreloj, carreras en ruta y carreras de persecución. Para ello idea un armatoste de madera en forma de Y sobre el que se colocan dos sedales de pesca con sus respectivas manivelas y sus correspondientes poleas. De un extremo a otro, cada sedal medía dos metros de largo. Los sujetos tenían que hacer girar la manivela a la mayor velocidad posible hasta que una pequeña banderola cosida al sedal hubiera completado cuatro vueltas. El tiempo se tomaba mediante un cronómetro, y sobre el tambor de un «quirógrafo» adosado al lateral de la máquina quedaban grabadas unas gráficas que reflejaban el movimiento ejecutado por los sujetos.
Los datos que Triplett pone a nuestra disposición no son espectaculares. Tampoco están dotados de ese halo de sorpresa con el que a veces, contadas veces, la investigación psicosocial nos deja boquiabiertos. Pero son datos históricos, de los que todo el mundo habla, pero que a duras penas aparecen en los manuales y textos de Psicología social. Ésa es la razón por la que los traemos a colación: como un homenaje. No es ésta, ni mucho menos, una mala razón.
Hoy en día, más que las pródigas consideraciones en torno a la influencia dela edad y el sexo que hace el autor, revisten un especial interés comentarios, bastante más comedidos por su parte, en torno al incremento de la energía en presencia de espectadores, a la mejora del rendimiento al abrigo de los seguidores, a las respuestas que la gente da a las diferentes fuentes de estimulación social, algo que también surte efecto cuando el sujeto se enfrenta en solitario a una tarea, y que se multiplica cuando, además de los espectadores, hay competidores. Un dato que anima a Triplett a concluir que «la presencia física de un contendiente que participa simultáneamente en la carrera sirve para liberar una energía latente de la que no echamos mano de manera ordinaria». Tuvieron que pasar varias décadas hasta que, en 1965, Robert Zajonc volviera a traer al seno de la Psicología social el fenómeno descrito por Triplett. Y lo hace revistiéndolo de una justificación teórica que ya nos resulta familiar: en el fondo, viene a decir ya en el primer párrafo de su bien conocido artículo, la Psicología social es el estudio de la influencia, la respuesta a cómo y por qué la conducta de un individuo afecta a la de otro.
Los efectos de la audiencia
Han sido reiteradamente observados en el rendimiento de diversas actividades, unas de corte estrictamente físico y otras más cercanas a tareas intelectuales. El paradigma experimental no reviste grandes dificultades. Se trata de analizar el rendimiento de un sujeto cuando realiza una actividad mientras está solo, y compararlo con el que obtiene en esa misma actividad cuando se encuentra en presencia de otras personas (una audiencia), que simple y pasivamente observa el decurso de dicha actividad. El segundo de los paradigmas experimentales entra en juego cuando un conjunto de individuos están implicados simultáneamente en la ejecución de una misma actividad y cada uno puede ver y observar lo que hace el otro.
Los fundamentos Psicológicos del orden y del cambio social.
Si el de Triplett fue el primero, al experimento de
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