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Tras. Personalidad


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2014  •  4.077 Palabras (17 Páginas)  •  163 Visitas

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EL TRASTORNO PARANOIDE DE LA PERSONALIDAD

El trastorno paranoide de la personalidad (TPP) se caracteriza por una tendencia injustificada a percibir las acciones de los otros como intencionalmente amenazadoras o humillantes, pero sin rasgos psicóticos persistentes.

CARACTERISTICAS

Como se desprende de los criterios diagnósticos presentados en la tabla 6.1, los individuos con TPP se caracterizan por una tendencia persistente y sin base real a interpretar las intenciones y acciones de los otros como humillantes o amenazadoras, pero no padecen síntomas psicóticos persistentes tales como ideas delirantes o alucinaciones.

Criterios diagnósticos del DSM-III-R para el trastorno paranoide de la personalidad

A. Una tendencia generalizada e injustificada, que comienza al principio de la adultez y está presente en una variedad de contextos, a interpretar las acciones de las personas como deliberadamente humillantes o amenazadoras; indican esa tendencia por lo menos cuatro de los ítems siguientes:

(1) Se espera, sin bases suficientes, ser explotado o perjudicado por los otros.


(2) Se cuestiona, sin justificación, la lealtad o confiabilidad de amigos o asociados.

(3) Se descubren significados humillantes o amenazadores en observaciones o acontecimientos benignos; por ejemplo, se sospecha que un vecino sacó la basura más temprano para molestar.

(4) Se abrigan resentimientos o no se perdonan insultos o desaires.


(5) Hay renuencia a confiar en otros por miedo injustificado a que la información sea utilizada contra el

(6) El sujeto es muy sensible al desdén y reacciona rápidamente con cólera, o contraataca.

(7) Se cuestiona sin justificación la fidelidad del cónyuge o compañero externo.

B. La aparición no se produce sólo en el curso de la esquizofrenia o de un trastorno delirante

Signos posibles de trastorno paranoide de la personalidad

Vigilancia constante, posiblemente puesta de manifiesto como tendencia a escudriñar el consultorio durante la entrevista y/o mirar frecuentemente por la ventana.

Preocupación anormal por la confidencialidad, que es posible que incluya la renuencia a permitir que el terapeuta tome notas, o el requerimiento de que adopte precauciones especiales para mantener el secreto cuando llama por teléfono al cliente.

Tendencia a atribuir a los demás toda la culpa por los problemas, y a considerarse maltratado y víctima de abusos.

Conflicto recurrente con las figuras de autoridad.

Convicciones habitualmente fuertes sobre los móviles de los otros y dificultad para considerar explicaciones alternativas de sus propias acciones.

Tendencia a atribuir gran importancia a pequeños acontecimientos, y a reaccionar con una fuerza proporcional, "tomando a una pulga por un elefante".

Tendencia al contraataque rápido en respuesta a una amenaza percibida de desdén, o tendencia a disputar y querellarse.

Tendencia a recibir más que lo que corresponde, a maltratar a los demás o a provocar su hostilidad.

Tendencia a buscar intensa y escrupulosamente datos que confirmen sus expectativas negativas respecto de los demás, ignorando el contexto e interpretando significados especiales (verosímiles) y motivos ocultos en acontecimientos comunes.

Incapacidad para relajarse, en particular en presencia de otros, lo que también puede significar incapacidad para cerrar los ojos, o negativa a hacerlo, ante el terapeuta, durante el entrenamiento en relajación.

Incapacidad para ver los aspectos humorísticos de las situaciones.
Necesidad inusualmente fuerte de autosuficiencia e independencia.
Desdén por quienes son vistos como débiles, blandos, enfermizos o defectuosos. Dificultad para expresar calidez, sentimientos tiernos o dudas e inseguridades. Celos patológicos.

Se suele decir que las personas con TPP pocas veces entran en terapia, puesto que no consideran que su desconfianza sea un problema y son renuentes a aceptar ayuda; además, no es frecuente que se las arreglen tan mal como para que se les imponga el tratamiento contra su voluntad Pero es posible que en lugar de evitar la terapia, inicien el tratamiento sin el trastorno diagnosticado. Es cierto que no suelen recurrir a la terapia presentando su paranoia como problema principal; plantean otros problemas, como por ejemplo la dificultad para controlar el estrés, conflictos con los superiores o con compañeros, problemas matrimoniales o abuso de drogas. En tales casos, las desconfianzas subyacentes pueden no ser evidentes. A menudo estos sujetos ocultan perfectamente su paranoia cuando deciden hacerlo.

CONCEPTUALIZACION COGNITIVA

Algunas de las concepciones teóricas del TPP que hemos presentado comparten la idea de que las sospechas del individuo respecto de los demás y sus rumiaciones sobre persecución y maltrato no son esenciales del trastorno, sino racionalizaciones utilizadas para reducir el malestar subjetivo. Nosotros hemos desarrollado un análisis cognitivo (Pretzer, 1985,1988; Freeman y otros, 1990), con una perspectiva diferente del papel de tales cogniciones en el TPP. Si evaluamos los componentes cognitivos e interpersonales del enfoque paranoide de la vida puesto de manifiesto por Gary, el radiólogo tenso al que ya nos hemos referido, surge una pauta interesante.

La convicción del paranoide de que enfrenta situaciones peligrosas (sobre todo la amenaza de los otros), y de que debe confiar en sus propias fuerzas, explica muchas de las características del TPP. El individuo actúa con cautela y de forma calculada, evitando descuidos y riesgos innecesarios. Está alerta a los signos de peligro o engaño durante las interacciones; escudriña constantemente en busca de claves sutiles de las verdaderas intenciones del otro. En este mundo "caníbal", dar muestras de alguna debilidad es invitar al ataque, de modo que el paranoide oculta cuidadosamente sus

inseguridades, defectos y problemas por medio del engaño, la negación y las excusas, o inculpando a otros. Puesto que "lo que los otros saben sobre ti puede ser usado en contra tuya", custodia escrupulosamente su intimidad, luchando por ocultar incluso las informaciones triviales y, en particular, suprimiendo los signos de sus propias emociones e intenciones. En una situación peligrosa, toda limitación de la propia libertad de acción puede ser una trampa, o hacerle más vulnerable. Por ello el paranoide tiende a resistirse a las reglas y regulaciones, a menos que sirvan a sus propios planes. Cuanto más poderosos sean los otros, más amenazantes se los ve. De modo que el paranoide tiene una aguda conciencia de las jerarquías de poder; admira y teme a las personas que ocupan posiciones de autoridad,

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