Capítulo IV de la Lumen Gentium
Enviado por Mimi Navarrete • 21 de Septiembre de 2015 • Síntesis • 526 Palabras (3 Páginas) • 3.806 Visitas
L O S L A I C O S
Capítulo IV de la Lumen Gentium
Recordar que la dignidad de los miembros de la Iglesia es común y por lo tanto los Laicos participan propiamente de la “misión salvífica de la Iglesia”.
En el este capítulo se define a los Laicos como fieles cristianos que recibieron el bautismo y la confirmación. Son particularmente de carácter secular (de vida laical), les corresponde buscar el reino de Dios, tratando y ordenando los asuntos temporales. Viven en cada una de las actividades profesionales, así como en su vida familiar, contribuyen a la salvación del mundo con su fé, esperanza y caridad, para la gloria del Creador y Redentor. Los Pastores de nuestra Iglesia se unen con los fieles y así permanece la unidad para dar testimonio de la admirable unidad del cuerpo de Cristo.
Los laicos se convierten en testigos e instrumentos vivos en la misión de la iglesia, buscando su crecimiento y santificación.
A Los Laicos les pertenece por propia vocación buscar el reino de Dios, y son instruidos para que en ellos se reproduzca cada vez más abundantes frutos del Espíritu, ellos representan al mundo y lo consagran en la celebración de la Eucaristía, sí llevan su vida en Santidad.
Los Laicos colaboran en la evangelización del mundo, deben perseverar y ser pregoneros en la fé, esperanza y de las cosas que esperamos con el testimonio de su vida y de la palabra en las familias.
En las estructuras humanas deben aspirar a la vida secular para lograr una vida más santa, de modo que el mundo se entere del Espíritu de Cristo y alcanzar más eficazmente su fin en la justicia, la caridad y la paz.
En cuanto a las relaciones con la jerarquía, a los laicos se les debe presentar todas las atenciones por parte del Prelado, con gran sentido de unidad, y así mismo ellos podrán participar manifestando su parecer de acuerdo a lo establecido, con respeto y reverencia a sus pastores.
Los cristianos representan el alma del cuerpo. Donde el Laico debe ser ante el mundo testigo de la Resurrección, de la Vida de nuestro Señor Jesucristo, y señal del Dios Vivo.
Me quedo con que “Todos en conjunto y cada cual en particular deben alimentar al mundo con sus frutos espirituales” (cf.Gal 5,22)
Irma Navarrete Villegas.
Arica, Primavera, 21-09-2015
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