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El Espíritu Santo en la Iglesia


Enviado por   •  10 de Febrero de 2021  •  Ensayo  •  1.678 Palabras (7 Páginas)  •  590 Visitas

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El Espíritu Santo en la Iglesia[pic 1]

La Iglesia es “una, santa, católica y apostólica”, es lo se profesa en el símbolo de nuestra fe, pero estos atributos “no los tiene por ella misma; es Cristo, quien, por el Espíritu Santo, da a la Iglesia el ser una, santa, católica y apostólica, y Él es también quien la llama a ejercitar cada una de estas cualidades.”[1] El origen divino con el que cuenta la Iglesia es también el que la hace poseedora de estas cualidades.

La Iglesia reconoce al Espíritu Santo como santificador. El Espíritu Santo es aquella fuerza que santifica porque Él mismo es "espíritu de santidad". La Iglesia que ha nacido con la Resurrección de Cristo, se manifiesta al mundo por el Espíritu Santo el día de Pentecostés, en el momento en el que los apóstoles le reciben como lenguas de fuego y así el hecho de que se pusieron a hablar en otras lenguas, es para que todo el mundo conozca y entienda la Verdad anunciada por Cristo en su Evangelio.

La promesa del Espíritu Santo

El Señor Jesús ha prometido el Espíritu Santo a los apóstoles. Para cumplir su misión, el Señor anunció que enviaría sobre ellos "la Promesa de mi Padre". Ellos debían permanecer en Jerusalén hasta ser revestidos de poder desde lo Alto; Esta promesa del Padre dada por Cristo, se refería al Espíritu Santo, y él mismo entregó el Espíritu Santo a sus apóstoles y discípulos junto con el Padre.  

Los apóstoles reciben el Espíritu Santo después de la resurrección de Cristo, y Él se los da diciendo “reciban el soplo de vida”, haciendo una clara referencia al aliento de vida dado por Dios en la creación, así los discípulos comienzan a entender las escrituras y acrecentar su fe.

La tarea de difundir el evangelio de la reconciliación a todas las culturas y todos los pueblos es una tarea, que no podían hacerlo solos, sino que solo puedan confiar en el poder del espíritu divino, es por eso que el día de Pentecostés los apóstoles ya con una fe madura, reciben plenamente la promesa del Espíritu y se les manifiesta como un gran viento rugiente y lenguas de fuego haciendo que los discípulos comiencen a proclamar la fe con fuerza y coraje.

La Iglesia no es una sociedad como cualquier otra, nace por el hecho de que todos aquellos que se encontraban juntos en el mismo lugar quedaron llenos del Espíritu Santo, no era una simple coincidencia, o porque los apóstoles fueran afines por el hecho de haber vivido juntos por tres años, ni el deseo de querer continuar con la obra de Jesús. Fue el mismo Espíritu que al habitar en ellos es quien los mueve e impulsa a proclamar las maravillas del Señor. “Aquel día comenzó la historia de la santidad cristiana, a la que están llamados tanto los judíos como los paganos, ya que, como escribe San Pablo, por él, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu”[2]

La misión del Espíritu Santo en la Iglesia

El Espíritu Santo continúa su misión en la iglesia. En concreto, la misión de la Iglesia no se suma a la misión de Cristo y del Espíritu Santo, pero "es su sacramento: con todo su ser y en todos sus miembros ha sido enviada para anunciar y dar testimonio, para actualizar y extender el Misterio de la Comunión de la Santísima Trinidad”[3]

“La misión de Cristo y del Espíritu Santo se realiza en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo. Esta misión conjunta asocia desde ahora a los fieles de Cristo en su comunión con el Padre en el Espíritu Santo: El Espíritu Santo prepara a los hombres, los previene por su gracia, para atraerlos hacia Cristo. Les manifiesta al Señor resucitado, les recuerda su palabra y abre su mente para entender su Muerte y su Resurrección. Les hace presente el misterio de Cristo, sobre todo en la Eucaristía para reconciliarnos, para conducirlos a la comunión con Dios, para que den mucho fruto"[4]

“Si Cristo es la cabeza de la Iglesia, el Espíritu Santo es su alma”[5], esto nos quiere decir que,  así como el alma es en el cuerpo el principio del ser y de la vida, de manera parecida lo es también el Espíritu Santo en la Iglesia.

El Espíritu es el que une entre sí y con Cristo (su cabeza) los miembros de la Iglesia, porque se halla todo Él en la cabeza y todo Él en los miembros del cuerpo místico. El Espíritu es quien asiste a la jerarquía de la Iglesia en el desempeño de su ministerio de enseñar, gobernar y santificar.

Pero, así como el espíritu asiste a la jerarquía misma dentro de la Iglesia, nos mueve al igual que los apóstoles a continuar con el anuncio el Evangelio, es por eso que se vuelve un agente principal para la evangelización

El Espíritu Santo como agente principal de la Evangelización

Toda gracia recibida es don de Dios, Él toma la iniciativa para que día a día nos parezcamos más a su Hijo. Para esto es importante también nuestra libre cooperación, ya que nuestra libertad sigue siendo respetada. En esa dinámica de cooperación, el Espíritu Santo es quien suscita, sostiene y acompaña nuestra libre cooperación para cumplir el Plan que tiene para cada uno de nosotros.  Lo señalaba el Papa Pablo VI cuando decía que “no habrá nunca evangelización posible sin la acción del Espíritu Santo[…] puede decirse que el Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización”[6]. En Pentecostés, es claro como el protagonismo es del Espíritu Santo, el cual actúa en los apóstoles, dejando así que todo su ser sea herramienta para cumplir con la misión evangelizadora. Con la fuerza que les fue dada de lo alto, los apóstoles fueron capaces de ser testigos fieles de Jesús el Señor.

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