La preparación del pastor
Enviado por Jota Velazquez • 3 de Marzo de 2019 • Informe • 36.554 Palabras (147 Páginas) • 331 Visitas
[pic 1] | La preparación del pastor |
El Señor Jesús enseñó que para que una casa se mantenga de pie debe ser edificada sobre un fundamento sólido (Mateo 7:24–25); así también, para que un ministerio perdure, debe descansar sobre una base sólida. La primera unidad considerará al pastor de tres maneras. Primero, considerará el llamado, el carácter y los dones del pastor. Segundo, examinará la vida devocional, el estudio y el ayuno del pastor. Tercero, enfatizará la vida del pastor como esposo, padre y amigo.
Ore y medite mientras estudia esta primera unidad. De hecho, el inicio de este curso es de tal importancia, que sólo aquellos que obedecen a Dios en las áreas de la primera unidad deberían continuar este estudio.
Capítulo 1 Las consideraciones de un pastor
Lecciones
1.1 El llamado
1.2 El carácter
1.3 Los dones
Capítulo 2 La vida devocional de un pastor
Lecciones
2.1 La oración
2.2 El estudio
2.3 El ayuno
Capítulo 3 La vida personal de un pastor
Lecciones
3.1 La perspectiva del pastor casado
3.2 La perspectiva del pastor soltero
3.3 La perspectiva de la pastora
3.4 El pastor como padre
3.5 El pastor como amigo
[pic 2] | Las consideraciones de un pastor |
El ministerio no es una carrera que usted elige, sino un llamado divino al cual se rinde. Este llamado al ministerio puede darse de diferentes formas, a través de una visión o sueño, un sermón, o el testimonio interno del Espíritu Santo. A veces llega de una vez, mientras que en otras ocasiones es una convicción que se desarrolla a través de un largo período de tiempo. Nadie debe entrar al ministerio a menos que esté absolutamente convencido de que Dios lo ha llamado. Sin un llamado, nada valen el talento, la determinación, o aun las expectativas de otros. El autor de Hebreos escribió: “Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios” (Hebreos 5:4).
El llamado al ministerio debe distinguirse del llamado a la salvación (Tito 2:11) y del llamado al servicio (Romanos 12:6–8; Efesios 4:12). Aun cuando Dios llama a todos a la salvación (2 Pedro 3:9), y a todo creyente al servicio cristiano, solamente los que han sido escogidos para servicio especial reciben el llamado a ser apóstoles, profetas, evangelistas, pastores o maestros (Efesios 4:11). Dios aparta a quienes reciben este llamado para “perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:12–13).
Lección 1.1 El llamado
Objetivos
1.1.1 Explicar por qué el llamado de Dios es como un ancla.
1.1.2 Describir dos modos de probar un llamado al ministerio.
Lección 1.2 El carácter
Objetivo
1.2.1 Identificar e ilustrar cuatro principios que reflejan el carácter.
Lección 1.3 Los dones
Objetivo
1.3.1 Identificar dos principios aplicables para reconocer habilidades ministeriales.
[pic 3] | El llamado |
Aún una mirada superficial de las Escrituras muestra la preeminencia que tenía el llamado al ministerio en la vida y el ministerio de los profetas y los apóstoles. Aunque la manera del llamado variaba de persona a persona, fue siempre la base para entrar al ministerio. Moisés oyó una voz hablándole desde una zarza que ardía (Éxodo 3). Isaías vio una visión en la que el Señor le preguntaba: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?” (Isaías 6:8). Jeremías fue escogido aún antes de nacer: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5). A Ezequiel vino la palabra de Dios, y le dijo: “Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel… Les hablarás, pues, mis palabras… yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel” (Ezequiel 2:3, 7; 3:17).
El llamado de Dios es una ancla
[pic 4] Explicar por qué el llamado de Dios es como una ancla. |
El llamado de Dios al ministerio es la ancla del ministro. Una ancla mantiene a los barcos en su lugar a pesar de fuertes vientos o tormentas. Cuando la desesperación les tienta a dudar de su dignidad, los ministros vuelven a la esperanza y promesa del llamado de Dios para fortalecerlos y reforzar su fe.
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Cuando leemos las epístolas de Pablo, vemos cuán a menudo Pablo ancla su alma en el llamado de Dios. En realidad, Pablo se definió a sí mismo por el llamado de Dios. En Romanos 1:1 él se refiere a sí mismo como “siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios”. En 1 de Corintios 1:1, él dice que es “llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios”. Este llamado es también la motivación de Pablo, cuando declara, “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios” (Filipenses 3:14).
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