EL APORTE DE LA ETICA CRISTIANA ORIGINARIA ANTE LA CRISIS ECONOMICA EN LA GLOBALIZACION
Enviado por hugo1407 • 25 de Marzo de 2014 • 2.084 Palabras (9 Páginas) • 244 Visitas
De ante mano tenemos que tener presente que significa la “Globalización”. La globalización es un proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo unificando sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global. Este proceso originado en la Civilización Occidental y que se ha expandido alrededor del mundo en las últimas décadas del siglo XX y XXI recibe su mayor impulso con la caída del comunismo y el fin de la Guerra Fría. Se caracteriza en la economía por la integración de las economías locales a una economía de mercado mundial donde los modos de producción y los movimientos de capital se configuran a escala planetaria cobrando mayor importancia en el rol de las empresas multinacionales y la libre circulación de capitales junto con la implantación definitiva de la sociedad de consumo. La globalización en sus aspectos económicos y políticos es:
• La ubicación en diversos países de distintas fases de la producción, con componentes originarios de países diferentes.
• La venta de productos similares internacionalmente, con estándares universalmente aceptados.
• La pérdida de atribuciones de los gobiernos de países.
La valoración positiva o negativa de este fenómeno, o la inclusión de definiciones o características adicionales para resaltar la inclusión de algún juicio de valor, pueden variar según la ideología de cada persona. Esto porque el fenómeno globalizador ha despertado gran entusiasmo en algunos sectores, mientras en otros ha despertado un profundo rechazo, habiendo también posturas eclécticas y moderadas.
En esta época la Globalización en el aspecto económico ha entrado en una crisis, ya que muchas personas rechazan este nuevo cambio que a lo largo de los años tratado de mejorar la economía de todo el mundo, pero ha ocurrido lo contrario, este fenómeno ha causado que haya mucha mas desigualdad entre todas las personas.
La globalización esta haciendo que las grandes empresas o industrias traten de dominar lo que esta a su paso, para lograr esto entraron en un a forma de esclavitud moderna ya que explotan a los mas necesitados, es decir, no valorizan la mano de obra que contratan, pagándoles una miseria para que puedan subsistir. Y sin darnos cuenta hemos caído en un círculo vicio, ya que, poco a poco estamos dependiendo de estas empresas e industrias. Es así, para que puedan subsistir éstas necesitan materia prima, recursos naturales, lo que conlleva a la destrucción de nuestra naturaleza.
Las crisis son normales en el desarrollo de la economía, igual que lo son las enfermedades en el cuerpo humano. Cuando hay, por ejemplo, un exceso de demanda porque la gente tiene más recursos para mejorar su nivel de vida, automáticamente suben los precios y se presentan otro tipo de complicaciones: endeudamiento, empobrecimiento subsiguiente, etc. Contando con esta realidad, lo que hay que hacer es saber afrontar los problemas que se van presentando. Para hacer un juicio ético sobre el modo en el que se resuelven las turbulencias económicas conviene diferenciar el comportamiento de los distintos agentes económicos cuyas responsabilidades son muy diversas distintas y que se encuentran sometidos a restricciones, intereses y posibilidades de actuación muy diferentes.
En este sentido, los gobiernos pueden manejar mejor o peor las crisis, pero a menudo no pueden controlarlas; no son sus causantes, ni disponen de una “opción mágica” para resolverlas. Su resolución, además, como la curación de las enfermedades, suele llevar su tiempo, lo que complica la vida a los políticos ya que ellos necesitan presentar resultados a corto plazo por razones electorales.
Los empresarios, por su parte, funcionan con la lógica del beneficio privado. Cuando las circunstancias se ponen difíciles, también se ponen difíciles para ellos, para mantener un margen suficiente de beneficio sin el que la empresa no puede competir y sobrevivir. Aunque también es verdad que a veces toman medidas que no se justifican por sus resultados contables, aprovechando el contexto de crisis general.
En cuanto a los trabajadores y su lógica de sindicato, también cabe hacer algunas consideraciones. En los momentos de crisis los sindicatos suelen ver mermadas sus fuerzas. Ya que defienden prioritariamente a los que trabajan y en estas situaciones, su número desciende. Por otra parte, ante situaciones laborales tan diversas, no resulta fácil con frecuencia encontrar plataformas reivindicativas comunes.
Los ciudadanos, en general podemos situarnos ante la crisis como trabajadores, como consumidores, como ahorradores, como votantes. Según que personalmente prioricemos uno u otro papel, podemos actuar de manera diferente, defendiendo unos u otros intereses. Cabe gestionar los mismos problemas objetivos teniendo en cuenta la situación global y buscando una respuesta colectiva y solidaria o reaccionando con un “sálvese quien pueda” de corte individualista.
Nosotros, como cristianos no tenemos una competencia política específica, ni la responsabilidad de gobernar. Los políticos y nosotros, (como políticos, si lo somos, o como ciudadanos participantes de la vida política), tienen y tenemos una función específica elaborando un discurso que asuma ciertos valores y proponiendo unas determinadas medidas de política económica. Nuestra palabra cristiana primera no es, por tanto ni técnica (en lo económico) ni partidista (en lo político); no se puede ni se debe avalar o impugnar religiosamente el conjunto de medidas anticrisis que son discutibles en sus términos más concretos para la ciencia política o la económica. Pero sí se pueden discernir, a la finalidad humanizadora, las alternativas que políticos y expertos nos ofrezcan.
La actitud profética que nace de nuestra fe nos ha de mantener lúcidos, realistas, conociendo la situación, vigilantes, con espíritu crítico para saber discernir si las perspectivas de análisis, las orientaciones y las medidas que se adoptan en la práctica están o no al servicio de la persona, de todas las personas y grupos humanos, principalmente de los más pobres. Porque, si bien es cierto que en economía no se puede hacer sin más lo que uno desea de un modo voluntarista, también es cierto que ante los problemas económicos caben siempre distintas terapias y que éstas distribuyen de diversa forma entre unos grupos humanos y otros, los costes de los ajustes.
La actitud humanística y profética también nos impulsa a mantener
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