El Papel De La Religion

Los compromisos religiosos pueden de hecho suponer un gran apoyo para el comportamiento ético correcto, pero no hay una conexión necesaria entre las dos cosas. Muchas objeciones a la religión están basadas en la ética y dicen lo mismo de modos distintos: la religión no solamente no favorece un buen comportamiento, sino que de hecho estorba a las personas en sus esfuerzos hacia lo que es éticamente correcto. Primero, ofreciendo la promesa de la felicidad en una vida futura, la religión seduce a los seres humanos, y los aparta del deber de corregir los males y las injusticias en esta vida. Sin embargo un verdadero acto religioso es una acción del tercer nivel: un acto llevado a cabo, no para conseguir un objetivo futuro específico, sino para participar ahora del bien de la religión, “vivir una vida piadosa”. Alguien podría objetar que esto deja a las personas expuestas a la acusación de ignorar otros bienes humanos. Pero esto no puede ser el caso si realmente participan del bien de la religión. Como hemos visto antes, los bines “reflexivos” son mutuamente dependientes. Una segunda objeción contra la religión apoyada en fundamentos éticos, es que la religión destruye la libertad humana. De acuerdo con la religión, se dice que los seres humanos son buenos si son obedientes a Dios; arrebatándole a los seres humanos su autonomía y reducirlos a un estado de sometimiento. Una manera de intentar contestar a esta objeción es asegurar que la religión no hace demandas a nadie: la religión no tiene ninguna conexión con la moral, es de hecho fundamentalmente amoral. Una solución mejor a esta objeción la encontramos en el hecho de que las responsabilidades no se imponen externamente, sino que surgen de forma natural de la realidad de la persona humana. Aquellos que actúan moralmente consiguen una realización más plena de su personalidad. Ya que actuar moralmente significa esencialmente dentro de una estructura de un compromiso fundamental, o conjunto con ellos, se puede decir que las personas que actúan de este modo se han comprometido a actuar con una libertad de autodeterminación. El estado contrario sugiere o bien una espontaneidad simplemente premoral, o bien “hacer lo que a uno le plazca”, lo cual es inmoral. Además incluso admitiendo el mandato religioso de hacer la voluntad de Dios, las responsabilidades asociadas con la religión se convierten en responsabilidades morales del mismo modo que aquellas que han surgido de cualquier otro bien humano fundamental. Se tiene la responsabilidad de hacer ciertas cosas y de no hacer otras para realizarse plenamente como hombre. Sus mandamientos tienen que ser obedecidos porque lo que manda es humanamente correcto y bueno, no porque se convierta en correcto y bueno por el hecho de que sea Dios quien lo mande. Una tercera objeción a la religión está basada en la realidad del mal. Si Dios fuera todopoderoso, inmensamente bueno y tuviera un conocimiento cabal, entonces

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