Malas Palabras
Enviado por pereztiorca • 28 de Mayo de 2013 • 655 Palabras (3 Páginas) • 421 Visitas
son conocidas como malas palabras, groserías, palabras altisonantes, leperadas, vulgaridades, insultos y en algunos lugares como carnes. Son diferentes formas de dar a conocer aquella palabra que señala de manera despectiva un acto, persona o cosa. Con frecuencia la mala palabra se refiere a la sexualidad, a los progenitores, apariencia, discapacidades físicas o a las capacidades mentales de la persona. Lo ofensivo también puede estar en la intensión, con esto no excuso a los que se amparan en la formula graciosa y se justifican con ella. Al decir intensión es en el concepto que se tiene en dicho lugar una palabra de uso común ya sea para un país, una cultura; incluso puede referir a un utensilio pero para otro país u otra cultura esa misma palabra es totalmente diferente, incluso contraria y antagónica y es tomada como vulgar, altisonante o insulto. Esto es muy común en los países de Latinoamérica que tienen un mismo idioma pero con sus muchas acepciones.
Las malas palabras no deben ser utilizadas de ninguna manera. Cierto es que muchas veces pueden salir cuando la persona se encuentra irritada y no tiene dominio de sí. Cuando esto sucede hay que dejar pasar el tiempo para que se calmen los ánimos y pedir perdón. Este tipo de palabras regularmente son pronunciadas por complejo o para llamar la atención. En cualquiera de los casos un cristiano nunca debe mencionarlas. Hace poco una persona me escribió contando que una persona de la Iglesia había dicho que él era de mente abierta y no era escrupulosa, por lo mismo pedía que los demás fueran de amplio criterio para no juzgarlo a la ligera, ya que el caso ameritaba decir esas palabrotas. No hay ningún caso que amerite decir, ni pensar palabrotas, porque somos hijos de Dios y debemos comportarnos como tal. La biblia dice: «El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su corazón. Pues de lo que abunda en su corazón habla su boca.» (Lc. 6, 45)
Las groserías siempre se aprenden en un lugar y con un tipo de personas. Lo importante es ser sabio y buscar la forma de cambiar el ambiente para que el ambiente no te cambie.
«Los malos compañeros echan a perder las buenas costumbres.» (1 Cor. 15, 33).
A continuación quiero decir un discurso tomado literalmente de la Palabra de Dios. Alguien podrá decir, es que el padrecito ya no quiere que digamos malas palabras, pero no es que yo no quiera, Dios es quien nos lo señala en su Palabra. Las siguientes citas bíblicas son claras y sencillas.
«Ustedes deben portarse como corresponde al pueblo santo: ni siquiera hablen de la inmoralidad sexual ni de ninguna otra clase de impureza o de avaricia. No digan indecencias ni tonterías ni vulgaridades, porque estas cosas
no convienen; más bien alaben a Dios.» (Ef. 5, 3-4)
«Su conversación debe ser siempre agradable
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