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Manual Biblico


Enviado por   •  27 de Mayo de 2014  •  15.842 Palabras (64 Páginas)  •  358 Visitas

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MANUAL BIBLICO

(GRATIS) -Contenido:

UNA GUÍA COMPLETAMENTE FUNDAMENTADA EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS, PARA APRENDER DE UNA FORMA FÁCIL E INTERESANTE LAS ENSEÑANZAS DE LA BIBLIA.

Capítulo 1 - ¿Creación o Evolución? Estudios MARANATHA

La historia de la humanidad se desarrolla entre dos eternidades. La eternidad pasada y la eternidad futura.

Eternidad es donde no transcurre el tiempo. Nuestras mentes finitas no pueden concebir lo que no tiene fin. Muchos otros han tratado de desentrañar lo que es el tiempo, pero ni aún a través de figuras han logrado explicarlo. La Biblia nos dice que el tiempo es el deterioro que el pecado produce sobre la creación.

Hubo una época, antes del principio de la creación de Dios, donde no había cielos que manifestaran Su Gloria, ni ángeles que cantaran sus alabanzas, no había tierra ni cosa creada sobre ella que ocupara Su atención. No había nada ni nadie, solo Dios. Esta época de la soledad de Dios, es lo que llamamos la eternidad pasada.

La eternidad futura comenzará después del reinado de mil años de Cristo sobre la tierra. Ap.10:6 "y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más".

El día que entró el pecado en la creación, el tiempo comenzó a correr inexorablemente. Y se detendrá nuevamente cuando el pecado sea totalmente aniquilado de la creación.

Rm.8:22 "Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora".

2Cor.5:2 "Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial".

Sabemos que entre el versículo l y 2 del Cap.1 de Génesis, transcurrió un tiempo no definido, que bien pudieron ser millones de años.

Gn. 1:1 "En el principio creó Dios los cielos y la tierra".

Dios se define así mismo en Su Palabra como Dios de orden y Luz. De allí entendemos que Dios no pudo haber creado en el principio un mundo desordenado, vacío y en tinieblas.

Gn.1:2 "y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo".

La Biblia no es un libro para probar la existencia de Dios. Comienza con esta afirmación que ninguna de sus criaturas debería poner en duda: "En el principio creó Dios los cielos y la tierra". Es más, dice la Palabra del Señor en el Salmo 14 : "Dice el necio en su corazón: No hay Dios".

El Todopoderoso califica de necio al que ponga en duda o niegue su existencia, haciendo alusión a los que se declaran agnósticos o ateos. Porque aunque desconocieran la Biblia, dice el Creador en Rm.1:19 " Lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa".

No tienen excusa, porque todo lo creado tiene el sello divino de su Creador, de tal modo que solo un necio podría negarlo. Es lo que afirma en los versos siguientes, Rm.1:22 "Profesando ser sabios, se hicieron necios".

Todo lo creado revela la mano de su creador, su carácter y sus planes eternos. Si elevamos nuestros ojos, allí está ese inconmensurable cielo con sus infinitas luces titilantes como un gran letrero luminoso que anuncia la existencia de Dios. Dice el Salmo 19 "los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos".

Si fijamos nuestra atención en cosas tan simples como un gusano, allí también podemos ver la mano de Dios y gozarnos al contemplar como aún a través de esas criaturas, Dios nos revela grandes maravillas. En ellos vemos reflejado todo el proceso de la conversión del pecador que se arrastraba en el polvo del pecado, pero que un día entra en un capullo, para que a solas con su creador, se produzca el milagro más maravilloso que podamos contemplar.

Desde la oscuridad y soledad de ese capullo, no volverá a salir la criatura repulsiva que se arrastraba, sino un nuevo ser, con colores muy hermosos, y más sorprendente aún, con alas que lo elevan con gracia hacia esas alturas que su creador le ha asignado como nueva morada para él.

Dios pudo haber creado desde sus comienzos a dos criaturas distintas que satisficieran su voluntad, pero no, él usó el mismo gusano para transformarlo en una nueva criatura, para mostrarnos cual habría de ser la transformación, la metamorfosis del pecador perdido, en el cambio maravilloso que el Espíritu Santo iba hacer en el pecador perdonado, para transformarlo en un verdadero hijo de Dios.

También a través de la formación de una valiosa y hermosa perla podemos ver reflejado los planes del creador. Un ser vivo, en este caso un molusco, es afligido y atormentado por una pequeña piedrecilla que hiere sus sensibles membranas. El Creador proveyó como defensa para esta criatura, una glándula que segrega una substancia que envuelve el cuerpo extraño; esta materia se solidifica y el molusco prosigue envolviéndola con nuevas capas hasta hacer desaparecer todas las aristas que herían sus membranas. El resultado es que esa piedra sin valor alguno, no solamente es transformada en una perla de gran precio y hermosura, sino que lo más asombroso es que ahora puede convivir con ese ser vivo que lo acepta para siempre.

Dios pudo haber provisto como defensa para esta criatura unas manecillas o fuentes de expulsión, como otros lo poseen para librarse de estos cuerpos extraños, pero no, él ideó todo este proceso porque desea darnos a conocer lo que Cristo Jesús habría de hacer por nosotros. Él nos recibe, aunque nosotros únicamente causamos dolor a la sensibilidad de su santidad. Él nos envuelve con su amor, su paciencia, su misericordia, su justicia, y nos transforma en algo de gran precio para él, pasamos a ser hijos de Dios, reyes y sacerdotes del Dios altísimo.

Otro tanto podríamos decir del hermoso lenguaje que emplea en su creación para darnos a conocer la vida, la muerte y la resurrección a través de los árboles, que en Verano florecen y se llenan de vida, luego en Otoño se secan, para en Primavera anunciarnos que hay resurrección después de la muerte. Este ciclo nos habla de la muerte y resurrección.

Y qué diremos de la hermosa transformación que Dios hace del negro y quebradizo carbón, que después de permanecer largo tiempo en las entrañas de la tierra, sometido a tremendas presiones y temperaturas muy especiales, es sacado de allí no como algo de poco valor y carente de hermosura, sino que

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