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SOCIALIZACIÓN E INFANCIA EN LA TEORÍA SOCIOLÓGICA


Enviado por   •  8 de Febrero de 2015  •  7.870 Palabras (32 Páginas)  •  227 Visitas

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SOCIALIZACIÓN E INFANCIA EN LA TEORÍA SOCIOLÓGICA

Lourdes Gaitán

Grupo de Sociología de la Infancia y la Adolescencia

1. Introducción

La crítica al paradigma funcionalista de la socialización fue uno de los argumentos clave en los que descansaron los primeros trabajos de lo que dio en llamarse nueva sociología de la infancia. La insatisfacción con las formas habituales de explicar a la infancia dentro de las ciencias sociales se encuentra en la raíz de las propuestas que distintos autores, que procedían de diferentes escuelas de pensamiento, disponían de diferente background académico y desarrollaban su actividad como docentes o investigadores en diferentes partes del mundo (occidental) comenzaron a realizar a partir de los años 1980 (Qvortrup et al. 2011).

En el ámbito de la sociología esta crítica resultaba muy importante puesto que se dirigía a la esencia del pensamiento sociológico dominante con respecto al papel atribuido a los niños en la sociedad, esto es, el de material plástico en el que es posible introducir tempranamente los mejores hábitos y pensamientos que faciliten el mantenimiento del orden y el logro de la buena sociedad. La brevedad de la etapa infantil, junto con las grandes expectativas colocadas en la eficacia de una buena socialización justificaban los esfuerzos de todo un ejército de pedagogos, educadores, trabajadores sociales y psicólogos que asumieron como principios axiomáticos las propuestas funcionalistas sobre la infancia como etapa privilegiada en la vida de los seres humanos para el aprendizaje de las pautas que orientan el desempeño de roles sociales.

Una vez derribado el mito de la concepción funcionalista de la socialización, que junto con el mito del desarrollo evolutivo se consideraban los dos fundamentos teóricos clave para la constricción de la infancia al orden (Jenks, 1982) la nueva sociología de la infancia pareció desentenderse un tanto de los desarrollos teóricos, orientándose mucho más a la demostración empírica de que otro papel de los niños es posible dentro de una concepción diferente del significado de la propia infancia. De esta manera, solo mucho más recientemente se observa la inquietud por profundizar en aspectos teóricos entre los interesados en el desarrollo de esta subdisciplina sociológica.

La presente comunicación parte de una reflexión sobre el qué, el cómo y el porqué, de la crítica a la teoría funcionalista de la socialización, dentro de los escritos pioneros de la nueva sociología de la infancia de los años 1980, para a continuación preguntarse sobre las razones aparentes por las que, después de eso, no se ha elaborado una noción alternativa de socialización. ¿Es porque se duda de que exista un proceso de adquisición de conocimientos sobre las normas y formas de vida en sociedad al que, de cualquier manera, pueda llamarse de “socialización”? ¿O es la forma en la que se conceptualizó la socialización y se unió irremediablemente a la infancia lo que resulta inaceptable? Si la respuesta a esta segunda pregunta fuera afirmativa, cabría preguntarse, a continuación, si es posible hacer una relectura alternativa de los textos clásicos o más bien se debe buscar en otros autores y escuelas –modernos o postmodernos- las bases para releer la socialización de un modo más afín y coherente con los presupuestos en los que se sostiene la actual sociología de la infancia.

Nuestra posición es la de considerar que esto último es posible y también que existen fundamentos en la nueva sociología de la infancia para realizar una redefinición del proceso de socialización cuando éste se produce en las primeras etapas de la vida de los seres humanos. Un proceso que no es tanto unidireccional, como bidireccional, es decir, no se mueve solo desde los seres más experimentados hacia los más noveles, es decir, desde los adultos hacia los niños, sino que consiste en un complejo conjunto interactivo en el que los nuevos (los niños) intervienen activamente, a través de relaciones verticales (ascendentes y descendentes) y horizontales (con sus semejantes). En este sentido, hay dos herramientas teóricas que han estado presentes en la nueva sociología de la infancia desde su origen: una es la idea de “generación” y la otra la de lo “relacional”. Especialmente sólida nos parece la primera de ellas que además, entre otras ventajas, presenta la de facilitar el entronque de la sociología de la infancia en la corriente principal de la sociología moderna, como trataremos de demostrar.

2. La crítica al paradigma funcionalista de la socialización

Convencionalmente, la sociología ha considerado la infancia como el ámbito privilegiado para la socialización, como una etapa donde es posible introducir primariamente valores y formas de conducta socialmente aceptados, que darán lugar a una correcta integración social. En con¬secuencia, el interés de la sociología por la infancia se ha centrado, de una parte, en los procesos de socialización y, de otro lado, en el análisis del comportamiento de las principales instituciones encargadas de llevar a cabo el proceso socializador: familia y escuela. En ambos casos los niños no constituyen el objeto formal de estudio, sino uno instrumental respecto a los fines principales: el orden del sistema social, el funcionamiento de las instituciones sociales. Desde esa perspectiva, el objeto de estudio tampoco era la infancia sino el fenómeno de la socialización de la infancia y las desviaciones que se producían en las pautas marcadas de este proceso. Es a estas visiones convencionales a las que la emergente sociología de la infancia se opone decididamente, haciendo de esta oposición una de sus señas de identidad.

Algunas muestras del rechazo que provocan esas visiones convencionales podemos encontrarlas en Qvortrup (1993:14) cuando afirma que “el concepto de socialización, en su significado evolucionista, no es útil para razonar en términos sociológicos a menos que se considere como expresión de las actitudes, influencia y poder de los adultos”. De forma semejante, Ivar Frones (1994:161) afirma que las teorías sociológicas no analizan el proceso de socialización como tal, sino desde la perspectiva de lo que este proceso produce. James y Prout (1997:13) destacan que el binarismo (niño/adulto) implícito en el modelo psicológico fue absorbido acríticamente en la teoría de la socialización clásica, y de este modo los niños son considerados dentro de ella como seres inmaduros, irracionales, incompetentes, asociales y aculturales, justo la cara opuesta de las características que se atribuyen a los adultos; en dicho supuesto, la socialización sería el proceso que transforma mágicamente lo uno en lo otro. Corsaro (1997:10) señala como debilidades de lo que él mismo denomina

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