Teología de los Sacramentos.
Enviado por ANGEL910525 • 27 de Septiembre de 2016 • Documentos de Investigación • 66.396 Palabras (266 Páginas) • 260 Visitas
CAPÍTULO I
EN LAS FUENTES DE LA TEOLOGÍA
SACRAMENTAL
LA REFLEXIÓN teológica es siempre posterior a la realidad a la praxis y a las experiencias de la fe. La teología de los sacramentos es, por eso mismo, posterior a la praxis sacramental de la Iglesia. El teólogo es aquel carismático que aporta a las comunidades cristianas claves y perspectivas para comprender la experiencia de la gracia en el contexto de la experiencia humana de su época y ayuda a los creyentes a dar razón de su fe en cada momento histórico. Todo bautizado, todo hombre es potencialmente un teólogo, alguien que tiene posibilidades de comprender el misterio de Dios, de expresarlo, de dar razón de él. Con todo, el Espíritu envía frecuentemente a su Iglesia hombres, o mujeres, que con su sabiduría estimulan la función teológica en el pueblo de Dios.[pic 1]
En este primer capítulo vamos a fijar nuestra mirada en el primer milenio de la Iglesia. En ese milenio, agraciado con extraordinarios creyentes, aparecieron importantes planteamientos teológicos. Nosotros vamos a centrarnos en el tema sacramental y a preguntarnos cúales fueron las primeras perspectivas teológicas, de qué forma se fue entendiendo el misterio de los sacramentos y bajo qué categorías fueron unitariamente comprendidos y articulados.
Como punto de partida, conviene recuperar la extrañeza ante el siguiente dato: la Iglesia católica empezó a hablar de los siete sacramentos" y elaboró su noción teológica en una época relativamente tardía dentro de su larga y secular historia de veinte siglos: en el siglo XII; y sancionó esta perspectiva más tarde aún, en el siglo xv, con el concilio de Trento.[pic 2]
Las siete realidades, llamadas sacramentos, son los principales símbolos religiosos y ritos que nuestras comunidades eclesiales, presididas por un ministro ordenado, realizan cuando celebran la presencia salvadora del misterio de Cristo. Las principales celebraciones rituales (bautismo, eucaristía) ya existían en la Iglesia apostólica como símbolos de la presencia de Cristo Jesús en su Iglesia; sobre ellas se reflexionaba teológicamente. Las demás celebraciones simbólicas de la Iglesia fueron configurándose simbólica y ritualmente en un progresivo y lento proceso. La denominación de estos ritos con el nombre de "sacramento" fue bastante posterior a su existencia. En todo caso, no deja de ser sorprendente que una denominación, que hoy nos parece tan importante, no fuera conocida por la Iglesia apostólica, ni utilizada en el mismo sentido que nosotros por la Iglesia de los santos padres.
Los siete sacramentos, por otra parte, no son los únicos símbolos sagrados o las únicas celebraciones rituales de la Iglesia. Hay en ella un sistema simbólico y ritual más amplio. Basta pensar en el gran símbolo del año litúrgico, en los diversos rituales de consagración.
En este capítulo queremos formularnos una serie de cuestiones que juzgamos especialmente importantes para dar razón de nuestra fe:
¿Por qué razón las siete realidades (bautismo, confirmación, eucaristía, penitencia, unción de los enfermos, orden sacerdotal y matrimonio) fueron clasificadas por la teología de la Iglesia conjuntamente bajo una misma categoría "sacramento' y formando un todo homogéneo?
¿Por qué precisamente esos siete símbolos y no otros? ¿Por qué razón fueron excluidos otros ritos?
¿Se detecta ya en el Nuevo Testamento algún intento o esbozo de clasificación teológica y bajo qué denominación o perspectivas?
¿ Por qué motivo estas realidades de la praxis celebrativa de la Iglesia fueron denominadas con la palabra "sacramento" dentro de la Iglesia católica de Occidente y "mysterion" dentro de la Iglesia de Oriente?
¿Qué tipo de teología sacramental se ha ido elaborando a partir de esos presupuestos y en qué momento nos encontramos?
He aquí la razón del itinerario histórico-teológico que vamos a seguir. Eludiremos entrar en la evolución de los ritos y todo aquello que haga directamente referencia a la liturgia sacramental. Pero sí que nos detendremos en algunos momentos históricos importantes, para recabar aquellos datos que nos puedan explicar la evolución teológica en la Iglesia. Sólo tomando como punto de partida una selección de los datos históricos más importantes, fundamentales y comprobados podremos construir una reflexión sistemática y crítica que resulte creíble al hombre de hoy. Mas no solo esto: una buena fundamentación histórico-teológica nos dará aquella sabiduría que permita distinguir entre lo permanente y lo circunstancial lo absoluto y lo condicionado.[pic 3][pic 4]
El primer milenio nos ofrece un marco excelente para encontrar respuesta a nuestras cuestiones: en primer lugar, en los escritos del Nuevo Testamento, después en los escritos de los padres griegos y latinos.[pic 5]
1. Bautismo y eucaristía:
Mediaciones y símbolos del "éschaton[pic 6]
Aún no habían sido utilizadas las categorías teológicas de "sacramento" o "misterio" y ya hubo quienes intuyeron que el bautismo, la eucaristía e incluso el perdón de los pecados formaban un conjunto significativo y que era necesario entenderlos unitariamente l ; descubrieron en ellos analogías, interacciones, complementariedades. Nos referimos a los principales autores del Nuevo Testamento: Pablo, Marcos, Mateo, Lucas, Juan.
l . I. Mediaciones del nuevo éxodo
El éxodo del pueblo de Dios no fue nunca considerado como un mero acontecimiento pasado. Aquella liberación, que marcó la identidad del pueblo, era celebrada y actualizada
[pic 7]
I El teólogo español Luis Maldonado ha elaborado una reflexión acertada y original sobre la unidad y conexión que, según el Nuevo Testamento, se da entre las realidades que más tarde la Iglesia llamaría sacramentos (Cf L. MAI DONADO Sacramentalidad evangélica. Signos de la presencia para el camino, Sal Terrae, Santander 1987, 157-216). Voy a seguir su intuición y esquema, aunque los presentaré sintéticamente y, en algunos puntos, lo desarrollaré desde otras perspectivas.[pic 8]
anualmente en la pascua. Pablo lo reconoce. Pero su experiencia del Señor resucitado le permite descubrir algo sorprendente: el éxodo fue un símbolo, un typos, de otro éxodo en el que está comprometida la Iglesia, el cuerpo de Cristo resucitado en el tiempo. Y así como en el primer éxodo los padres del pueblo fueron bautizados en Moisés, estuvieron bajo la nube y comieron el mismo alimento y bebieron la misma bebida, así también en el éxodo definitivo de la Iglesia los creyentes son bautizados en Cristo, están bajo la nube del Espíritu, comen y beben el pan y el vino eucarísticos. Aquellos hechos eran el símbolo, las figuras de éstos. Así lo describe I Cor IO, 1-6a.
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