Una Fe Violenta
Enviado por chris1013 • 5 de Mayo de 2013 • 2.599 Palabras (11 Páginas) • 412 Visitas
UNA FE VIOLENTA.
Algunas veces nos encontramos con ciertas cosas en nuestra vida en las que simplemente mantenerse no será suficiente. A veces, tienes que hacer algo fuera de lo común: correr el riesgo, salir de tu zona de comodidad. ¡Algunas veces tienes que hacer algo! Mi definición de fe violenta es: "pura determinación, agresividad en el Espíritu, una actitud de perseverancia, y puras agallas". Es un espíritu de ir contra la norma, ir contra la marea, contra la opinión pública, contra la percepción y, algunas veces, hasta contra el sentido común.
Pero, ¿qué es la fe? La fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve (vea Hebreos 11:1). Fe es la confianza absoluta en que lo que yo quiero y lo que deseo como hijo de Dios ya es mío, y va a suceder. No tengo que pensar en ello ni preocuparme; sé lo que dice la Palabra, y estoy firme en la fe. Cuando parece que no queda nada donde estar firme, sigo firme. No puedo verlo con mis ojos, oírlo con mis oídos o tocarlo con mis manos, pero sé que Dios es fiel a su Palabra.
Fe es creer a pesar de tus circunstancias y lo que te rodea. Sin importar cómo pueden parecer tus circunstancias, tienes plena confianza en que sucederá lo que estás esperando. El enemigo te estudia de cerca con el fin de poder identificar tus debilidades y utilizarlas contra ti, pues él puede decir cuándo tienes una mirada de fe y cuándo la tienes de duda.
Puede que estés diciendo: "Bueno, no sé. Supongo que esto lo saqué de mi mamá. Ella tuvo esta enfermedad, y supongo que mi destino era tenerla en un momento u otro".
¡Esa basura tiene que parar! Tienes que estar plenamente persuadido de que lo que Dios ha dicho sobre la sanidad o sobre cualquier otra cosa con respecto a sus hijos, ¡Él la hará!
Las maldiciones generacionales fueron destruidas cuando Pablo, bajo la inspiración del Espíritu Santo, declaró: "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu" (Gálatas 3:13-14).
Smith Wigglesworth, en un libro devocionario que escribió, dice: "La fe se niega activamente al poder del diablo", porque se niega a ceder a sus mentiras, se niega a aceptar sus palabras, se niega a ceder al temor y a la depresión, pero está firme activamente en lo que Dios ha dicho y lo que su Palabra ha dicho.
Dios quiere hacer lo impensable, lo innegable y lo increíble por medio de una persona que se atreva a creerle con una fe violenta. La Biblia dice que andamos por fe y no por vista. No podemos fijar nuestros ojos en lo natural, porque, en lo natural, la situación no parece buena.
En Números 13, los doce espías fueron enviados por Moisés a espiar la Tierra Prometida. Diez de ellos vieron en lo natural, pero hubo dos (Josué y Caleb) que "tenían un espíritu diferente": un espíritu violento. No hay duda de que ellos vieron en lo natural, pero miraron más allá de lo natural y vieron lo sobrenatural.
La situación no parecía buena porque había gigantes allí, pero Josué y Caleb no lo consideraron como oposición. Ellos lo consideraron como una oportunidad de que Dios fuera quien Él dijo que era para los hijos de Israel. Ellos anunciaron a Moisés y al pueblo de Israel: "Subamos de inmediato, y tomemos posesión de ella; porque podemos derrotarlos".
Cuando te enfrentes con gigantes, no los niegues ni finjas que no están ahí. ¡No! No niegas el hecho, sino que crees la verdad. El hecho es que, en lo natural, hay gigantes. Es cierto que tienes un cáncer, pero lo cierto es que: "Por su llaga fuimos curados". Y entonces declara, como hizo Josué: "Puedo conquistarlo".
Siempre habrá gigantes, y la mala noticia es que los gigantes son cada vez más grandes. Siempre habrá una oposición a tu misión. Si no me crees, entonces simplemente intenta bajar de peso y abrirán una pastelería muy cerca de tu casa. Si estás orando por la salvación de tu esposo, él se rebelará aún más. Si oras por la salvación de tus hijos, ellos se irán y harán algo que te avergüence. Siempre habrá una oposición a la misión que Dios te ha encomendado. Por eso, no puedes caminar en lo natural, sino en lo sobrenatural. "El justo por la fe vivirá” (Hebreos 10:38). Dios nos ha dado propósito, destino y promesas, y Él guarda sus promesas y las cumple. Cuando te encuentres con esos gigantes, tienes que tener un espíritu como el de David, que dice: "Tú vienes a mí con lanza, con espada y con escudo, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor". David se encontró con su Goliat, y el gigante se encontró con su muerte.
¡SACA LA BASURA!
Dios me recordó algo que me ocurrió en mi viaje para ejercitar una fe violenta y apren der obediencia. Recuerdo muy bien estar enferma de bronquitis, lo cual, según mi médico, se había convertido en neumonía. Mientras estaba sentada en la oficina de mi médico coreano, lleno del Espíritu, él me dijo en su inglés chapurreado: "Hermana Jacobs, muy enferma. Usted al hospital. Necesita goteo. Se queda en el hospital, no sé, quizá cuatro, cinco días o una semana".
En aquel punto en mi caminar con el Señor, yo era inflexible en mi determinación de pasar al nivel siguiente de fe. Sabía que si quería ver a los enfermos sanados y liberados, yo personalmente tendría que caminar en sanidad y liberación. Así que le dije: "No, doctor, usted no comprende. Dios va a sanar mi cuerpo. No puedo ir al hospital. Debo confiar en Dios".
Llegué a mi casa después de estar en la oficina del médico más firme en que algo estaba a punto de ocurrir con mi nivel de fe. Te digo que yo no me estaba divirtiendo mucho al aprender esta lección, pero quería a Dios y todo lo que Él tuviera para mí, y no estaba dispuesta a ceder.
Allí estaba yo en mi cama, aislada de mi esposo y mis hijas. Me encontraba tan débil que apenas podía levantarme de la cama para ir al baño yo sola. Allí estaba, creyendo en un milagro, esperando que un ser angelical entrara en aquel cuarto en cualquier momento e impusiera sus manos sobre mí. Entonces sencillamente me levantaría, y todo habría terminado. ¡Pero no fue eso lo que ocurrió!
Estaba muy abatida cuando oí claramente el mandato del Señor: "Levántate de esta cama, baja las escaleras ¡y ordena a esta basura que salga de tu casa y de tu cuerpo!".
Yo conocía la voz del Señor, y por eso le dije a Dios: "Muy bien, Dios, pero voy a llamar a mi esposo y decirle que lo haga. Después de todo, él es el sacerdote y el profeta en nuestra
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