ADOLESCENTE EN APUROS
Enviado por fredycl • 7 de Noviembre de 2012 • 1.768 Palabras (8 Páginas) • 493 Visitas
“En el jardín de la vida, donde todo parece prometer solo éxitos y felicidades futuras, cuando cantas con los hermosos años de adolescente, vas a clases de piano, estudias tus materias y obtienes buenas notas, cuando te sonrojas con las primeras miradas de niña mujer, jamás, pero jamás se te ocurre pensar que pueda llegar un día en que vas a llorar. Porque eso es parte de la adolescencia, el mirar para adelante con todas las esperanzas puestas en el futuro es un punto fundamental de esta etapa.
Te enseñan que, “si eres una niña buena, o un buen niño, y haces lo que tus padres y maestros dicen, serás feliz”, y si a esto le agregas alguna creencia o fe religiosa, te enseñarán que si te comportas como Dios manda, tendrás un matrimonio exitoso y una vida lleno de dicha.
Ojo que no estoy en contra de los buenos principios, ni de ninguna creencia que oriente los buenos modales, o la fe en Dios. Simplemente quiero razonar que estas, no son recetas que garanticen la dicha conyugal, ni el éxito en la vida, no es así. Sino lo que quiero decir es que, como a mi mismo me ha pasado en algún momento del la vida, me encontré con que- “no me prepararon en ningún lugar para enfrentar el desengaño o la tragedia”-, creo que para eso no hay clases de salvataje, no nos preparan psicológicamente ni físicamente para ser “fuertes” nos hacemos fuertes tras los golpes y avatares de la vida, aprendemos a nadar nadando, y a sobrevivir sobreviviendo.
El punto es ¿qué hago con esto, lo utilizo para llorar lágrimas eternas de lamentos o para, como en una escalera, seguir subiendo los pasos de la vida hasta el final del camino?
La mayoría de las veces no entendemos ni vamos a entender los ¿porqué?, de las cosas que nos suceden, solo aprendemos a convivir con el dolor, y a dejar de lado los recuerdos para que estos no destruyan los nuevos momentos de dicha que puedan surgir.
Mucho más cuando nuestro enemigo resulta ser quien ha dormido a nuestro lado, quien prometió amarnos y respetarnos hasta que la muerte nos separe. Es quien más hondo clava la daga al momento de la traición. Y sangras noches enteras sin conciliar el sueño, sin encontrar el punto de “tu error”, para merecer tal dolor.
“La recuerdo tan claramente como si fuera hoy, caminando con su bebé colgado en la sillita que cargaba a sus hombros , cubriéndolo con sus brazos, mientras caminaba por las calles de la ciudad bañada en lágrimas, mirando carteles de casas vacías para alquilar, pensando que ¿cómo lo iba a lograr?, masticando preguntas sin respuestas entre la niebla fría.
Si había hecho todo bien como le habían enseñado ¿porqué ahora sucedía lo que nunca esperó?
Recibía desprecio y dolor, como si fuera una cosa que se desecha, que ya no sirve que nada importa. Él la había echado de su propia casa ¡Dios mío había dado a luz recién! ¿Cómo es posible no tener sentimientos hacia una madre, hacia un hijo, hacia a quien te ha entregado su vida, a cambio solo de amor? La vida le estaba enseñando que eso no cuenta cuando hay mucho dinero y poder en juego, que hay personas que venden a su propio hijo, por mucho menos ¿Cómo él no lo haría por una gran fortuna, una niña rica y una casa grande?
Dentro de toda esa tristeza el niño se enferma de los pulmones, por el exceso de frio tomado en las calles, pero Dios siempre tiene un alma buena en el camino de los inocentes, una familia amiga la recoge en su casa y durante tres meses la sostuvo sin reclamo ninguno.
En una de esas llamadas misteriosas de él, deja al bebé con la amiga y sale a la calle ilusionada, -¡quizás estaba arrepentido y se había dado cuenta de su error!-pensó- , pero dura poco la ilusión, menos de lo que dura un sus piro, dentro de la oscura camioneta, es amenazada con que le sacarían al niño si no firmaba los papeles de la casa y la renuncia a la separación de bienes. Asustada, firma los papeles y sale de la camioneta medio mareada, borracha de dolor, con la vista totalmente nublada por las lágrimas, incrédula de lo que acababa de suceder y regresa a cobijar al niño.
Por problemas de salud de su madre, le ocultó durante esos primeros tres meses lo que le estaba sucediendo, pero a la larga eso no escapa del corazón de una madre, así que esa tarde de sábado mientras leía una carta que su hermano le escribía desde lejos, su madre descubre lo ocurrido, lloró durante todo el fin de semana por su hija, por su nieto y la desilusión de un yerno a quien había aprendido a querer. El lunes le da un “derrame cerebrovascular” dejándola en estado vegetativo durante un tiempo y luego fallece.
No, es verdad, nadie apunto un gatillo en su cabeza, y como he oído por ahí,- “eso le paso a tu madre porque ustedes no la cuidaban”,- dijo años más tarde una voz al teléfono, – no por lo que te hizo mi hijo-.”
¿Dónde estaba la adolescente que soñara despierta tan solo cuatro años atrás? No lo sabía, solo miraba a su hijito y decía: – Mi hijo querido, mi bebé
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