Análisis Catedral De Rouen Arte
Enviado por ivym16 • 13 de Junio de 2013 • 1.808 Palabras (8 Páginas) • 1.726 Visitas
ANÁLISIS DE LA OBRA DE ARTE
Entre 1892 y 1894, el pinto impresionista francés, Claude Monet, decide llevar a cabo una serie de
31 lienzos con el mismo motivo pictórico bajo distintas condiciones de luz y clima. “El clímax del
impresionismo”. Así se ha descrito a la serie de vistas de La Catedral de Rouen que tanta
admiración provocaron en la crítica de su tiempo. Catedral de Rouen, en blanco y oro a pleno sol
(1894) es la que ocupa, en este caso, nuestro análisis.
Desde el punto de vista técnico podemos distinguir los siguientes elementos:
En cuanto al tema, se trata de una pintura arquitectónica pues muestra la fachada principal de la
Catedral de Rouen, en Francia.
En lo que a elementos plásticos se refiere, la línea y el dibujo de la pintura apenas se perciben un
poco por los arcos y las torres de la fachada, aunque más que líneas son el producto de la luz y las
sombras lo que hace que se note dicha resolución. La definición del resto de trazos, como son los
detalles del frente a ambos lados del arco central está diluida, borrosa y desvanecida en la
estructura. Es una representación dinámica donde las formas se diluyen consiguiendo ese
dinamismo a través del efecto “pixelado” que ofrece la pintura impresionista y la luz a la que está
sometida la impresión que le da nombre al movimiento.
Monet consigue dar el volumen a esta composición a través de la gradación de la luz (zonas
iluminadas por el sol más brillantes y zonas más oscuras bajo los arcos donde el sol apenas llega) y
de la gradación del color (que va del blanco al negro, pasando por el ocre y el naranja).
En cuanto a la perspectiva podemos decir que el punto de vista (cercano en exceso) que adoptó
Monet para realizar esta composición, hace que haya una ausencia de la misma. El autor hace que la
catedral pierda su grandiosidad ya que incluso queda seccionada en las torres y pináculos; el
edificio no es más que una excusa para experimentar con la atmósfera, la luz y lo instantáneo.
El volumen y el espacio están representados bajo la luz diurna (medio día) con lo que la paleta de
color utilizada se ciñe a esos colores vivos (tonos ocres y dorados) que reflejan el sol que impregna
la fachada en ese momento de la mañana. También se deja asomar el color azul frío del cielo en la
superficie de tan magnífica estructura, aunque no logra imponerse a la calidez del resto de la
composición.
A través de la rápida y ágil pincelada de Monet, la piedra de la fachada parece derretirse bajo el
cálido influjo del sol.
En cuanto a la composición se refiere distinguimos, unidad entre las partes y el todo de la misma
además de cierto dinamismo producido por esa sensación de calor (como si se fundiera la fachada)
que crean los colores y el tipo de pinceladas. Existe también proporción entre las distintas partes de
la catedral con respecto al todo y podemos ver el ritmo en la disposición de los arcos (pequeño,
grande, pequeño) ya sean los de arriba como los de abajo, las columnas que forman el frente, las
dos torres y las pequeñas divisiones de la parte superior central.
El punto de interés se encuentra en el círculo central del símbolo que corona el primero y más
grande de los arcos, mientras que el contraste apenas se produce, pues es la luz la que unifica toda
la composición sin apenas permitirnos distinguir variedad de elementos o partes más pronunciadas
en la misma aunque sí es cierto que azulado cielo que podemos ver al fondo (color frío) contrasta
con el resto del cálido edificio.
Para finalizar, la técnica pictórica utilizada por Monet para esta obra en concreto y por
consiguiente para la serie entera de La catedral de Rouen, es el óleo sobre lienzo.
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COMENTARIO DE LA OBRA DE ARTE
El cuadro Catedral de Rouen, en blanco y oro a pleno sol fue llevado a cabo por el pintor francés,
Claude Monet, en torno a 1894, dos años después de que el artista trasladara su estudio al segundo
piso de la tienda de M. Edouard Mauquit, Au Caprice, situada en el 81 de la rue du Grand Pont,
frente a la fachada de la catedral que ocupa nuestro análisis. Allí empezó a pintar una larga serie
sobre este edificio en la que, desde el mismo punto de vista, realizó más de 30 vistas con distintos
efectos lumínicos en su afán por captar el instante y los efectos cromáticos que producían los
diferentes momentos del día en la fachada de la catedral gótica.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX en Europa, principalmente en Francia de donde es
nuestro pintor, surge una época de grandes cambios en la pintura donde los temas inferiores
(escenas cotidianas, retratos, paisajes y bodegones) van desplazando progresivamente en cantidad y
calidad a los superiores (religión, historia, mitología). El impresionismo se impone dejando atrás
aquellas técnicas que intentaban disimular los materiales y recursos utilizados en la ejecución de
una obra para dar paso a esa confesión de carácter de pintura. Desvelan el carácter artificial de los
pigmentos a través de pinceladas visibles y sueltas. La tensión se agudiza y se hace evidente la
materialidad de la superficie.
Fue una época difícil para los artistas independientes que habían encontrado apoyo en ciertos
coleccionistas (mecenas) ya que en 1973, el crack de la Bolsa de Viena desencadenó una grave
crisis económica que hizo que este apoyo mermara e incluso desapareciera. Las exposiciones
independientes y en grupo se convierten así en la única vía de supervivencia para los impresionistas.
Algunos autores como Sisley, Renoir y Monet abandonan la luz indirecta, uniforme y constante del
taller (los paisajistas previos a Monet realizaban sus obras dentro del taller tras un previo esbozo),
así como las formas con identidad de sus antecesores, con el intento de plasmar la difícil y variable
luz directa, sin reparar en la identidad de aquello que la proyectaba. Pintan el momento de luz más
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