ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Aprender A Comunicarse En Las Aulas


Enviado por   •  28 de Abril de 2014  •  1.398 Palabras (6 Páginas)  •  493 Visitas

Página 1 de 6

Aprender a comunicar(se) en las aulas

Carlos Lomas

Centro de Profesores de Gijón — Asturias

El autor plantea en este artículo cómo el currículo es un contexto de comunicación y las aulas son escenarios comunicativos en los que la educación se orienta al aprendizaje de la comunicación. En estas líneas reflexiona sobre las habilidades lingüísticas necesarias para un adecuado desarrollo de la competencia comunicativa del alumnado.

En este sentido, es fundamental en su opinión orientar también algunas de las tareas educativas en las clases al estudio de las estrategias verbales y no verbales que habitan en los textos de los medios de comunicación, por la incidencia de estos textos en sus ideas del mundo. El fin último no es otro que una educación integradora, abierta y flexible.

«Para muchos alumnos, aprender de los maestros debe resultar un proceso misterioso, arbitrario y difícil, cuya solución puede consistir en concentrarse en intentar hacer y decir lo que se espera: una solución básicamente ritual. Un mayor énfasis sobre la importancia del lenguaje y de la comunicación para la creación de un sentido compartido del significado puede ayudar a que la educación en clase sea una cuestión más abierta y explícita y, por tanto, un proceso menos misterioso y difícil para los alumnos»

(Edwards y Mercer, 1988: 188)

1. Introducción

Hasta hace poco tiempo la investigación educativa sobre la vida en las aulas oscilaba entre la argumentación sociológica y la indagación psicológica, es decir, entre el análisis del modo en que la escuela ayuda a difundir algunas ideologías y a transmitir el conoci- miento legítimo y el estudio de los procesos cognitivos implicados en la

- 2 -

adquisición de los aprendizajes y por tanto en el diseño de los distintos métodos de enseñanza. En efecto, mientras la sociología crítica insistía en el estudio de las formas en que la escuela contribuye a la selección y a la transmisión de determinados saberes, creencias y maneras de entender e interpretar el mundo, la psicología se interesaba por las estrategias que los niños y las niñas despliegan con el fin de apropiarse de los conocimientos que la escuela enseña y así sugerir algunas orientaciones didácticas que fueran útiles en los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Hoy, sin embargo, el acento comienza a ponerse no sólo en las estructuras sociales o en la mente de las personas, sino también, y sobre todo, en lo que las personas hacen y dicen (o hacen al decir) en las aulas. La vida en las aulas se convierte así en un ámbito preferente de observación y de análisis: el aula ya no es sólo el escenario físico del aprendizaje escolar, sino también ese escenario comunicativo donde se habla y se escucha (y donde algunos se distraen), donde se lee y se escribe, donde unos se divierten y otros se aburren, donde se hacen amigos y enemigos, donde se aprenden algunas destrezas, hábitos y conceptos a la vez que se olvidan otras muchas cosas. En última ins- tancia, es ese lugar donde unos y otros conversan, donde las formas del discurso pedagógico del maestro dialogan con las maneras de decir (y de entender) el mundo de quienes acuden a las aulas de nuestras escuelas e institutos de lunes a viernes, les guste o no.

Como escribe Philip W. Jackson (1991: 51), «cualquiera que haya enseñado alguna vez sabe que el aula es un lugar activo aunque no siempre parezca así (...). En un estudio sobre las aulas de primaria hemos descubierto que el profesor llega a tener hasta mil interacciones personales diarias. Un intento de catalogar los intercambios entre alumnos o los movimientos físicos de los miembros de la clase contribuiría, sin duda, a la impresión general de que la mayoría de las aulas, aunque aparentemente plácidas al contemplarlas a través de una ventana del pasillo, son más semejantes por su actividad a una colmena».

En esas colmenas que son las aulas niños y niñas, adolescentes y jóvenes no sólo están ahí en silencio esperando a ser enseñados, sino que también hablan, escuchan, leen, escriben y hacen algunas cosas con las palabras, y al hacer esas cosas con las palabras colaboran unos con otros en la construcción del conocimiento. Porque al hablar, al escuchar, al leer, al

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (8 Kb)
Leer 5 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com