Calidad Y Equidad
Enviado por arandaro • 15 de Enero de 2014 • 2.215 Palabras (9 Páginas) • 408 Visitas
REFLEXIONES INICIALES SOBRE EL CONCEPTO DE CALIDAD EN EDUCACIÓN
Mercedes Muñoz Repiso Izaguirre
Hablar de calidad en educación es adentrarse por senderos de indefinición y
controversia, porque es un término que usamos con demasiada frecuencia, dando por
supuesto que todos sabemos a qué se refiere pero, probablemente, con un alto grado
de polisemia. Se podría aplicar al concepto de calidad lo que San Agustín, en el libro
XI de sus Confesiones, decía del tiempo: “cuando no me preguntan, sé lo que es;
cuando me preguntan, no lo sé”. O, como también dice Pirsig, “sabemos y no sabemos
lo que es calidad, solo sabemos que unas cosas son mejores que otras” . Pero ¿en
qué y para quién son mejores o peores? Esta falta de definición explícita lleva a la
ambigüedad y a usar el concepto de calidad en muy diferentes sentidos, para nombrar
realidades y aspiraciones tan distintas que pueden ser hasta contradictorias entre sí.
Además, actualmente existen ciertos riesgos respecto a este tema: por un lado, la
apropiación ideológica del discurso de la calidad por la “nueva derecha”
(identificándola con los niveles de excelencia en lo académico y con la rentabilidad de
las inversiones en lo económico); y, por otro, el reduccionismo tecnicista (asimilando el
concepto de calidad a las estrategias para lograrla, a la gestión de calidad y demás
técnicas). Estas simplificaciones en otros ámbitos pueden resultar más o menos
discutibles, pero desde luego en el de la educación son inadmisibles. En este terreno
no se puede aplicar el esquema agente/cliente/producto y considerar que calidad
equivale a satisfacción del cliente, como suele hacerse en el ámbito de la producción
de bienes y servicios. Tampoco puede asimilarse la calidad a buenos resultados
académicos, sin tener en cuenta otro tipo de consideraciones. Porque la educación es
un fenómeno social extremadamente complejo, donde los papeles no están tan
nítidamente repartidos, los procesos no se reducen a la mera gestión de recursos y los
productos no son totalmente mensurables de manera cuantitativa.
Por todo esto, quizá no venga mal detenerse un poco en desmenuzar algunos
aspectos importantes que integran el concepto de calidad, para entendernos más allá
de tópicos, pre-juicios y reduccionismos. Las fuentes de ambigüedad en los
planteamientos y en la búsqueda de la calidad en educación son muy diversas, entre
otras, los posibles puntos de vista de los interlocutores (que, como decíamos, pueden
partir de posturas diametralmente opuestas) y los ámbitos de referencia (porque es
muy diferente estar pensando en la calidad que ha de alcanzar el sistema educativo en
su conjunto o en el caso concreto de un centro docente). Pero, sobre todo, los
mayores equívocos residen en la mezcla de planos de análisis de la cuestión.
El concepto de calidad educativa tiene dos caras complementarias: la de los
fines (qué sentido tiene la educación, para qué y para quien se educa, qué tipo de
resultados se quiere lograr) y la de los procesos o medios (cómo y con qué recursos
se puede llevar a cabo una mejor educación). Ambas forman parte indispensable de lo
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que se entiende por la calidad, que no consiste sólo en una estrategia para realizar
eficazmente una serie de tareas, sino en alcanzar unos objetivos valiosos, dirigirse a
metas que valgan la pena en sí. Porque, en el fondo, lo que se juega en el concepto
de calidad educativa es la definición misma de la educación. (Sammons, Thommas &
Mortimore (1997). La segunda cara pertenece al plano técnico, regido por el saber que
la investigación y la praxis educativa han ido construyendo. Es el terreno de la eficacia
en la gestión de los recursos para lograr las metas propuestas, pero por sí mismo no
garantiza la calidad, porque el conocimiento técnico puede ser aplicado a fines
irrelevantes o, incluso, perversos. La primera cara, en cambio, se sitúa legítimamente
en un terreno ideológico, pertenece al mundo de los valores y, por tanto, tiene un
ineludible componente ético. Aunque, con frecuencia, los planos se mezclan y la
ideología, disfrazada de asepsia, invade el terreno de lo técnico, a la vez que la
vertiente de las finalidades propiamente educativas queda desierta.
En todos los ámbitos de la educación, sea el sistema en su totalidad, las
instituciones académicas o la relación concreta de enseñanza-aprendizaje en cada
aula, es necesario repensar fines y medios en conjunto. El “lavado de fachada”
consistente en seguir haciendo lo mismo con otros medios no es suficiente para dar
respuesta a la profunda exigencia de cambio cualitativo de la educación. Porque
mejorar alguno de los elementos del proceso educativo sin definir cuál es la finalidad
que se pretende alcanzar (más allá de la alusión genérica y casi tautológica a la
“calidad”) ni cuáles son sus repercusiones en el conjunto de los procesos y medios es,
en el mejor de los casos, inútil y, en el peor, contraproducente.
LA CALIDAD DE LOS FINES DE LA EDUCACIÓN Y SU RELACIÓN CON LA EQUIDAD
Las relaciones entre calidad y equidad, sobre las que brevemente pretendemos
reflexionar, se establecen, a nuestro juicio, en el plano de los fines de la educación,
por tanto en él nos situaremos de ahora en adelante. Se deja intencionadamente a un
lado el plano de los medios, de gran importancia y en el que habrán de materializarse,
consecuentemente, los fines pretendidos, pero que sólo tiene sentido una vez
dilucidados éstos.
El pensador norteamericano Neil Postman (1999) rompe con la tónica dominante
en su país al señalar que casi todo el discurso educativo actual sobre la calidad se
refiere a los medios (preferentemente centrado en la gestión, los recursos, la actividad
docente e investigadora, etc.) evadiendo la cuestión fundamental: “para qué se educa”.
Y, jugando con el doble sentido de la palabra, vaticina el fin de la educación si
seguimos sin hacer un replanteamiento de fondo del fin de la educación. Su afirmación
se refiere sobre todo a la educación obligatoria, pero de algún modo puede aplicarse a
todos los niveles, porque también en los tramos superiores del sistema hay que
pararse a pensar en profundidad qué está ocurriendo en la sociedad y cómo se
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