Capitulo 9. Un cambio de mirada: de la patología a las fortalezas familiares

Capitulo 9. Un cambio de mirada: de la patología a las fortalezas familiares.

Introducción

Son muchas las personas que avanzan constructivamente a pesar de serias dificultades en la vida. Aun cuando hayamos vivido circunstancias adversas en la infancia, o en el presente, es posible encontrar salidas y avanzar en nuestro desarrollo.

En este capítulo se intentara un cambio de perspectiva, dejando atrás viejos paradigmas que han imperado y que nos han llevado a pensar en pronósticos cerrados, reduccionistas y negativos. Se hará un pasaje desde un enfoque de riesgo a un enfoque de resiliencia, basado más en la promoción de la salud mental que en una expectativa de conflicto y enfermedad.

El concepto de resiliencia

En la física, la resiliencia se refiere a la propiedad de los materiales de volver a su forma cuando son forzados a deformarse. Viene de la palabra resilio: volver al estado original, recuperar la forma original.

Los primeros aportes sobre el concepto resiliencia se lo debemos a Warner (1982), quien realizo un estudio de epidemiologia sobre una isla de Hawai donde siguió por muchos años el desarrollo de alrededor de quinientos niños sometidos a condiciones de vida de pobreza extrema, con patología de estrés, disolución del vinculo parental, abuso, alcoholismo, etc. A pesar de todas las situaciones de riesgo se observo que muchos de estos niños lograban sobreponerse a dichas adversidades y constituirse como personas en forma positiva.

Para Grotberg (1994) la resiliencia es “la capacidad para triunfar, para vivir y desarrollarse positivamente, de manera socialmente aceptable, a pesar de la fatiga y la adversidad, que suelen implicar riesgo grave de desenlace negativo”.

Munist y otros (1998) la definen como “la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas”.

Cyrulnik (2001) nos habla de “la maravilla del dolor” para referirse a la situación de aquellos sujetos que logran “transformar una desgracia en maravilla”. Hay dos palabras que definen la manera de observar y comprender el misterio de los que hay salido adelante y una vez adultos vuelven hacia las cicatrices de su pasado. Son dos palabras extrañas, que preparan nuestra mirada: resiliencia y oxímoron. La resiliencia define el resorte de los que habiendo recibido un golpe, han podido sobrepasarlo. El oxímoron describe el mundo íntimo de esos vencedores heridos.

Hay una condición de “estar resilieinte” en lugar de “ser resiliente”, se trata de no caer en pensar en la resiliencia como un valor o un atributo, sino en una perspectiva que posibilita reforzar cualidades y fortalezas potencialmente presente en los seres humanos. La resiliencia puede ser promovida y fomentada. La promoción se asocia a la prevención.

Las investigaciones sobre resiliencia se orientaron en la búsqueda de factores protectores, que son todas aquellas circunstancias, hechos o situaciones de las personas o de su entorno que les permiten hacer frente a la presencia de factores de riesgo. Si estor factores son promovidos y estimulados en las personas, hay más probabilidades de que se vuelvan resilientes.

Se ha comenzado también a pensar este paradigma como aplicable a lo colectivo y comunitario; así se conceptualiza la resiliencia comunitaria. La presencia de ciertos pilares de esta resiliencia les permite a ciertas comunidades enfrentar y metabolizar la situación de desgracia y construir cobre ella. Estos pilares pueden ser: autoestima colectiva, identidad cultural, humor social y honestidad estatal.

Además hay estudiosos de las denominadas resiliencias familiares; Ravazzolla (2001) nos dice que “es interesante plantearse cómo aquellos rasgos definidos como individuales en un principio son observados luego en los grupos familiares capaces de superar problemas graves”. En todas las familias existen estas potencialidades; muchas veces solo algunos de sus miembros las ejercen (abuelas y madres).

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