Como Aprende El Cerebro
Enviado por 29041995 • 1 de Noviembre de 2013 • 4.748 Palabras (19 Páginas) • 591 Visitas
MAPAS MENTALES
Explicaremos qué son los mapas mentales y como utilizarlos en el estudio, en el trabajo y en la casa. Esta es una de la mejores herramientas para hacer trabajar de manera práctica y eficiente nuestros dos hemisferios. ¿Por qué asociamos el aprendizaje como algo aburrido y complicado, y no algo que puede ser entretenido y práctico?
Tips y técnicas para agilizar el cerebro en el aprendizaje:
1. Relajación
2. Activación
3. Asociación
4. Alimentación
Los mapas mentales son una forma de organizar y generar ideas por medio de la asociación con una representación gráfica. Tony Buzan es el creador de esta técnica de organización de las ideas desde los años 70.
“Un Mapa mental es la forma más sencilla de gestionar el flujo de información entre tu cerebro y el exterior, porque es el instrumento más eficaz y creativo para tomar notas y planificar tus pensamientos”. Tony Buzan
¿Qué usos tienen?
Los mapas mentales son muy útiles para:
- Organizar información
- Solucionar problemas
- Producir y aclarar ideas
- Estudiar
- Concentración
- Estimular la imaginación y creatividad
- Mejorar la comunicación en un equipo de trabajo
- Planeamiento
- Toma de decisiones
- Lluvia de ideas
COMO APRENDE EL CEREBRO
El cerebro, como el resto de los órganos, se desarrolla mientras crecemos. ¿Qué y cuándo debe enseñársele a un niño o a un adolescente para obtener un aprendizaje óptimo? Las autoras investigan el aprendizaje del lenguaje, las matemáticas, la música, las artes plásticas, las emociones y la sociabilidad; estudian las disfunciones que dificultan el aprendizaje y reflexionan sobre la verdadera utilidad de las nuevas tendencias pedagógicas.
2. El curso dinámico del desarrollo del cerebro resulta uno de los aspectos más fascinantes de la condición humana ya que conjuga la genética y la interacción con el entorno. El cerebro de un recién nacido es sólo un cuarto del tamaño del de un adulto y, en todo el transcurso de su infancia, experimentará un crecimiento intensivo y masivo de neuronas. Pero ese fenómeno eminentemente biológico estará condicionado por la experiencia, ya que será ésta la que guíe qué conexiones neuronales se preservarán y qué conexiones se van a eliminar.
Las primeras áreas cerebrales en madurar son las más básicas, relacionadas con la información visual o con el control motor de los movimientos. Más tarde se desarrollan otras, como el lenguaje y la orientación espacial. Las últimas áreas, que maduran recién entre la segunda y la tercera década de la vida, son las que están ubicadas en la zona frontal. Estos datos nos permiten comprender que en el cerebro del niño e, inclusive, en el del adolescente, las áreas involucradas en la inhibición del impulso, en la toma de decisiones, en la planificación y en la flexibilidad cognitiva o intelectual, aún están en proceso de maduración
Todas estas evidencias que surgen de las investigaciones neurocientíficas sobre cómo el cerebro se desarrolla y aprende tienen el potencial de generar un gran impacto en la práctica educativa. La comprensión de fenómenos de la biología del cerebro en desarrollo permite abordar problemáticas clave para el aprendizaje, tales como la memoria, la atención, la alfabetización, la comprensión de textos, el cálculo, el sueño, la noción de inteligencia, la interacción social, cómo es el impacto emocional e, incluso, qué rol juega la motivación. También existen datos comprobables de cómo el cerebro procesa la información nueva a lo largo de la vida, sobre rol de la imitación, del necesario tiempo de descanso cerebral para el asentamiento del conocimiento, de la relevancia de la corrección de errores, de la ayuda de la tarea dirigida y de la importancia del rol activo y fundamental del docente. Diversos hallazgos neurocientíficos han demostrado que la interacción con otros humanos resulta central para el aprendizaje de los niños y los adolescentes. Es en el cruce de diferentes disciplinas donde se logran los mayores conocimientos y las más eficaces prácticas. Es importante comprender que las neuronas se desarrollan a partir de un patrón genético dinámico moldeado por las exigencias y los estímulos del entorno. Imaginemos, por ejemplo, a un violinista. Mueve los dedos de la mano izquierda de manera intensa y precisa para ejecutar eficazmente su instrumento. El área del cerebro encargada del control motor elabora, para esto, mayor cantidad de conexiones neuronales. Esas conexiones permiten que el violinista mejore la destreza con el violín, y esos estímulos, a su vez, generan nuevas conexiones. Esto quiere decir que estamos frente a un sistema que se retroalimenta y produce, en este caso, un círculo virtuoso. Y, como contrapartida, frente a la carencia de estímulos, un círculo vicioso. Si un chico no recibe suficiente estimulación intelectual, las vías o circuitos neuronales que tienen que eliminarse, no se eliminan, y las vías o circuitos neuronales que tienen que quedar, no quedan.
La relación entre las neurociencias y la educación puede dar lugar a una transformación de las estrategias educacionales que permitirán diseñar nuevas políticas educativas y programas para la optimización de los aprendizajes. Así muchas preguntas sobre la política educacional pueden ser nuevamente abordadas: ¿Cuál es la mejor edad para iniciar la educación formal? ¿Existe una edad crítica más allá de la cual resulta más complejo alcanzar el alfabetismo? ¿Por qué algunos niños aprenden más fácilmente que otros? Las neurociencias pueden contribuir a la búsqueda de estas respuestas y los educadores no deben temer sus aportes, ya que muchos de éstos seguramente amplían e, incluso, respaldan sus saberes y prácticas cotidianas de la enseñanza. Asimismo, los neurocientíficos deben trabajar de manera mancomunada con los docentes, ya que son ellos quienes mejor conocen la realidad del aula.
Pero cualquier estimulación y programa educativo, incluso los más innovadores y sofisticados, requieren de una condición aún más primaria para el eficaz desenvolvimiento de los cerebros que se forman. Ambiciosas propuestas educativas personales, áulicas o comunitarias fallan no por cuestiones cualitativas de esas experiencias, sino por la mala alimentación. La carencia nutricional produce un impacto tremendamente negativo en el desarrollo neuronal de los niños y los adolescentes. La desnutrición y la malnutrición están asociadas a alteraciones en la actividad de neurotransmisores, las sustancias químicas que median la comunicación entre una neurona y otra. El efecto nocivo se vuelve mayúsculo
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