Cuento- Lorenzo Y Sus Dos
Enviado por kevinbravo • 30 de Septiembre de 2014 • 2.227 Palabras (9 Páginas) • 153 Visitas
Lorenzo y sus Dos.
Sí, soy Lorenzo y no, son muchos años más, no sé si 4 o 5, pero son más. No sé por qué aún sigo aquí en este mundo, si lo único que me mantenía con vida ya no está conmigo, de hecho no están conmigo desde que yo estoy aquí, o un tiempo después de que me metieron en este lugar, no supe nada mas de ellos.
¿Que siento ahora? ¿La pregunta va enserio?...
¿Pues qué pensas vos? Desde que estoy aquí no he dejado ni un solo instante de pensar en aquel día, en aquel momento, ese preciso momento en que todo cambio, cambio y no de la forma en que yo esperaba.
Yo trabajaba, como todo el mundo, el mayor motivo de eso era mi Familia, a quien amaba con todas mis fuerzas y por quienes estaba dispuesto a luchar siempre, mi hija y mi esposa, Juanita y Beatriz. Solo los tres.
No todos los días eran buenos, claro que no, pero existía una razón por la cual sonreír y dar lo mejor de mí. Cuando juanita nació estaba angustiado, pues tenía problemas con su respiración, los médicos dijeron que todo estaría bien y así fue, todo marchaba bien, juanita crecía sanamente.
Ella era atenta, traviesa y encantadora, me enamore desde el primer momento en que supe que llegará a nuestras vidas, poco a poco se convirtió en todo para mí, en medio de todos los problemas, veía la felicidad cuando veía sus ojos, los cuales me inspiraban valor, amor y paciencia. Era sinónimo de esperanza, como ver una gota en época de sequía.
¿Por qué paciencia? Porque solo esperaba verla crecer y realizarse como una gran mujer, viendo cumplir cada uno de sus objetivos, ayudándola a triunfar.
Su madre era la mejor esposa y la mejor madre, era mi apoyo siempre, era la mejor compañía. Yo trabajaba en una ferretería, ubicada en el centro de la ciudad, no ganaba mucho, por eso también ayudaba a los carros de transporte con la venta de boletos, con esto cumplía las necesidades de mi familia.
¿Iremos a la feria? ‘Iremos a la feria?... si Juanita, ve por tus cosas, iremos a la feria. Gracias papi, te amo, eres el mejor del mundo. Beatriz alista a juanita, nos vamos a las ferias.
¿Lista? Si pa, vamos… ¿papa, y si vemos a los muñecos que me gustan me los compraras? Claro que si mi princesa, compraremos lo que tú quieras, y comeremos los mejores helados. Papi, dicen que en las ferias saldrán los mejores juegos y los mejores disfraces, si juanita, eso es cierto, cada año la feria mejora, y este año será mejor. Juanita, Juanita, JUANITA… Ayuda, necesito ayuda, juanita responde, juanita...
¿Por qué estoy en este lugar? Creó que por el mismo motivo que estás tú. ¿También violaste a una niña? –No, Como fuiste capaz de ese acto tan absurdo, infeliz. Calma lorenzo, es una larga historia, cuando la escuches entenderás la razón.
Mira: No todo lo que hacemos lo hacemos por querer, la maldad se siembra en una persona en el instante cuando se ha dañado la vida de una persona. Tenía ocho años, estaba cursando 3 grado en la primaria, vivía con mi madre, pues mi padre fue asesinado cuando yo tenía 3 años.
Mi gran sueño era ser abogado, un gran abogado. ¿y que paso?...
Era martes, salía del colegio y me dirigía a mi casa, mi madre me esperaba, y fue entonces cuando en medio del camino apareció aquel, aquel desgraciado que hizo de mi lo que ahora soy.
Como un tigre frente a su presa, con esa mirada, la misma mirada que no podré olvidar jamás. Arremetió contra mí, me empujó hacia el paso, a donde los árboles crecen mucho y la hierba abunda, allí mismo, sin más piedad que su deseo infectable de desahogar en mí una serie de emociones acumuladas, y así lo hizo, aprovechándose de mi condición, de mi debilidad y de la porción de defensa que para él yo podría representar, sin piedad y sin más remedio, accedió a hacerme el daño más triste, doloroso y brutal que pueden hacerle a alguien a esa edad.
¿Pero no entiendo, y que tenía que ver la pobre niña en esto ah?
Déjame terminar…
Solo contaba con mi madre, pero el muy… amenazo don hacernos daño y por supuesto yo no quería que nada le pasara, no sabía qué hacer, era solo un niño, no tenía dinero para irme lejos con ella y alejarnos de ese maldito lugar, así que permanecimos en él, pero después de un tiempo no volví a saber más de ese tipo.
Me sentía perseguido todo el tiempo, la tranquilidad ya había cambiado, me costaba entender que por más agua y jabón que utilizara, eso jamás se me quitaría, y que el tiempo para tras no iría.
El tiempo pasaba, ya yo trabajaba, habían pasado ya 10 años desde aquel día y aunque todo estaba en calma, conmigo no era igual, no volví a ser el mismo, ¿y es que quien podía serlo después de eso? Es como si te pusieran un sello permanente, el cual genera rasquiña y lo tocas y lo rascas y lo sientes allí, intacto como si esperaras con temor que vuelvan a hacer otro igual.
Bueno, entre a trabajar en una empresa de refrescos, muy buena en la época, desde que se implanto logro con éxito salir adelante. Tenía el dinero suficiente para que mi madre no trabajara y así suplir con nuestras necesidades.
28 de noviembre de 2004, 2 años trabajando en la empresa y todo marchaba bien, quien creería que después de 2 años conocería a mi jefe, quien creería que después de 12 años la pesadilla bajaría y arremetería conmigo como una oleada de arena en el desierto ¿Quién?
-¿Qué paso?
Entre a su oficina, salude, y cuando vi detenidamente su rostro, encontré en sus ojos todo el dolor que sentí aquel día, y fue como si el tiempo se refugiara en un segundo y las entrañas enmarañadas buscaran esconderse en lo más profundo, sin embargo no hice más que saludar, mientras tragaba salida por mi seca garganta, él no me recordaba, pues yo había crecido mucho hasta entonces. Hablo un buen momento conmigo, más de una hora de charla y cuando disponía a dejar el lugar, entró una pequeña, una linda niña, su hija, era su hija, la cual entró con un deseo inmenso de abrazar a su padre y en ese momento decidí salir de ese lugar.
Las horas pasaban, el dolor, la rabia y el temor despertó, fue como si regresara el pasado y volviera a aquel tiempo en donde solo contaba con mi inocencia y mis sueños. No sabía qué hacer, si
...