Cuento sobre experiencia personal
Enviado por david2330 • 17 de Agosto de 2020 • Trabajo • 1.513 Palabras (7 Páginas) • 160 Visitas
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Asignatura:
PROYECTO DE VIDA
Título del trabajo
CUENTO SOBRE EXPERIENCIA PERSONAL
Presenta
EDGAR DAVID MEZA ORTIZ
Docente
HARVEY OLIVER CRIOLLO
Mayo 16 de 2020 San Juan de Pasto
Cuento
Érase una vez, en un algún lugar del mundo, en alguna familia real, que se gozaba de gran comodidad por la riqueza acumulada en sus corazones. Había paz, había amor, y un sin número de motivos para no querer abandonar la idea de conservar tantos bienes.
David era el mayor de los hijos Barones; con apenas quince años, pensaba tener todo bajo control, y en sus manos el poder de dirigir su vida sin la ayuda de nadie.
Casi siempre que podía, asomaba su cabeza por una de las ventanas de su casa, - oh cuan interesante se ve todo desde aquí- era lo que decía al observar el mundo exterior; porque uno de los principios de la familia, era que se debía llegar a cierta madures para poder salir de su casa, a cumplir el rol que le corresponde como ciudadano del reino. Antes de ello era prohibido por los peligros que había fuera de casa.
David, movido por el deseo de experimentar lo que el mundo le ofrecía, un día tomó el impulso de salir, a pesar de los consejos de sus padres. – yo no veo nada de malo allí afuera, y ya estoy grande para aventurar -. Caminando en medio del gran bosque en el que estaba su reino, de repente se le atravesó una serpiente – hola, ¿amigo, que haces por este lugar, lejos de tu casa y sin compañía de nadie? - pregunto la serpiente. – pues he tomado la decisión de conocer el mundo, ya soy fuerte para lograrlo-. La serpiente muy sonriente, respondió – claro que si David, eso digo yo: debemos aprovechar la vida para cumplir nuestros deseos-.
Fue así, como la serpiente se hizo amiga de David, y le apoyaba cada idea que se le ocurría.
Los padres de David, al enterarse que él se había marchado, salieron en busca de su hijo, buscando por uno y otro lado, pero era imposible para ellos lograr encontrarlo, pues David había llegado casi tan lejos como su mente le había impulsado, y con la ayuda de la serpiente ya casi era imposible rastrear sus pasos.
Pasados algunos años, David caminaba aun por el bosque, aunque ya no con el mismo vigor, se daba cuenta que el placer que le brindaba explorar el mundo era muy desgastante. Un día, llegaron a una cueva, oscura y tenebrosa, aunque muy llamativa para David, pensando que seguía siendo capaz de sobrepasar toda montaña, por más alta que fuese. – A que no te atreves a entrar- exclamó la serpiente. – A eso y a mucho más- contestó David, inflando su pecho, y apretando los cordones de sus zapatos. – Vamos- dijo la serpiente, - ése es mi territorio-. Una vez ingresaron, David se quedó atónito, pues la profundidad de aquella cueva era inmensa, y parecía ser un mundo diferente allí adentro.
La serpiente, era tan amigable, que David se sentía confiado de estar con ella en su territorio. Ya habiendo traspasado mucho más allá de los límites que le habían mencionado sus padres, David ya ni siquiera recordaba que papá y mamá existían; dentro de aquella cueva cubierta por millones y millones de metros de tierra, sin darse cuenta, cada día que pasaba se iba sepultando más y más profundo en su propia tumba.
Estando allí adentro tuvo la oportunidad de conocer a muchos más, que también habían sido invitados por la serpiente a conocer su mundo. Y estando allí adentro, casi en la parte más profunda del mundo subterráneo, miró un pasillo, y pregunto a la serpiente: - Que hay allí adentro, no alcanzo a notar nada-. Y la serpiente le respondió: - allí es donde me encantaría que entres, no tendrías que regresar jamás al lugar de dónde vienes, donde todo te lo prohibían. Entonces David, al ver que era imposible hallar luz dentro de aquel lugar, prefirió no entrar, pues dentro de sí, recordó su casa, la luz que dentro de ella les alumbraba, la comida y bebida que nunca faltaba en su mesa, y el amor que sus padres le brindaban. – Creo que ya he estado mucho tiempo aquí abajo, es hora de salir-, dijo para sí. Cuando dio vuelta para buscar la salida, de repente sintió su talón prensado por las mandíbulas de la víbora, y sin poder moverse por el veneno de aquella serpiente, solo sintió como su cuerpo se desplomaba en el suelo, sin poder reaccionar para buscar la huida.
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