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Cumbia Villera E Identidad


Enviado por   •  25 de Febrero de 2015  •  4.184 Palabras (17 Páginas)  •  286 Visitas

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Cumbia villera ¿el ruido de los olvidados?

María Soledad Barría

Para hablar del fenómeno de la cumbia villera, también hay que tener presente que, como en el caso de la mayoría de los “fenómenos”, éste ha sido absorbido por el mercado.

El propósito de este ensayo es dar cuenta del proceso de identificación que se produce entre los sectores populares que consumen este subgénero musical con relación a su líder o cantante por un lado y por el otro, establecer qué es lo que se produce respecto de las otras clases sociales.

Utilizando las letras como una herramienta de análisis:¿Se puede establecer que se da una “revalorización” de lo que pueden ser considerados como rasgos estigmáticos? [1].

¿Cuál es la imágen instalada?, ¿De qué hablan las letras de las canciones? ¿Hay un intento por legitimar esa situación a través de las letras?.

Desde el espacio social que es originado este fenómeno, ¿Se puede considerar que exista una lucha por imponer sentido o sólo muere en la “reproducción de historias” ?.

El consumo ha generado un proceso de mercantilización de estas historias contadas bajo esta forma. Las letras describen la exclusión social sin metáforas. ¿Se da una “naturalización” de esta condición narrada por medio de las letras? ¿Se vacía su contenido?. ¿Qué pasa con los “otros” y los “nosotros” en cuanto al uso de este tipo de música?

Un buen punto de partida es la definición de popular. La misma es de carácter negativo, se recorta de todas aquellas cosas que no abarca. Es decir, lo popular se opone a la alta cultura, o a la cultura dominante. En consideración, la misma no puede sujetarse a un catálogo fijo, sino que está en constante cambio de acuerdo a las condiciones sociales y materiales de un determinado momento histórico.

Para Stuart Hall [2], la cultura popular, en un período dado, contempla las formas y actividades, cuyas raíces están en las condiciones sociales y materiales de determinadas clases y que hayan quedado incorporadas a tradiciones y prácticas populares. De esta forma, Hall reconoce que existe una relación de tensión entre cultura dominante y cultura popular. Osea, existe un proceso en el que se articulan las relaciones de dominación y subordinación y en el cual, algunas cosas son activamente marginadas para que otras ocupen su lugar. No hay clasificaciones estancas que sirvan para encasillar los contenidos de la cultura popular. Lo que da significado a un símbolo es el campo social en el que se incorpore y las prácticas con que se articule. Los símbolos van cambiando: el rebelde que hoy canta canciones populares, mañana aparece en la tapa de una revista de moda…

En nuestro país, el auge del fenómeno “cumbia villera” surge como una nueva forma de expresión de la realidad, de las clases marginadas de nuestra sociedad y también como un nuevo producto para colocar en el mercado.

Dicho fenómeno se ha incorporado a nuestra sociedad : ”todos los argentinos de cualquier edad, clase social o situación económica conocen los hits de la cumbia villera que ha llegado a toda la sociedad, sin importar si pertenecen o no a las villas ” [3]

Así mismo, el cantante de “Flor de Piedra”, Juan Carlos “Monito”, opina que la respuesta de la crítica frente a las letras de la cumbia villera, “son solo testimonios que hacemos (…) para los barrios de emergencia, que son las villas, son testimonios de la realidad de lo que pasa ahí, la alta sociedad ve que esta gente existe y no hacen nada por ellos. Nosotros reflejamos eso y queremos mandar un mensaje.(…)“Cantamos lo que nuestro publico necesita gritar. Pero lo mas importante es que la gente además de sentirse identificada se divierte… ” [4]

Por otra parte, podemos decir que las realidades sociales son productos de un determinado uso lingüístico, son significados construidos mediante el lenguaje.

De esta manera, el lenguaje nunca es neutral. Impone una perspectiva, un punto de vista, sobre el mundo y sobre el uso de la mente respecto a ese mundo. La relación entre el hombre y la realidad social está mediatizada por el lenguaje, al igual que los sentidos y valores que se le asignan a esa situación. Incorporar un lenguaje es incorporar una cultura, con sus valores y formas de asignar significados.

Lo dicho hasta ahora presupone la existencia de un lenguaje, pero también la existencia de diferentes usos de esa lengua, algunos de los cuales son legítimos y otros estigmatizados.

Las diferentes estructuras sociales originan diferentes sistemas de habla, o códigos lingüísticos. Cuando un niño aprende a hablar, o sea, aprende los códigos específicos que regulan sus actos, aprende los requisitos de la estructura social. Asimismo, cada vez que el niño habla, o escucha, se refuerza la estructura social de la que él es parte y se restringe su identidad social.

En el caso de las letras de la cumbia villera se observa la marcada diferencia que existe entre la gente que pertenece y vive conforme a las pautas de la villa y la que se encuentra fuera de ese territorio. Se sabe que la mujer es “fácil”, que los políticos son corruptos, que la policía los reprime constantemente, que el Estado los olvida, que los “pibes afanan” por necesidad en algunos casos, reiterada alusión de las drogas y el alcohol como la mejor opción para “evadirse de la realidad”, para divertirse.

En las letras se describe el contexto social según los códigos de la “calle”, los códigos de la droga, la jerga delictiva, entre otros. Todo expresado en un lenguaje para nada rebuscado; pero que describe perfectamente cual es el ambiente en el que se vive, la realidad de las cosas, cómo las viven y las sienten:

“Con tan solo 15 años/ y 5 de alto ladrón/ con una caja de vino/ de su casilla salió/ fumando y tomando vino/ intenta darse valor/ para ganarse unos mangos/ con su cartel de ladrón/

pero una noche muy fría/ el tuvo un triste final/ porque acabo con su vida una bala policial/ y hoy en aquella esquina donde su cuerpo cayo/ hay una cruz de madera/ que recuerda al pibito ladrón” [5].

En otras palabras, los códigos son, desde esta perspectiva, dispositivos de posicionamiento culturalmente determinados. Se presenta además como un principio regulador estructurado y estructurante. Estructurado, porque es generado por la división del trabajo y las relaciones de poder y relaciones de clase que existen en la sociedad; y estructurante porque un individuo al adquirirlo se apropia de la cosmovisión de la clase social a la que el código pertenece. Así, cada vez que el sujeto habla en un determinado código mantiene, reproduce y legitima la distribución de poder de la sociedad.

Otro autor como Bernstein [6], de alguna manera

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