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DE LA PROPIEDAD DE LOS TESOROS


Enviado por   •  24 de Febrero de 2013  •  9.322 Palabras (38 Páginas)  •  460 Visitas

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DIPLOMADO DE DERECHO MARITIMO INTERNACIONAL

LA PROPIEDAD DE LOS TESOROS Y DE LOS RECURSOS NATURALES QUE SE ENCUENTRAN EN LAS AGUAS MARITIMAS, FLUVIALES Y LACUSTRES.

INTEGRANTES:

GEDLER, ORIANA

C.I. 18.106.150

SAN DIEGO, 23 DE MAYO DE 2009

INDICE

PAG.

Introducción I –IV

De La Propiedad De Los Tesoros 1

Requisitos para adquirir por Ocupación: 1 y 2

Casos especiales: 2 – 4

Clasificación de las cosas que pueden encontrarse: 4 - 10

Hallazgos en aguas libres 10 – 18

Tesoros encontrados 18 - 20

Principales Tesoros encontrados por la

empresa Odyssey Marine Exploration. 21 - 25

Criticas 25

Los Recursos Minerales Submarinos. 25 - 28

Jurisdicción y Competencia de los

Tribunales Venezolanos. 29

Conclusión V

Glosario de Términos

Bibliografía

INTRODUCCION

En los últimos años, gracias al desarrollo de una nueva tecnología, la recuperación de los tesoros que esconden los incontables pecios que alberga el fondo del mar se está convirtiendo en una floreciente industria. España, por ejemplo, es uno de los países con mayor número de tesoros submarinos.

En esta investigación se estudia a través de las normativas internas de diversos Estados, de la costumbre y de Acuerdos internacionales como adjudicar la propiedad de estos tesoros. Así como la forma en que se ha venido haciendo a través de los años, mediante los hallazgos de algunos tesoros en los mares del mundo entero. Y en este sentido conoceremos como ha avanzado la búsqueda de estos tesoros y de los sujetos que se dedican a su extracción hasta llegar a constituirse como compañías en la actualidad. Y finalmente como esta práctica ha despertado el interés de la mayoría de los Estados en buscar soluciones a lo que se ha convertido en una problemática, para acabar con el pillaje submarino. Además de esto abarcaremos el tema de la propiedad de los recursos naturales que se encuentren en el territorio Nacional. Pero por ser este asunto de más fácil comprensión, ya que, nuestra normativa interna lo regula claramente, dedicaremos la mayor parte de nuestro estudio a los tesoros.

Hoy se pueden contar por miles las personas que dedican parte de su tiempo de ocio a bucear bajo las aguas de nuestros mares y, por ello, cada vez será más fácil que se encuentren objetos que han permanecido cientos de años sumergidos. Sin embargo, la casi totalidad de los pecios o barcos hundidos situados cerca de la costa han sido despojados. A medida que los pecios se encuentran a mayor profundidad hay más posibilidades de hallarlos con sus cargas al completo, aunque las maderas y algunos metales hayan desaparecido. Sin embargo, y salvo casos muy

excepcionales, que nadie espere hallar un barco del siglo XVI con la forma que tuvo dicho navío: lo que se suele encontrar son trozos de sus partes más fuertes, tales como cuadernas, sobrequilla, y desde luego cañones y anclas, aunque también estas piezas sean difíciles de ver tras haber sido cubiertas por los corales o las incrustaciones marinas.

El mar es uno de los pocos lugares donde el tiempo se detiene cuando algunos cuerpos extraños son engullidos por sus profundidades. Son muchos los factores que acaban por influir en la conservación de los pecios y los tesoros que guardan, tales como su composición, la salinidad del agua, la profundidad a la que se encuentren, el tipo y forma del lecho marino, pero sobre todo las causas de su hundimiento.

Durante muchos años, la búsqueda de tesoros bajo la mar ha sido una actividad marginal y casi desconocida. Los avances de la técnica y los hallazgos de barcos míticos contados en documentales y películas han convertido dicha actividad, que se desarrolla a medio camino entre la ciencia y la aventura, en una especie de obsesión para algunos y, ciertamente, en un tema ante el cual nadie permanece indiferente.

La proliferación de la enseñanza del buceo ha traído consigo el que los mares del Globo se llenen de burbujas; de unas gentes que deben aprender a ser respetuosas con las cosas que podemos encontrar bajo el mar, pues un objeto que sólo representa un logro personal puede ser la clave para descubrir un importante naufragio. Pero sin duda se trata de un mundo apasionante que a todos llama la atención; y es así, porque en él está escrito nuestro pasado a través de todos esos buques que naufragaron a lo largo de los siglos: fenicios, griegos, romanos y del medioevo, hasta llegar a los que se fueron a pique en los últimos cuatrocientos años; barcos de muy diferente construcción y diseño, sobre los que los humanos pusimos los máximos medios técnicos propios de cada época.

A lo largo de estos últimos cincuenta años los hombres hemos ido desarrollando aparatos cada vez más precisos, como los magnetómetros, los sonares de barrido lateral, los escáneres de profundidad y los robots manejados por control remoto; aunque, estas máquinas tampoco han solucionado todos los problemas que nos plantean las profundidades, pues el fondo de la mar está repleto de accidentes geográficos que engañan a los aparatos, por lo que es necesario comprobar con los robots

cada anomalía encontrada por las máquinas electrónicas.

Existen tres tipos de personas interesados en estos asuntos: el aventurero, que obtiene la inspiración de las palabras y de las promesas de enriquecerse. El segundo tipo el investigador científico o histórico; a éste no le importa, ni antes ni hoy, encontrar oro o piedras preciosas, pues basa su placer en aprobar o desaprobar, en identificar y en catalogar.

Hoy debemos añadir las compañías mercantiles perfectamente organizadas y dotadas de medios de última generación, cuyo interés por la arqueología submarina es mínimo, aunque traten de vestir sus campañas de misiones científicas. Son empresas que cotizan en bolsa y venden por Internet el fruto de su rapiña submarina. Tienen acceso a una tecnología que hasta hace muy poco estaba reservada para los militares y los centros tecnológicos estatales de los países más desarrollados del mundo. Trabajan con bancos, esconden la titularidad de sus naves tras diferentes compañías domiciliadas en paraísos fiscales, y tienen sus días contados si los distintos países del mundo siguen ratificando la Convención de la UNESCO para la protección internacional del patrimonio sumergido. Que unos cuantos se enriquezcan con el patrimonio de la Humanidad es un hecho realmente preocupante.

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