EL CAMINO HACIA UNA EVALUACIÓN AUTÉNTICA

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EL CAMINO HACIA UNA EVALUACIÓN AUTÉNTICA

La evaluación^[1] ha existido desde la antigüedad por la necesidad que la sociedad tenía de garantizar que los aprendizajes y conocimientos que estaban adquiriendo los aprendices eran los idóneos para la vida, según Sewell (1992) se realizaba una única evaluación al término su formación, en la que se buscaba que los aprendices fueran capaces de lograr desarrollar su oficio de manera óptima, lo cual, era validado en las ceremonias del fin de preparación, en las que el joven realizaba productos correspondientes al oficio que había adquirido y era evaluado por los expertos del oficio de la corporación^[2], lo cual se puede asociar a las ceremonias de graduación actuales de cada nivel educativo.

 El objetivo de las antiguas evaluaciones era que los aprendices fueran capaces de utilizar todos los conocimientos tanto teóricos como prácticos que habían adquirido durante su formación para realizar las actividades que les exigía su oficio, siendo que la enseñanza que recibían era una enseñanza para la vida, desafortunadamente esa concepción de evaluación fue cambiando, ya que la evaluación que realizaban “(…) los sistemas educativos del siglo XX estaba orientada principalmente a la memorización y reproducción declarativa de los contenidos, así como a la resolución rutinaria de ejercicios repetitivos.” (Ravela , Picaroni, & Loureiro, 2017, pág. 94), lo cual no garantiza que los estudiantes sean capaces de aplicar los conocimientos que adquieren en la escuela para resolver situaciones problemáticas de su vida cotidiana.

Actualmente la educación mexicana está orientada al logro de una educación para la vida, con la que se pretende que todos los estudiantes sean capaces de resolver todos los problemas habituales, tomando como base los aprendizajes teóricos y prácticos que adquieren en las aulas de clase, de modo que se intenta alcanzar por medio de una enseñanza constructivista, dejando en el pasado el tradicionalismo, sin embargo ¿Por qué seguimos evaluando con técnicas tradicionalistas? ¿Por qué las evaluaciones buscan que los estudiantes reproduzcan los algoritmos y no que los comprendan? ¿Por qué se sigue esperando que los estudiantes memoricen los aprendizajes conceptuales?, pueden existir muchas respuestas a las cuestiones anteriores, pero ninguna de ellas nos daría la solución al problema de la evaluación tradicional.

Como docentes, no debemos preocuparnos en el ¿Por qué se sigue evaluando así?, sino debemos ocuparnos en el ¿Qué podemos hacer para modificar las formas de evaluación actual?, lo cual nos lleva a realizar una búsqueda de nuevas y mejores estrategias de evaluación, en las que no se valore la capacidad de memorización de los estudiantes, sino que sean capaces de resolver las situaciones problemáticas a las que se enfrentan en la vida cotidiana, lo que se puede conseguir por medio de una evaluación auténtica, “(…) a través de situaciones que sean más parecidas a aquellas en las que el conocimiento es producido y utilizado en la vida real (…)” (Ravela , Picaroni, & Loureiro, 2017, pág. 96), lo que no sólo implica que el docente rediseñe sus métodos de evaluación, sino que también modifique su forma de diseñar las situaciones didácticas con las que espera que los estudiantes reaprenda y construya los nuevos aprendizaje.

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