Educación Artística

EDUCACIÓN ARTÍSTICA

En virtud del crecimiento de las ciudades, la escolaridad completa de los ciudadanos y la mayor demanda de educación superior en todos los estratos sociales se fue cayendo paulatinamente el mito de la inviolabilidad del arte por la racionalidad de la academia y fue así como se impusieron los programas oficiales de la enseñanza artística en la educación superior. Tal vez este sea un nuevo caso de discusión mal planteada en la cual se enfrentaban dos posiciones antagónicas, la primera que aseguraba que se nace artista y la segunda que el arte se aprende como cualquier materia de conocimiento. Podría decirse que la proliferación de carreras artísticas le da la razón a quienes defendían la segunda posición de que el arte se aprende como tantas otras cosas.

Desde un punto de vista educativo podría haberse despejado el problema, pero tal parece que las ciencias de la educación todavía estaban en pañales en Colombia, el contexto en el cual situamos nuestro argumento. No ha dejado de sostenerse que todo proceso educativo tiene tres pilares: didáctica, currículo y pedagogía . Cuando el debate en referencia estaba en su punto más alto se tenía alguna claridad sobre la dimensión metodológica y técnica de la didáctica, sobre el fondo cultural de los contenidos del aprendizaje que constituyen el currículo, pero poca luz sobre lo pedagógico, a pesar de que esta dimensión educativa sólo es posible que exista como una expresión artística más que científica. En tal sentido no se hablaría de las ciencias de la educación sino del arte de enseñar a aprender .

Es como decir que la misma educación es un arte, entonces por qué oponer el arte a la educación. Nos atrevemos a sostener que la historia del arte, la consagración de los artistas y el perfeccionamiento de los mismos por la mano de maestros y tutores se empeñaba en una mirada individualista o elitista en perjuicio de las aspiraciones del pueblo a elevarse también en la elaboración de obras maravillosas sin pertenecer a la corte. Sostenemos que la crítica a la popularización o masificación del arte y los artistas oculta la intención de una élite ilustrada que, sin ser burguesa o aristocrática, ejerce una autoridad excluyente. El derecho al voto y la ampliación de la democracia se reflejaron en el derecho universal a la educación y en el derecho del pueblo a soñar con ser artista.

El hecho de que se vean excelentes artistas innatos, muchos de los cuales participan en exposiciones plásticas o en eventos musicales de importancia como el Petronio Álvarez, no invalida nuestro argumento de que la profesión de artista se aprende como el derecho o la ingeniería mecánica. Incluso es posible que el artista presente una mejor propuesta gracias a que ha visto materias que le dan fundamento, como investigación o corrientes estéticas, por poner un ejemplo. En el arte específico de la literatura es donde mejor se aprecia la debilidad académica, con artistas reconocidos, premiados y reputados que desconocen las leyes del lenguaje. No tiene nada de malo ser creador empírico, pero el hecho de no saber que es una frase en aposición (no estamos diciendo “oposición”) impedirá que se escriba con solvencia.

Podemos hacer dos afirmaciones arriesgando que

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