El Adulto Como Estimulador Del Desarrollo Infantil
Enviado por rominamerkur • 15 de Septiembre de 2013 • 3.085 Palabras (13 Páginas) • 342 Visitas
El adulto como estimulador del desarrollo infantil.
Son muy importantes las relaciones niño/adulto para el desarrollo integral del niño y también para la construcción de su propia imagen. Desde que nace se inicia una relación niño/adulto. En los primeros pasos esta relación se basará en atender las necesidades primarias. Pero ya se abrirá una relación comunicativa que irá evolucionando según las capacidades o adquisiciones del niño.
A través de las relaciones del niño con el adulto, el niño captará y aprenderá multitud de valores, normas, actitudes, etc... Que influirán en su manera de ser y actuar. También es importante la relación con otros niños y niñas para el desarrollo infantil, que contribuirán a la formación de su auto imagen.
La intervención del adulto para colaborar de manera positiva en el desarrollo del niño debe seguir ciertas pautas:
Facilitar al niño ambientes tranquilos, acogedores y seguros donde no haya peligro. Evitarse continuos cambio de lugar donde vive o se mueve el niño y de personas que se encarguen de él, ya que esto podría afectar a su desarrollo.
Dejar que el niño actúe de forma independiente y que vaya adquiriendo un poco de autonomía, cuando la edad y sus capacidades lo permitan.
Hacer que la rutina diaria sea de alguna manera especial y motivadora y podemos hacer que tenga intencionalidad educativa, o sea que el niño aprenda algo todos los días.
Hablar continuamente con el niño utilizando un lenguaje sencillo y claro pero no infantil.
Procurar ejercitar los órganos de los sentidos en el niño.
Que cualquier actividad se puede convertir en un juego. Evitar imposiciones en las actividades y facilitar que se relacione siempre que lo desee.
El niño necesita saber que las personas que le cuidan están pendientes de él, tiene la necesidad de que hablen con él, le sonrían y se muestren satisfechos cuando hace algo (sobretodo en los primeros años)
De la persona que se encarga de él depende en gran medida el desarrollo de las capacidades del niño. Se intentará crear ambientes adecuados para ello y que siga en lo posible las pautas expuestas.
Contribuir en el desarrollo global de las capacidades del niño potenciando los siguientes aspectos del desarrollo.
Segunda parte del adulto como estimulador de la infancia.
El desarrollo es un proceso totalmente social y cultural, el cuál es asistido y sobre todo mediado por los adultos, y esta mediación se hace efectiva si da lugar a un completo desarrollo armónico de los niños/as, lo potencia y lo estimula.
Las adquisiciones que realizan los niños tienen un carácter madurativo, como ya vimos la maduración es un aspecto que también influye poderosamente en el desarrollo del niño, pero además las interacciones sociales con los iguales y con los adultos hacen que el niño/a se desarrolle completamente, de estas interacciones sociales sobre todo con los adultos le llegan al niño motivaciones, apoyo, incitaciones que le permiten sacar provecho de las posibilidades que la va ofreciendo la maduración.
Las influencias ejercidas desde el núcleo social (familia, escuela y sociedad), proporcionan o pueden llegar a entorpecer el correcto desarrollo del niño. En el seno de la familia es donde se realiza el auténtico aprendizaje de los valores esenciales y donde se fraguan las relaciones afectivas indispensables para la maduración global del individuo, pero además el niño/a cuando ingresa en la escuela, en la cuál se procura un ambiente en el que se sienta protegido, querido y valorado, se amplia su mundo de conocimientos y adquisición de habilidades y destrezas.
Por todo ello podemos decir que a través de los adultos, el niño capta multitud de valores, actitudes, normas, etc. Que influyen poderosamente en su forma de ser y de actuar. Las personas que rodean al niño son importantes para él porque son los mediadores entre el mundo natural-cultural y el pequeño.
El adulto estimula al niño no sólo cuando está con él le plantea problemas o le habla. La labor educativa se realiza cuando se establecen rutinas y normas de vida cotidiana. Al cuidarle, al responder cuando reclama su asistencia, al darle afecto, el adulto se hace acreedor del afecto y cariño por parte del niño.
Es importante el papel del adulto en la transmisión de valores, ya que de manera casi imperceptible el adulto le transmite al niño el concepto que de él se tiene y la confianza que pone en sus habilidades. Por todo ello es importantísima una intensa colaboración familia-escuela, ya que el centro comparte con la familia la labor educativa, contemplando y ampliando sus experiencias formativas, la eficacia de la educación infantil depende, en gran medida, de la unidad de criterios educativos, en los distintos momentos de la vida del niño, en casa y en la escuela. Para que esto sea posible es necesaria la comunicación y coordinación entre educadores y padres.
Por otro lado, la función de los educadores será la de facilitar y orientar a los padres en esta colaboración y respecto a los niños, cubrir todas sus necesidades y estimular y potenciar el desarrollo de todas sus capacidades, valores y hábitos atendiendo a los criterios metodológicos de esta etapa.
Esta misma colaboración familia-escuela, es puesta de manifiesto en el artículo
12 de la Ley Orgánica de Educación, L.O.E., donde se indica que “La educación infantil tiene carácter voluntario y su finalidad es contribuir al desarrollo físico, afectivo, social e intelectual de los niños”, esto mismo es desarrollado aún más en su artículo 14, donde señala que: “En ambos ciclos de la educación infantil se atenderá progresivamente al desarrollo afectivo, al movimiento y los hábitos de control corporal, a la comunicación y el lenguaje, así como a las pautas elementales de convivencia y relación social.
Por tanto para que esta labor sea eficaz es necesaria la comunicación y coordinación entre educadores y padres, y esta colaboración no debed limitarse al periodo de adaptación, sino que debe continuar a lo largo de todo el proceso educativo.
Conclusión.
Como resumen de todo lo expuesto se puede deducir que el niño/a sobre los seis años ha alcanzado una notable autonomía que le posibilita desenvolverse con relativa facilidad en sus ambientes habituales, esta autonomía le permite conocer realidades que ya no están exclusivamente centradas en su entorno más inmediato. Además debemos tener en cuenta que cada niño tiene unas características peculiares que deben ser valoradas a la hora de realizar la tarea docente, con la finalidad de personalizar el proceso educativo, puesto que en la etapa de infantil merece más atención prestar
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