El Espejo

El espejo

Hace algunos años me mude a una casa que se encuentra a las afueras de la ciudad, necesitaba tomar un descanso y que mejor lugar que uno cercano a la naturaleza, resolví todos mis pendientes para poder irme a ese lugar paradisiaco.

Por fin llego el día en el que tomaría posesión de mi nueva adquisición, se trataba de una construcción no muy grande, amueblada con lo más esencial, contaba con energía eléctrica, servicio de agua potable, por fuera tenía un toque similar a las de las casas coloniales, algo que en lo personal me encantaba.

Para mi fortuna los primeros tres días estaría sola puesto que mi esposo aún no había acabado con las situaciones pendientes del trabajo, lo primero que hice fue desempacar un poco de ropa, asear la recamara en donde descansaría, la cocina, la sala y el baño, (en realidad solo era desempolvar un poco), ya eran más de las dos de la tarde cuando escuche que tocaban la puerta, me pareció un poco raro porque hasta donde sabia las personas más cercanas a mi vivienda se encontraban a más de 2 km del lugar.

Cuando abrí el umbral encontré a una pareja de edad avanzada, ella tenía una gran sonrisa en el rostro, él no parecía tan feliz, sus facciones eran duras y de cierta manera me dio la impresión de que solo acudió al lugar por no tener más opción, les dije que pasarán, les ofrecí algo de beber, solo pidieron agua.

Cuando regrese con las bebidas la señora por fin se presentó:

-Querida, disculpa nuestra falta de atención, no nos hemos presentado, mi nombre es Estela y él es Marcos, vivimos un poco retirado de tu hogar pero cuando supimos que esta casa iba a ser habitada decidimos conocer a sus inquilinos.

-Muchacha, ¿vas a vivir sola aquí?

-No, voy a vivir aquí con mi esposo Rafael

-¿Y en donde esta?

-Aún está en la ciudad, es que no ha podido resolver unas cuestiones del trabajo.

-Dime, ¿ya revisaste toda la vivienda?

-Si

-¿Y qué te parece querida?

-Es muy cómoda y como no tenemos hijos es un lugar ideal para nosotros.

-Espero que por lo menos duren más que las últimas personas que vivieron aquí

-¿A qué se refiere señor?

-No le hagas caso hija, bueno debemos retirarnos, ojala pronto nos vayas a visitar

-Pero…

En ese momento aquella pareja salió de la casa y ya no me dieron tiempo de interrogarlos más, cierto es que me dejo una gran curiosidad aquella pregunta del señor Marcos, pero por más que esta daba vueltas en mi cabeza no encontré alguna opción que me diera respuestas a ella.

Por fin llegó la noche, estaba muy cansada porque no estaba acostumbrada a hacer ese tipo de labores, debido a que vivía en la ciudad y llegaba tarde del trabajo, Rafael decidió contratar a una muchacha para que me apoyara en ese tipo de quehaceres; subí a mi habitación, preparé la ropa que usaría para dormir y me metí a la ducha, mientras me aseaba escuche que sonó el teléfono, deje que entrará la contestadora y no le di importancia, me vestí y baje para cenar algo, lo más a lo que podía aspirar era a un sándwich de jamón pues como apenas había llegado no compre mucha comida.

Tenía un poco de frio así que encendí la chimenea, decidí leer uno de los tantos libros de poesía que tenía en mi colección, pase fácilmente dos horas en dicha tarea, de repente escuche unos golpes, no le di importancia pues creí que eran las ramas del árbol que estaban golpeando la ventana, en mi soledad comencé a revisar la sala en donde me encontraba de repente observe que frente a mí tenía un gran espejo en el que podía observar toda la habitación, debo ser sincera, el verme en ese espejo de producía una extraña sensación. En ese momento me acorde de la llamada que entro cuando me estaba bañando,

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