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El Matoneo


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2014  •  1.797 Palabras (8 Páginas)  •  145 Visitas

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HISTORIA DE TOÑITO

En la ciudad de Villavicencio se vivía un problema que se vive en cada ciudad de Colombia, era el matoneo o el famoso ‘bullying’.

En el colegio CASD se presentaba este problema con un alumno llamado Antonio Castro, o como se le conocía Toñito.

La madrugada de Toñito era igual a la de los demás niños y niñas de la ciudad. Lo despertaban a las cinco y, después de un somnoliento baño, desayunaba leche caliente con cereal o yogurt, y pan o roscón con chocolate, a las seis y diez pasaba la ruta escolar a recoger a Toñito para llevarlo al colegio.

A Toñito no le gustaba el colegio, varias veces le preguntó a la mamá si podían cambiarlo de colegio porque no le gustaba.

Mami, es que no me gusta este colegio.

La mama le contestaba, Toñito papito es la única escuela a la que le quedan cupos, usted sabe que su papa Salió de ese colegio, no sea bobito, tenga paciencia

Toñito tenía nueve años, no llevaba ni una semana en el colegio y ya pedía el cambio de colegio.

La mamá siempre respondía de igual manera: paciencia, sólo una vez, Toñito se sintió capaz de exigirle al padre el traslado, y fue la primera vez que escuchó la palabra “marica”, y por el tono en que se la dijeron, supo que no era nada bueno. Después escucharía mil veces la misma palabra: “Toñito es un maricón”, “Toñito mariquita”.

A las seis y veinte, Toñito iba sentado en la ruta del colegio, salió un poco más tarde que de costumbre. En su estómago, la habitual sensación de tragedia era inmarcesible, aunque hoy un poquito más.

Sólo el fin de semana descansaba de esa angustia, pues Toñito se quedaba solo en el apartamento casi todo el tiempo.

Ya fuera al frente del televisor o con sus juguetes o carritos, o con algún videojuego que tuviera, el papá trabajaba y la mamá salía.

Toñito, papito, juicioso que me voy al salón de belleza, cuando no era la belleza, la mamá salía con las amigas o se iba de compras o alguna otra cosa se inventaba para librarse del papá de Toñito o de su hogar.

A las seis y cincuenta, todos los estudiantes se formaban en el patio del colegio, en la oración de las mañanas, comenzaban los problemas de Toñito.

En algunas ocasiones le metían el pie entre los de él en plena marcha y lo hacían caer, después de mucha práctica, logró caminar dando firmes saltos que esquivaban esas rastreras y mal intencionadas zancadillas.

Toñito intentaba no mirar a nadie, si pudiera marcharía con los ojos cerrados, pero eso era dar mucha papaya, y puede que Toñito fuera tímido y callado y algo pequeño y en ocasiones tartamudeara; pero bobo no era.

A las siete y diez arrancaban las clases. Descansaba cuando sus compañeros tenían otros juegos o cosas que hacer, adoraba los días en los que alguien llegaba con un nuevo celular o con un video juego, o cuando el yoyo o el trompo se ponían de moda.

Agradecía cualquier cosa que lo sacara del mapa, pero cuando se aburrían, comenzaba el sufrimiento de Toñito, papeles, cauchazos e infinidad de torturas le caían encima, lo peor era que el profesor no llegara.

Su día en el salón siempre empezaba de la misma manera y con el mismo compañero de clase. Justo antes de la llegada del primer profesor, cuando todos descargaban sus maletas y alistaban su cuaderno y su lápiz o esfero,

To To To Toñito, ¿qué se cuenta? el calvazo de Ramírez no se hacía esperar, Toñito agachaba un poco la cabeza, aunque no mucho, no fuera que no le pegara, alguna vez logró esquivar el primer golpe y el segundo dolió mucho más.

Después de la clase de Sociales, se alistaban para su clase de deportes, Toñito prefería una urgencia en el odontólogo que esa materia, casi siempre oficiaba de arquero, sus compañeros se ponían de acuerdo y lo acribillaban a pelotazos que, pocas veces, esquivaba, el profesor se daba cuenta y lo instaba a realizar su labor,

Toñito! La idea es que las tape, no que se le quite, fresco que eso no pega duro y pateaba el balón hacia Toñito, quien, cómo podía, intentaba quitarse; pero no alcanzaba dada la velocidad con la que disparaba el profesor.

Eso, Toñito, ¿Sí ve que no es difícil?, ¿sí ve que no duele? Le decía el profesor con grandes burlas

Mientras Toñito sobaba sus manos en la sudadera.

El timbre del recreo le traía sensaciones extrañas, tenía un despoblado rincón junto a la cafetería, donde podía sacar sus onces y sus juguetes y divertirse en su soledad como por media hora.

Los compañeros se dedicaban a lo suyo y preferían gastar ese tiempo en otras actividades que los divirtieran aún más, aunque no faltaron días en los que Toñito se hacía visible para algún compañero extremadamente aburrido que hacía de él su juguete favorito.

To To To Toñito, ¿por qué tan callado? Ramírez exageraba sus acciones, como si el ver a Toñito le produjera una ira

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