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El Periodista Corrupto


Enviado por   •  18 de Agosto de 2013  •  2.108 Palabras (9 Páginas)  •  425 Visitas

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EL

PERIODISTA CORRUPTO

El periodismo corrupto

Enrique Roldós, periodista uruguayo

Chasqui

En ausencia de reglas legales que la defiendan, la actividad periodística en América Latina está controlada por políticos y empresarios. Este escenario alienta la corrupción de los comunicadores y condiciona a la prensa independiente.

Una de las materias preferidas de la prensa es la corrupción de los otros y escasas veces los periodistas nos interrogamos públicamente sobre qué sucede dentro de nuestra profesión. Esta situación condujo a que en Uruguay, hace pocas semanas, el director y propietario de la revista Posdata se agraviara porque algunos órganos de prensa informaron sobre las instancias judiciales en que se encontraba involucrado por delitos económicos. De inmediato se le contestó con un dato obvio: su revista difundía muy frecuentemente información surgida de los tribunales. No podía pretender ser una excepción.

Este caso es representativo de un fenómeno bastante extendido en el mundo, el del «periodista dueño de medios». Se trata de un híbrido profesional en el que se confunden la libertad de prensa con la libertad de empresa. Equilibrar en una misma persona el interés de lucro con el afán de verdad parece una tarea difícil, dado que los mismos se encuentran en permanente tensión. La situación se agrava en medios de pequeño o mediano porte sin demasiada solvencia económica.

Trabajo insalubre

Es corruptor aquel que, para ascender en su carrera, un día se encarniza, interrogando a un candidato presidencial y al siguiente le sostiene el micrófono a otro, para que declare lo que se le ocurra.

En cambio el periodista profesional no padece esta tensión: recibe un salario y de él no se espera que hable de un mundo imaginario o recortado, sino que refleje e interprete la realidad. Sin embargo, no siempre el producto que recibe el público es el esperado, porque los medios no funcionan en ambientes de laboratorio. La posición política de la empresa, su inserción en un conglomerado multimedia y el peso de sus avisadores -con gritos o susurros- ponen trabas a su línea periodística. En estas circunstancias -presentes en la mayoría de los medios latinoamericanos- el profesionalismo retrocede hasta embotarse, refugiándose en lo oficial y en aquello que afirman las fuentes interesadas. La investigación propia se transforma en una rareza y, cuando existe, muchas veces no está comprometida con el público sino que es funcional a los intereses de determinados grupos de poder.

¿Es corrupto el periodista que trabaja dentro de este esquema? No lo es necesariamente, ni la mayoría de las veces, pero sin dudas podría desarrollar su profesión en un medio que le proporcionara mayores libertades. Aun con las limitaciones que la empresa impone, se debe aspirar a un ejercicio honesto de la profesión; a que el periodista refleje la verdad, que actúe con equilibrio en los reportajes y en los espacios de opinión, en lugar de plegarse a los intereses del medio periodístico para el que trabaja.

Es corrupto aquel que, para ascender en su carrera, un día se encarniza interrogando a un candidato presidencial y al siguiente le sostiene el micrófono a otro, para que declare lo que se le ocurra. En Uruguay son varios los periodistas que han obtenido permisos para operar emisoras de radio como recompensa por su parcialidad en los reportajes. Obviamente, estas recompensas tienden a reproducir las adhesiones políticas y las restricciones a la información.

La falta de compromiso con la profesión y con la realidad -que evidencian las conductas antedichas- tiene un límite impuesto por las nuevas tecnologías y la globalización. El ingreso de la televisión para abonados alcanza, en algunos departamentos del país, una penetración del 80 por ciento y muestra otros ejemplos de periodismo, si no modélicos en sí mismos, largamente avanzados respecto a la situación uruguaya.

Política y negocios

El departamento donde la corrupción de los periodistas ha llegado más lejos en Uruguay es el de Maldonado, centro de blanqueo de dinero proveniente de Argentina, Brasil y Paraguay. Los pesados impuestos que afectan a los propietarios de residencias de veraneo llenaron las arcas municipales de Maldonado y dieron amplio margen de manejo a la administración para comprar medios y periodistas. Radioemisoras de color partidario opuesto a la administración municipal del Partido Nacional se volvieron repentinas partidarias de la misma, y siete periodistas locales fueron contratados en dependencias municipales. También en Maldonado, un periodista de la prensa escrita apareció de la noche a la mañana como dueño de una radioemisora de FM. Una grabación, presentada ante la Junta Departamental de Maldonado por un edil, evidenció la práctica de esta política; probó que a las radios y semanarios se los compraba con avisos y a los periodistas con empleos. De esta forma se clausuraba todo espacio para la expresión discrepante con el oficialismo, tanto local como nacional.

Existen asimismo otras formas menores de corrupción periodística, como la venta de tapas de revistas y suplementos para mejorar la cotización de algún jugador de fútbol o aumentar la de una actriz, recurso muy utilizado en Argentina. En este proceso intermedian inevitablemente los periodistas. En Uruguay se constata abundantes casos de venta de tapas y notas «atadas» en suplementos económicos, a cambio de publicidad en los mismos o en los diarios a los que estos pertenecen. Los citados son subproductos periodísticos donde la calidad de redactor se une a la de productor publicitario, con un claro predominio de esta última condición, de modo que la nota que se publica es la que aporta publicidad.

En muchos países se utiliza también la venta de impunidad: en posesión de una noticia se negocia su no publicación a cambio de fuertes sumas de dinero. Claro que en estos casos la corrupción del industrioso empresario periodístico no tiñe necesariamente al periodista que obtuvo la información. Por el contrario, tiende a frustrar sus motivaciones y lo incita a buscar aires más propicios.

La vinculación entre propaganda y periodismo se advierte igualmente en la radio, detrás de reportajes a empresarios

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