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El Suicidio De La Escuela


Enviado por   •  23 de Enero de 2013  •  1.878 Palabras (8 Páginas)  •  350 Visitas

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Pablo Vidales Lojero

El suicidio de la escuela

El fundamento de la escuela la trasciende, por lo tanto, su suicidio se propone como una crítica a ella, pero no se detiene ahí, la educación no formal, o gran parte de esta, es también su víctima. El fundamento del que hablo se refiere a la idea de que es mejor aprender a través de un mediador, profesional o “institución” que a través de la vida misma. A veces dicha “institución” es una escuela, a veces no; el mediador, guía, pontífice o como se quiera llamar es a lo que ahora combato. Por eso al proponer el suicidio escolar, lo que se está proponiendo, es eliminar al mediador, no sólo a la escuela.

Sin embargo el suicidio escolar que propongo no es completamente diferente del pensamiento que defiende a la escuela, en realidad es bastante cercano a, por lo menos, la pedagogía crítica, ésta apuesta por la autonomía del individuo, por que se asuma como sujeto y se haga responsable de sí mismo, incluyendo a su propia educación. La diferencia radica en que para esta pedagogía se necesita de un “educador” (o algo similar) para “construir” la propia autonomía. Aunque apuesto por una eliminación de este tipo de mediador en términos generales, pues coincido con la crítica Illichiana, no cierro la posibilidad de su pertinencia en la edad temprana. Quizá todo “nuevo miembro” de la sociedad necesite algún tipo de introducción mediada a la misma, quizá no. En el caso del recién nacido sostengo que sí, en el del “extranjero” creo que no siempre. Como sea, el mediador presente en la “educación” infantil (en caso de haberlo) bien podría ser el tipo de “educador” que propone la pedagogía crítica, sin embargo, éste debería tender a su extinción. Es contraproducente y opresor mantener esa mediación por periodos tan largos como los que alcanza la escolaridad con todas sus licenciaturas y posgrados. La escuela, o la institución en que se objetive esta mediación no puede defenderse como necesaria en cualquier caso de transmisión, “compartición” o “comunicación” de conocimientos, o en todo lugar de aprendizaje, sólo es pertinente en tanto que modo de socialización mínimo (no definiré ahora ese mínimo), socialización que no ha de extenderse por mucho, una vez alcanzada la madurez afectiva, en cuanto a estructuras mentales, etc., que posibilitan que el individuo forme parte plena de la vida social, tanto en el sentido “productivo” como en el “político” o en cualquier otro.

La prolongación de la escuela comulga con el individualismo (cuestión que desgraciadamente ahora no tocaré) y sirve a una organización social que divide excluye y jerarquiza. Todavía, la participación laboral está muy relacionada con el grado y tipo de escolaridad que se ha tenido. Sin sostengo que eso ya está cambiando, los “modelos” tipo crowdsourcing son una prueba de ello. Sin embargo la escuela es opresora más allá de su función en un mundo “papirocrático”, donde, como se dice, “el papelito (o título) manda”. Y es justamente éste un punto importantísimo. La crítica de la mediación prolongada no es únicamente la crítica a la “papirocracia”, ésta es fundamental pero insuficiente. De lo que el crowdsourcing nos da cuenta es de nuevos tipos de división del trabajo que no se basan en los títulos pero siguen siendo excluyentes.

Así mismo, el caso del crowdsourcing nos hace ver que no basta con hacer las necesarias críticas, también hay que generar nuevas “alternativas”, si no, el sistema neoliberal lo hará integrando de algún modo también a nuestras críticas. La disolución de la escuela o por lo menos el fin de su “monopolio educativo” está pronto a ser un hecho, el incremento en las propuestas no formales de educación nos lo grita, sin embargo lo que viene puede ser peor.

La pregunta es si la escuela misma puede hacer algo más allá de defenderse o de darle paso, sin más, a las nuevas olas de educación no formal. Mi postura es que sí, que la escuela más que dejarse morir, o adaptarse a su nueva condición, ha de suicidarse. Quizá quienes realmente deban de suicidarse sean l@s docentes, pues suicidarse como docentes implica asumir la crítica al papel que tienen como mediadores, implica la conciencia de que su estatus encierra contradicciones insalvables, y que se debe procurar un cambio radical, además de que hablar de suicidio docente incluye a aquellos que no forman parte de una escuela.

La idea del suicidio contempla la negativa a aceptar que la escuela es esencialmente neutra y que puede cambiar su estructura (sin dejar de ser escuela) para ser opresora o liberadora indiscriminadamente. La escuela puede cambiar, lo hace a cada momento, pero en tanto escuela, ese cambio tiene límites. Sostengo, junto con Illich, que mientras no se combata su fundamento nos encontraremos ajenos a nosotros mismos, ajenos a nuestro aprendizaje. Reconocer que la lógica de la escuela es opresora, es fundamental para no centrarnos mucho en transformarla, sino en construir otra cosa. Esa otra cosa es el objetivo. Sí, la escuela puede (y ha) de transformarse en aras de ese objetivo pero la tarea no se agota en ella. El que sea suicida no hace que sea una escuela deseable. No hay escuela deseable, pero lo deseable con respecto a la escuela es que desaparezca, como se dice del torturador, la escuela no se redime suicidándose, pero algo es algo. Los modos alternos de compartir conocimiento, de “educación”, “formación” o como se llame, los tenemos que construir sobre otras bases, y ayuda mucho a esa construcción el abandono de un ideal de escuela,

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