El Valor de la Paz
Enviado por kendel1986 • 2 de Diciembre de 2013 • Ensayo • 1.446 Palabras (6 Páginas) • 341 Visitas
Introducción
El valor de la paz es fundamental para las personas, las familias y las naciones, por lo cual se debe cultivar desde la niñez.
Así como la siembra comprende una suma de tareas que incluye preparar la tierra, delinear los surcos, seleccionar las semillas, elegir el momento oportuno, hacer acopio de los materiales y herramientas que se van a utilizar, y no solamente el hecho de introducir las semillas en la tierra, la Paz también implica muchas cosas.
La Paz implica preparar el terreno para que no surjan circunstancias que la puedan poner en peligro, implica que el sembrado se prepare para tan grande tarea: sembrar y cosechar.
En el siguiente apartado se muestra la importancia de vivir en Paz, la importancia de la familia para la buena convivencia y otras formas de lograr la paz dentro de nuestros hogares y fuera de ella.
El Valor de la Paz
La Paz es la tranquilidad que procede del orden y de la unidad de voluntades; la serenidad existente donde no hay conflicto. Es un don de Dios que encuentra su plenitud en Jesús. El nos enseñó el camino de la paz tomando la Cruz. No hay paz cuando los hombres se apartan de Dios.
La paz, no significa solo la ausencia de conflicto, implica el vivir de tal modo que los conflictos puedan ser superados en el marco de la convivencia fraterna y respetuosa.
Vivir la fraternidad y la armonía entre los seres humanos son los ideales de paz que más se predican, en contraposición al desastre, la guerra y a todo género de conflictos. Pero la paz no comienza desde fuera, sino desde dentro, en nuestro interior.
La paz es un valor que suele perderse fácilmente de vista. Cuando una nación entra en conflicto con otra y tenemos que vivir sus consecuencias o cuando en la familia los problemas o pleitos comienzan a surgir comenzamos a apreciar el valor que tiene la paz.
La paz puede verse a nivel internacional o a nivel personal, pero en cualquier perspectiva debemos entender que no surge como producto de un "no meterse con nadie", con un dejar hacer a los demás para que me dejen "vivir en paz".
La calma y tranquilidad tampoco se da, necesariamente, como producto de convivir con personas afines.
Las dificultades entre los seres humanos suele ser algo común. Quien no sabe vivir en paz generalmente lo identificamos como una persona conflictiva porque:
• Es imposible llegar a un acuerdo, aunque sea pequeño y de poca importancia.
• Tiene una marcada tendencia a buscar en las palabras y actitudes un doble propósito, normalmente negativo.
• Se siente aludido y agredido ante cualquier circunstancia, y más si está en contra de sus intereses.
• Busca por todos los medios “salirse con la suya” aunque esté equivocado.
• En el trabajo o los negocios crea dificultades inexistentes.
• Discute con facilidad.
Vivimos en una época en la que se habla mucho de armonía y paz interior. Sin embargo pocos mencionan que una de las mejores formas de alcanzar estos ideales es mediante el espíritu de servicio hacia los demás. La paz es el fruto de saber escuchar, de entender las necesidades ajenas antes de las propias.
Mucho de la paz que podamos vivir con los demás radica en nuestra forma de expresarnos. En algunos momentos tenemos el impulso de hacer notar los errores de nuestros interlocutores sin saber todo lo que tienen que decir, provocando discusiones y resentimientos. Expresar nuestro punto de vista en el momento oportuno, facilita la comunicación y aumenta las posibilidades de superar las dificultades, pues ambas partes se sienten escuchadas.
Del mismo modo ocurre cuando se hace necesaria la corrección de una actitud: el disgusto nos mueve a reprender en el momento sin medir las palabras que utilizamos. ¿Cuántas veces nos hemos arrepentido por la excesiva dureza que tuvimos con nuestros subalternos, hijos o compañeros? La pérdida de la paz interior consecuente, se debe a la intolerancia e incomprensión que mostramos, generando una imagen negativa y tal vez altanera de nuestra persona. Por eso es importante pensar con serenidad antes de tomar cartas en el asunto.
Una de las grandes fuentes de la paz, o de la guerra, está en la familia. Los esposos deben ser conscientes que al crear el vínculo conyugal, se comienza a dar la fusión de distintas costumbres y formas de pensar. El arte de convivir, olvidarse del afán de dominio y buscar el justo medio entre las diferencias, trae la armonía como consecuencia. En otras palabras: es necesario aprender a conversar y obtener propósitos de mejora concretos que beneficien a todos en la familia.
La Paz se nutre de las buenas intenciones, de
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