El Verdadero Del Sistema Educativo Escolar
Enviado por ce_gaby • 30 de Mayo de 2012 • 2.277 Palabras (10 Páginas) • 710 Visitas
Con motivo del Bicentenario de la Revolución de Mayo se escuchan algunas opiniones solitarias y espontáneas acerca del papel que jugaron nuestros próceres en la conformación del sistema escolar
argentino. Lamentablemente no ha prendido en la sociedad, entre los intelectuales, y menos aún en los medios de comunicación, interés por debatir el sentido de nuestra historia educativa, e incluso de
nuestra historia. La atención está secuestrada por un presente absoluto, actitud que forma parte de
la cultura hegemónica, neoliberal, pero que en su expresión argentina refleja cierto menosprecio por la
propia historia y descalificación de los compatriotas, colegas y posibles antagonistas de un diálogo.
Adicionalmente, resulta preocupante escuchar opiniones dispersas, pero existentes, que muestran
un bajísimo nivel de elaboración de los acontecimientos que marcaron grandes diferencias con respecto a la educación. En ese sentido, resulta intolerable que aún se diga que Sarmiento es solamente un mito, que durante su gobierno no se avanzó en la construcción del sistema y se lo reduzca a su infeliz postura respecto a la población indígena y los inmigrantes sureuropeos. Tanto es adecuado que se crea que el sistema escolar argentino comenzó con Sarmiento, borrándose de un plumazo las escuelas del Rey, las parroquiales, las municipales y los orfanatos; aquellas reconvertidas en Escuelas El verdadero origen del sistema escolar de la Patria, la evolución de esas instituciones educativas que constituyó proto-sistemas en varias provincias donde los gobernantes o caudillos introdujeron las más avanzadas ideas pedagógicas y de organización escolar, como el sistema lancasteriano o la articulación entre la enseñanza elemental y la secundaria que empezaba a
esbozarse en la antigua preparatoria.
Artigas y Estanislao López merecen un homenaje especial. El sistema tiene una larga biografía
que sigue en gran medida las vicisitudes de la Nación, pero que también fue tomando una autonomía
relativa a medida que se fue consolidando. La fundación de la Escuela Normal de Paraná marca
un hito. Sus primeras generaciones egresaron munidas de una caja de instrumentos de organización
escolar y didáctica destinados a normalizar y “normalizar” todas las escuelas del país. A estas generaciones las acompañaba una profunda vocación pedagógica y quedó en el relato oficial que eran recibidas en los pueblos y ciudades del interior como personajes importantes a los cuales se les
concedía un especial respeto. No siempre ocurría así. En los informes de los inspectores, y en
la correspondencia que se guarda en muchos archivos provinciales, constan suficientes hechos conflictivos como para comprender las dificultades con las cuales se enfrentaban aquellos educadores
en comunidades ajenas que los miraban con desconfianza cuando no con agresión. Es sabido que varios de los maestros que Sarmiento trajo desde Estado Unidos sufrieron discriminaciones genéricas, religiosas y ataques de un extremo nacionalismo. Formados en el pensamiento liberal, expresamente elegidos por Sarmiento por su feminismo y protestantismo, y portadores del mandato de colaborar en la modernización de la sociedad, debían avanzar sobre terrenos en los que reinaban comunidades atrasadas, guiadas por una Iglesia Católica conservadora.
Paralelamente, el culto a la Nación se había ido concretando en símbolos, canciones e himnos, festejo
de efemérides que convergían en la densidad ritual indispensable para delimitar la identidad argentina
en tiempos de inmigración masiva. La Nación necesitaba consolidarse, pero quienes dirigían ese proceso eran los triunfadores de Pavón, que concebían la construcción de instituciones como
instrumentos de su poder. De tal modo, durante las presidencias de Mitre, Avellaneda y Sarmiento, y durante toda la República Conservadora (1880-1916), se apiló ladrillo sobre ladrillo de un aparato de instrucción pública que bajaba desde el poder geográfica, cultural y económicamente central, hacia los sectores sociales, las provincias, los géneros y las etnias. Las provincias repitieron el mismo esquema.
Salvo algunas excepciones que confirmaron la regla, los alumnos de los colegios nacionales pertenecían a las elites, eran varones y provenían de la Capital Federal y de las ciudades cabeceras de las provincias. Según Carlos Escudé “el miedo a la pérdida de un presunto carácter nacional preinmigratorio, de las tradiciones criollas y del ascendiente sociocultural del viejo patriciado argentino”1 se sumaba al miedo a la revolución.
Debe comprenderse que la idea de la barbarie acechando estaba totalmente fresca en el imaginario
de los hombres de la República Conservadora. Entre la época del asesinato de Urquiza y la muerte
de Felipe Varela, en 1870, (el mismo año, como hemos dicho, de la fundación de la Escuela Normal
de Paraná) y la federalización de la ciudad de Buenos Aires en 1880, y el año del Centenario, medió un
lapso de tiempo semejante al que transcurrió desde el golpe cívicomilitar que instauró la dictadura
en 1976 y la actualidad. Podemos visualizar el temor oligárquico de que la sociedad que habían
subordinado se les fuera de las manos bajo la ola inmigratoria, y que el caos despertara a Facundo,
que siempre acecharía, como bien había advertido Sarmiento.
La Ley de Residencia de 1902 y la Ley de Seguridad de 1910 dieron marco a la aceleración de la escolarización del país en manos del médico positivista José María Ramos Mejía, familiarmente
emparentado con las luchas de los unitarios, profundamente enemigo de los federales, autor de numerosos trabajos sobre psiquiatría, ángulo desde el cual analizó a Rosas y a los caudillos. En su famoso trabajo “Las multitudes argentinas” siguió la línea de Le Bon y otros autores de la época, preocupados por encontrar formas de represión ante la inminente sociedad de masas. Esa era la mentalidad de quien instauró definitivamente el orden del sistema escolar argentino. Impuso el modelo médicomilitar en las escuelas y construyó un eficiente aparato de instrucción pública cuyos frutos festeja todavía una parte de la sociedad argentina. Muchos de los docentes e inspectores formados en el pensamiento liberal de la Escuela Normal de Paraná se encontraron encerrados entre las disposiciones autoritarias y reglamentaristas, producto de la creciente burocracia del CNE, y sus ideas escolanovistas y democráticas, expresadas por muchos El verdadero origen del sistema escolar
de ellos en posturas socialistas y radicales publicadas en numerosas revistas pedagógicas. El festejo del Centenario brilla a los ojos de
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