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El idiota de la escuela


Enviado por   •  1 de Junio de 2012  •  Reseña  •  2.335 Palabras (10 Páginas)  •  568 Visitas

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El idiota de la escuela

PERSONAJES: Claudio y Darío, son hermanos

Mauricio, primo de Claudio y Darío

La obra se desarrolla en un living. Al fondo una ventana bajo la cual, en una mesa pequeña hay un teléfono, tres sillones, un bar. A la izquierda una puerta que da a la calle y a la derecha otra que da al interior de la casa.

Darío recorre la habitación, inquieto, gesticulando.

DARÍO: —¡Increíble! Siempre por algún motivo hay que hacerse problema. ¿Cómo se hará para vivir tranquilo? (se sienta en el sillón más próximo al teléfono y hace un llamado) Hola, sí, ¿Claudio? (pausa) Habla Darío (pausa) No te hagas el idiota que no es gracioso. Venite que quiero hablar con vos (pausa) ¡Venite y listo, che!, no sigas diciendo pavadas. Chau. (Cuelga con brusquedad)

Se levanta, sacude la cabeza, se sirve una copa, murmura y camina nervioso mientras espera. Se oye el sonido del timbre, abre la puerta que da al exterior.

CLAUDIO: —¿Qué tal viejo? (entrando con toda naturalidad y confianza, mientras Darío cierra la puerta se sienta en un silón y apoya los pies en otro) Vamos a ver qué pavada te preocupa hoy. De paso servime una copa a mí también que vengo con la garganta sequita.

DARÍO: —(sirviéndole la copa que pidió) ¡Claro! Para el tipo todo son pavadas. Nada es lo suficientemente serio como para preocuparse, en especial si no es él mismo ¿no?

CLAUDIO: —Bueno, cortála. Dejá de hablar como el viejo y decí de una vez, ¿qué carajo pasa?

DARÍO: —Pasa,… pasa que Mauricio está dado vuelta de nuevo.

CLAUDIO: —¿Qué Mauricio?

DARÍO: —(Indignado) Cómo, ¿qué Mauricio? Estás tan convencido de que no hay que ocuparse de una mierda que ya ni te acordás de que Mauricio, tu primo mayor, tiene problemas?

CLAUDIO: —¡Ah! Mauri, ¿qué pasa ahora con Mauri?

DARÍO: —Ocurre que está totalmente del tomate, dice que va a inaugurar una escuela.

CLAUDIO: —¡Bueno!, entonces no es para tanto, si hablara de un prostíbulo, ¡todavía!, ¿pero una escuela?…

DARÍO: —(Se para, se acerca la ventana y habla mirando hacia fuera) ¡Justamente!, un prostíbulo no me preocuparía tanto tratándose de él (se vuelve de frente a Claudio) pero ¿vos tenés idea de los conocimientos que tiene?, ¿qué estudios cursó?, ¿si terminó alguna carrera?, ¿un profesorado? o ¿algo? Que yo sepa no estudió un carajo. Entonces, (grita) ¿qué mierda de escuela puede abrir? ¡Me querés decir Claudio!

CLAUDIO: —La verdad es que no sé quien está más loco, si vos o Mauricio. (Se pone de pie, camina parsimonioso por la habitación, enciende un cigarrillo) ¿Te pidió guita?, ¿te hizo firmar algo?, ¿qué puede pasar, boludo? Alcanzáme un cenicero, por favor.

DARÍO: —(Le da el cenicero que estaba sobre la mesita del teléfono) Entendé Claudio, no es sólo cuestión de guita y firmas. Se trata de que nos hicimos responsables por él y si a este loco le da por meterse con menores, se arma el quilombo ¿o no?

CLAUDIO. —Tranquilizate. Mauricio estará chapita, pero no es para tanto. Además está medicado y no es ningún pendejo ¿qué edad tendrá ahora?, ¿cuarenta? Si no me equivoco a vos te lleva diez y a mi quince ¿no? Pensalo, es grande… está controlado…, no hagamos boludeces nosotros, che.

DARÍO: —Está bien, pero ponete en mi lugar. Me llama hoy a la mañana y me vomita así, como si nada: ¡felicitame, voy a abrir una escuelita!

CLAUDIO: —¿Y qué le contestaste?

DARÍO: —Nada, le seguí la corriente. Me parece bárbaro, le dije. ¿Ya lo tenés decidido?, le pregunté.

CLAUDIO: —¿Y él?

DARÍO: —(Se sirve nuevamente) Como si nada, entusiasmado me contestó: "tengo todo encaminado mentalmente"; menos mal que lo aclaró porque a mi ya me estaba estallando el bocho.

CLAUDIO: —¿Qué?, "¿mentalmente", te dijo? (Gritando) ¡Vos sos mil veces más pelotudo que él! ¿Hacés semejante quilombo porque el infeliz de Mauricio tiene (recalca) "en mente" abrir una escuela? Estás absolutamente perdido, hermano. Servime otra copa, no te hagas el distraído que de alguna manera tengo que superar este bajón. Dale, que termino el trago y me las tomo.

DARÍO: —Ni lo sueñes, Mauricio debe estar por llegar. Le dije que viniese a esta hora, lo llamé un rato antes que a vos.

CLAUDIO: —¡No me jodas! ¡Q'hijo de mil!

Se bajan las luces. Fin de la primera escena.

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ESCENA SEGUNDA

El mismo lugar, Claudio y Darío sentados uno frente al otro.

Suena el timbre

CLAUDIO: —Ahí lo tenés.

DARÍO : —(Va hacia la puerta que da al exterior.) Hola, pasá.

Entra Mauricio, de apariencia soñaradora, mirada perdida.

CLAUDIO: —(Se pone de pie, avanza con los brazos extendidos hacia Mauricio) —¿Qué decís? ¡Tanto tiempo, viejo! (Se estrechan en un abrazo, se palmean la espalda mutuamente)

MAURICIO: —¡Claudito!, ¡si te habré cantado para que te duermas!

CLAUDIO: —Bueno, loco, de eso hace siglos, ya nos vimos bastantes veces desde aquella época ¿no?

MAURICIO: —(nostálgico) Es verdad, pero cada vez que te veo me acuerdo y… (dejando de lado la nostalgia) ¿Te dijo algo tu hermano, che?

CLAUDIO: —(Se sienta en el lugar donde estaba Darío, Mauricio lo hace en frente) Algo me dijo, pero no entendí mucho (cínico) por eso le pedí a Darío que te llamara así nos contás tranquilo y en detalle (Darío lo mira furioso, gesticulando, de pie detrás del asiento de Mauricio) Decime ¿pensás en una escuela secundaria, en algún instituto de idiomas o algo tipo guardería, quizás?

MAURICIO: —¿Estás loco? ¿Quién carajo me va a dar una habilitación para algo así? No, lo mío tiene que ser más modesto, más tranqui. (Claudio mira a Darío desafiante)

DARÍO: —(Se ubica de pie frente a la ventana, a Claudio, burlón) Yo te dije que a Mauri no se le iba a ocurrir ninguna barbaridad de esas. El tipo es razonable, yo siempre aseguré eso, si no, no hubiese aceptado firmar para que saliera del instituto.

CLAUDIO: —¡Bueno, bueno!, pará que firmamos los dos. Además yo sólo estaba preguntando,

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