En el principio, todo era caos
Enviado por mrgoomez • 9 de Noviembre de 2014 • Trabajo • 2.178 Palabras (9 Páginas) • 229 Visitas
EN EL PRINCIPIO, TODO ERA CAOS.
Los autores de nuestra primera Constitución como nación independiente, la de 1824, querían que México fuese como Estados Unidos de América, al que admiraban por encima de todas las cosas.
Copiaron de ellos algunas de sus instituciones políticas creyendo, quizá de buena fe, que bastaba implantarlas entre los mexicanos para que produjeran los buenos frutos que allá, en el vecino país del norte, habían producido. Su afán de ser como los estadounidenses y aplicando sus modos y métodos de organización política, estaríamos en aptitud de aspirar “al nivel de la republica feliz de nuestros vecinos del norte”, donde existía “un pueblo dócil a la voz del deber y un modelo que imitar en la republica de florecimiento”.
Dependientes del gobierno federal, de quien reciben por lo menos financiamiento cuando no órdenes directas, pasando por la secular costumbre de que sus gobernantes se designen en la capital de la república, aunque se “elijan” por votación en cada uno de ellos.
Los diputados del Congreso constituyente de 1824 eran unos idealistas. Lorenzo de Zavala, quien presidio las sesiones finales del Congreso y fue el autor del preámbulo de la Constitución donde constaba la voluntad de querer ser como los estadounidenses, confeso que los señores diputados tenían “como manual de la Constitución de los Estados Unidos del Norte, de la que corría una mala traducción” se conformaron con la cómoda labor de transcribir y aprobar lo que leían en su “manual” mal traducido. Esta mala
traducción de la Constitución estadounidense era, además, obsoleta. Hacía ya veinte años que en Estados Unidos había sido reformada en un punto esencial para la existencia y tranquilidad política, al haberse demostrado allá su equivocado planteamiento. Lo que en Estados Unidos tuvo éxito, aquí no prospero, lo que en este país se comprobó que era inoperante y fatal, aquí fue de consecuencias catastróficas. Estados Unidos reformo su Constitución en 1804 y la Constitución mexicana es de 1824. En México se adoptó el principio de que el titular del poder ejecutivo de la federación sería suplido en sus ausencias temporales o definitivas por un vicepresidente. Lo que es absolutamente sorprendente es la manera de elegir a ambos funcionarios: el triunfador en la elección presidencial seria el presidente de la república, y el individuo que lo siguiera en votos sería vicepresidente. En caso de empate en el primer lugar, el Congreso designaría al presidente de entre los dos candidatos, correspondiéndole al otro, el despreciado por los congresistas, a la vicepresidencia. En México, donde la ambiciones personales de poder son en realidad el verdadero estímulo de la actividad política, los vicepresidentes se trasformaron en los principales interesados en el fracaso del presidente.
Jorge Washington: “Ahí va el vicepresidente, pensando solo en la salud del presidente” nosotros dejamos que corriera el desorden, la inseguridad, el descredito e incluso la sangre”.
Los diputados no percibieron esta posibilidad que signaría los siguientes
doce años de la historia nacional, hasta que la Constitución del 24 fue derogada. 17 y 19 de julio de ese año, al Congreso le fue sometido para su discusión el texto de los artículos constitucionales que hacían referencia al poder ejecutivo. Nadie objeto la institución de una vicepresidencia que sería ocupado por el perdedor de las elecciones, nadie se dio cuenta de la bomba de tiempo que ellos mismos estaban activando al aprobar, sin discutirlo ni pensarlo. La primera elección presidencial, realizada ese mismo año de 1824, concurrieron cuatro candidatos: Manuel Gómez Pedraza, inhabilitado por hallarse bajo proceso militar. Los tres compitieron por el voto de los estados de la federación. Y resulto ganador, con el mayor número de sufragios, el general Guadalupe Victoria, y por consiguiente, aclamado como presidente de la república, primer presidente de México, que tomo posesión de su alto encargo el 10 de octubre de 1824. Los candidatos restantes estaban empatados en el número de votos. Los dos derrotados por Guadalupe Victoria y de entre ellos el Congreso debía decir quién sería el vicepresidente del recién elegido presidente. Se trataba de Vicente Guerrero y Nicolás Bravo y el Congreso se decidió por el segundo. Héroe de la independencia, subalterno de José María Morelos, fue declarado vicepresidente de la república.
Apoyado por federalistas y liberales de cote moderado del rito masón de York; Bravo lo era por: centralistas, iturbidistas del rito escoces. A Guerrero apoyado por los liberales yorkinos. Bravo
era enemigo de las políticas públicas seguidas por Guadalupe Victoria. No existía ningún tipo de colaboración entre ellos, Victoria jamás intentó dialogar con Bravo, ni lo hizo partícipe de sus planes, ni lo invito a las reuniones de la ciudad de es del consejo de ministros, tampoco lo otorgó comisión política o militar alguna. Se dedicó a conspirar contra Victoria harto de su deslucido papel de vicepresidente, decidió rebelarse contra el gobierno en encabezar un movimiento armando.
A finales de 1827 se sublevó en Otumba el teniente coronel José María Montaño, exigiendo al gobierno de la republica la supresión de las sociedades secretas, el exacto cumplimiento de la Constitución, el cambio de ministros y la expulsión del embajador, de los Estados Unidos, y Joel R. Poinsett, a quien se acusaba de inmiscuirse en los asuntos mexicanos.
Se acusaba también al presidente Guadalupe Victoria de obrar de acuerdo con las instrucciones del diplomático estadounidense, una vez iniciado el movimiento militar secretamente salió de México el vicepresidente Nicolás Bravo, quien a los pocos días apareció al frente de la insurrección como comandante en jefe. Obligaría al gobierno a cambiar de política y, si era preciso, a cambiar de presidente, lo cual era lógico que sucediera si se cambiaba de política.
Guadalupe Victoria, logró reunir un pequeño ejército que puso al mando en general Vicente Guerrero, quien fue enviado a sofocar la revuelva de Bravo. Un par de acciones militares bastaron para que Guerrero diera cuenta de las
tropas de Bravo, que fue hecho prisionero y trasladado a la capital, a pesar de que yorkinos y liberales pedían a gritos su cabeza, acusándolo de traición a la patria Victoria se contentó con enviarlo al extranjero en calidad de desterrado, a la ciudad de Guayaquil, en Ecuador.
Vicente Guerrero, al derrotar a Nicolás Bravo, vio abierta ante sí la puerta de la presidencia de la república, pues había eliminado a su competidor más importante. Cautelosamente, Guerrero decidió esperar la inminente elección presidencial y evitar así cometer el mismo error de Bravo, quién no solo por
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