Ensayo Sobre Investigacion Accion
Enviado por lems14mx • 27 de Agosto de 2011 • 2.624 Palabras (11 Páginas) • 1.626 Visitas
El reto del laicismo en México
Ponencia de Gilberto Rincón Gallardo, Presidente del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, ante el Grupo Permanente por la Tolerancia Religiosa. Cámara de Diputados, México, D. F., a 18 de mayo de 2004.
La sociedad mexicana está experimentando una fuerte transformación. Ya ningún país está fuera de la influencia de otras naciones y ninguna cultura puede permanecer impávida frente a una globalización que se introduce en todos los espacios de la vida colectiva. Las sociedades actuales, y México no es la excepción, se hacen cada vez más complejas conforme se modernizan y se abren al exterior. Grandes fuerzas en la economía y en la política favorecen esta transformación.
Nos guste o no, la aldea local en que crecimos se convierte a pasos agigantados en una aldea global.
Pero debemos reconocer que a este cambio contribuyen también procesos que son menos visibles. Los individuos buscan encontrar un sentido a su vida tanto en las antiguas respuestas como en las nuevas que aparecen día con día.. La apertura política, económica y cultural de las sociedades ha dado lugar también a que la respuesta única a las cuestiones de fe ahora se presente ahora como una respuesta entre varias.
La democracia fomenta la libertad, y la libertad fomenta el pluralismo. Sólo el pensamiento conservador considera que la pluralidad y la existencia de minorías es un daño que hubiera que corregir. El pensamiento progresista sabe que la salud democrática de un país se mide no por la gran fuerza de sus mayorías, sino por los derechos que ejercen las minorías.
Es un acto de honestidad intelectual admitir que actualmente experimentamos un cambio significativo de mentalidades en México. Debo decir que este cambio es para bien.
He mencionado causas sociológicas e incluso, puedo decir, espirituales. Pero también veo en este cambio de mentalidades el resultado del derecho que la democracia reconoce a los ciudadanos para elegir libremente sus orientaciones ideológicas y religiosas.
El pluralismo político y el pluralismo religioso comparten el suelo nutricio del Estado laico y respetuoso de los derechos fundamentales de la persona.
¿Qué significa esto? Significa, ante todo que, independientemente de nuestras convicciones personales, debemos admitir que México ya no es una sociedad culturalmente monolítica.
De hecho, nunca lo ha sido, pero ahora, con mayor razón, es necesario reconocer la pluralidad cultural y religiosa como un rasgo irrenunciable e irreductible de nuestra experiencia colectiva. De ahora en adelante, no sólo debemos acostumbrarnos al hecho de que somos una sociedad plural, sino que tendremos que adecuar nuestras instituciones públicas para que sean capaces de hacer convivir a esta pluralidad en el marco de un régimen de leyes.
México es un país verdaderamente plural, sobre todo en los aspectos más significativos: plural en formas de vida, en visiones de la moralidad, en proyectos sociales, en creencias religiosas. Necesitamos por ello reconstruir el Estado laico para que sea capaz de convertir esta pluralidad en riqueza social y no en fragmentación y enfrentamientos.
Esta pluralidad política, cultural y religiosa, debe acompañarse de un marco definido de convivencia y bienestar común a los diferentes grupos, asociaciones o religiones que componen el mosaico plural de creencias en nuestro país.
La formula para la convivencia de la pluralidad es el laicismo. Sabemos que el laicismo es el recurso que el mundo moderno encontró, y que el Estado mexicano retomó como principio, para evitar tanto la crispación en las relaciones entre el Estado y la religión, y para impedir que las divisiones de creencias religiosas fracturaran de forma irremediable a la comunidad política.
El laicismo es una solución positiva para la convivencia entre religiones mayoritarias y minoritarias, y para evitar que las creencias de unos cuantos se hagan dominantes a través de la fuerza del Estado y no de la del convencimiento y la persuación legítima.
Pero el laicismo no es, como se ha pretendido hacer creer con frecuencia, un espacio vacío y sin valores propios. El laicismo no es el residuo que queda frente a los grandes valores morales o religiosos de los particulares.
El laicismo tiene valores propios como la tolerancia, la libertad de credos, los derechos de la persona y la igualdad de todos ante la ley; valores sin los cuales el mundo democrático sería inexistente. El laicismo debe ser, en una sociedad abierta y pluralista, la ética que ha de regir la vida pública y la convivencia entre la pluralidad de la nación.
Es necesario defender el laicismo porque es un fundamento del orden político que asegura el goce de su libertad religiosa a las minorías confesionales. En este sentido, una sociedad laica, es sinónimo de una sociedad abierta a todas las interpretaciones del hecho religioso. Ese es el sentido positivo del laicismo.
Así que no basta con la aconfesionalidad del Estado para decir que éste es laico. Es necesario que sea militantemente defensor de la pluralidad y del ejercicio de las libertades de credo y de pensamiento; que sea protector de las minorías frente a la amenaza ilegítima de las mayorías, y que sea promotor de una educación pública orientada por el pensamiento crítico y los valores humanistas.
Las grandes corrientes religiosas presentes en México, por grandes y profundas que sean las diferencias entre sus distintas concepciones de lo sagrado y lo profano, pueden encontrar un marco de cooperación que sea benéfico tanto para cada una de ellas como al país en su conjunto.
Una sociedad que se identifica firmemente con un orden jurídico justo, es decir, que respeta plenamente las libertades fundamentales, los derechos de participación política y la libertad de culto de cada uno de sus miembros, puede ser, a la vez una sociedad plural y una unidad política que no tenga como cohesión el autoritarismo.
Bajo este supuesto, las diferencias de credo entre diferentes grupos sociales y la pluralidad de prácticas religiosas son perfectamente compatibles con la idea de un proyecto común de nación.
La democracia es un proyecto para solidarizar el México diverso y para conjuntar la pluralidad en proyectos de beneficio común. No nació para borrar esas diferencias que dan riqueza a nuestra vida colectiva. En cuanto defendamos el laicismo y la separación entre el Estado y las iglesias, defendemos también el diálogo entre confesiones religiosas y el diálogo entre éstas y el Estado. Todo ello de manera abierta y transparente.
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