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Enseñar a leer


Enviado por   •  1 de Septiembre de 2019  •  Apuntes  •  6.953 Palabras (28 Páginas)  •  90 Visitas

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Enseñar a leer, enseñar a comprender, Ana Camps y Teresa Colomer, Celeste ediciones, Barcelona, 1990

Capítulo 1. La lengua escrita (fragmento)

El aumento de la comunicación diferida, así como la generalización de la alfabetización y los avances técnicos que permiten la grabación y la transmisión de la voz, han provocado que la relación entre el código oral y el código escrito presente características bien distintas de aquellas que la habían definido históricamente.

Desde el punto de vista de su descripción científica puede constatarse cómo durante siglos la descripción gramatical se basó en la lengua escrita, y no es sino con la aparición del estructuralismo que la atención se desplazó hacia el código oral y los lingüistas empezaron a analizar algunos de sus aspectos básicos, especialmente el nivel fónico de la lengua. A partir de ahí, la relación entre los dos códigos ha siclo vista de distinta forma según la evolución de las diferentes corrientes lingüísticas, desde la supeditación absoluta del escrito al oral (en el estructuralismo americano) a su independencia total (en la glosemática). A nuestro entender, el modelo más consistente corresponde a la relación de equipolencia defendida por el Círculo ele Praga. En este modelo se considera que habla y escritura son dos realizaciones distintas de un mismo sistema lingüístico, lo cual implica que comparten la misma estructura, pero se diferencian en su uso, ya que ejercen funciones distintas en la vida social ele la comunidad.

(…)

Sin embargo, no ha sido sino en las dos últimas décadas que el interés por el uso del lenguaje en la propia situación comunicativa ha propiciado la interrelación de varias disciplinas científicas (la lingüística textual, la psicología cognitiva, la teoría de la comunicación, la sociolingüística, la pragmática, etc.) en el intento de compaginar sus análisis para poder describir el fenómeno comunicativo en toda su complejidad. En este marco las comunicaciones, oral y escrita, se conciben como dos realizaciones discursivas de la lengua y cualquier persona debe adquirir su competencia de uso a partir de la competen­cia lingüística que les es común. El establecimiento de este campo de interés teórico tiene grandes repercusiones educativas, tanto porque ofrece una nueva descripción de los códigos orales y escritos, como porque la definición de los objetivos escolares de educación lingüística ha pasado a caracterizarse como la adquisición de una adecuada competencia oral y escrita en términos de uso.

Ahora bien, para adquirir la competencia específica de cada tipo de discurso es preciso observar sus diferencias, tanto a nivel del contexto comunicativo donde se producen, como a nivel de las características del mensa­je producido. Muchas investigaciones llevadas a cabo desde áreas distintas han coincidido con los planteamientos del Círculo ele Praga al afirmar que lo escrito es mucho más que simplemente habla escrita. Si se cambia el canal (y el mensaje en lugar de ser vehiculizado por la voz se transmite por signos gráficos, o viceversa) cambia el mensaje mismo, porque será diferente su adecuación al contexto comunicativo y a las funciones que normalmente se atribuyen a uno u otro canal.

Con mucha frecuencia las descripciones comparativas de ambos códigos se basan en sus usos más diferenciados: la conversación informal y la prosa expositiva, con la intención de facilitar su definición por contraste. A partir de este tipo de análisis comparativos se han establecido claramente una serie de diferencias producidas por dos tipos de causas. En primer lugar, las que se refieren al contexto comunicativo, ya que en el caso de la conversación los interlocutores negocian un significado circunscrito por un contexto compartido, mientras que en la prosa expositiva escrita, emisor y receptor deben basarse exclusivamente en el mensaje verbal sin otro contexto ni posibilidad de aclaraciones. En segundo lugar, las que se derivan del proceso de elaboración/recepción del mensaje y que se relacionan especialmente con el tiempo de que disponen emisor y receptor. En la conversación los mensajes se producen con rapidez por la necesidad de mantener la atención y han de ser breves para poder ser retenidos, mientras que en la prosa expositiva escrita se dispone de un tiempo mucho más dilatado para organizar/interpretar el mensaje. Las consecuencias de estas condiciones de comunicación afectan a los dos tipos de discurso en todos sus niveles, ya sea en la selección léxica, ya en la estructura sintáctica, etc., y en la actualidad se dispone ele descripciones bastante detalladas de las características diferenciales de ambos códigos.

De cualquier forma, y sin que ello invalide la definición contrastiva de los códigos, es preciso señalar que en nuestra cultura se ha producido una diver­sificación paulatina de los tipos de discursos, de tal manera que su caracterización revela una clara continuidad de formas entre los dos polos antes comparados. Es así, pues, que pueden inventariarse más características comunes entre determinadas formas orales y escritas (una nota personal y una intervención oral de aviso, un artículo de revista y una conferencia, etc.) que entre otras formas pertenecientes al mismo código. La aparición de los medios de comunicación audiovisuales ha contribuido sin duda a esta multiplicación igualadora de los usos sociales de ambos códigos al permitir la comunicación diferida de mensajes orales, al igual que el acceso a la alfabetización de una gran mayoría de la población ha permitido la utilización del escrito en situaciones comunicativas que históricamente eran propias del uso oral de la lengua.

El resultado es que, en la actualidad, es posible hablar de un continuum entre los dos códigos. Ambos se hallan a disposición del emisor para que los escoja como una opción más de las muchas que debe realizar al emitir un mensaje y en función de necesidades muy variadas que van en el sentido de una comunicación  de más a menos personal y de menos a más elaborada conceptualmente. Así, por ejemplo, el discurso oral acostumbra a demostrar mayor implicación afectiva, y con esta intención, por ejemplo, podemos optar por dar personalmente las gracias a alguien en lugar de enviarle una nota de agradecimiento, mientras que la necesidad de elaborar más detenidamente la relación entre las ideas e una argumentación nos puede inclinar hacia la utilización del escrito. Además, oral y escrito se utilizan conjuntamente en muchas situaciones comunicativas que se convierten en mixtas: se discute una idea esquematizándola en un papel, se recita un diálogo teatral previamen­te escrito, se leen unas instrucciones al mismo tiempo que se comentan, etc.

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