Estabilidad Laboral
Enviado por fantasmarojo • 7 de Junio de 2012 • 5.819 Palabras (24 Páginas) • 487 Visitas
REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION UNIVERSITARIA
MISION SUCRE
UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
ALDEA UNIVERSITARIA “HERMINIO LEON COLMENARES”
PFG: ESTUDIOS JURIDICOS
BARINAS ESTADO BARINAS
ORGANIZACIÓN TERRITORIAL ADMINISTRATIVO
FACILITADOR:ABG. ALEJANDRO RIVAS
TRIUNFADORES:
Carrasquilla Angela, CI. 1.088.242.082
Guevara José, CIV- 12.204.535 Vargas Maria CIV. - 23.158.254
BARINAS, JUNIO DE 2012
El bipartidismo atenuado, resultado directo del mencionado Pacto, y que se acentuó a partir de las elecciones presidenciales de 1973 entre los socialdemócratas de AD y los socialcristianos del COPEI –institucionalizados y articulados de forma tal en aquel escenario político, como para mantenerse en todo momento prácticamente alejados de toda confrontación y polarización ideológica- generó, por ende, un compromiso de las cúpulas partidistas en la solución consensuada de los conflictos. Este período se caracterizó, además, por el presidencialismo, el caudillismo, y el personalismo; la malversación de los fondos públicos; el clientelismo político; la monopolización de la producción, concentrándose eminentemente en el petróleo; así como la constante represión y persecución de los movimientos obreros, campesinos y estudiantiles. La fórmula puntofijista provocó un entronizado elitismo (cogollocracia), que alejó cada vez más a las masas de la participación en la toma de decisiones, sentándose las bases para una partidocracia, cuyo único límite fue el consenso de las organizaciones implicadas en dicho pacto.
Durante su vigencia no se ejerció oposición real por el partido contrario ante la expectativa de ser bien tratado y, a sabiendas, de sus posibilidades de acceder al poder a corto o mediano plazo.
De este modo ocurrió una extrema monopolización de la vida política por los partidos, constriñéndose estos a la sociedad civil, al centrarse en interés políticos electorales, perdiendo su arraigo popular, su atractivo ideológico y su capacidad para satisfacer las necesidades sociales.
Es en este entorno donde se articularon, como factores reales de poder, los partidos políticos tradicionales, los grupos económicos y de presión, los medios de comunicación, la Iglesia Católica, las Fuerzas Armadas e, incluso, las individualidades poderosas de la sociedad venezolana, que garantizaron que no serían afectados sus intereses por la regla de la mayoría en la formulación de políticas públicas.
Ante la situación de decadencia del viejo sistema se planteó, como alternativa política, la salida jurídica de la misma mediante una reforma general de la Constitución vigente, basada en la falta de salidas institucionales ante la crisis de representatividad de los partidos tradicionales. A esto se añadió el agotamiento del modelo rentista y el debilitamiento de los órganos estatales, todo lo que de conjunto erosionó con fuerza la legitimidad de las bases del sistema. Se estaba en presencia sin dudas, del último intento desde dentro del sistema de salvar las bases y pilares en los cuales se erigió durante casi treinta años, denotando cuanto este había sido capaz de devorarse como propuesta seria de construcción social. Sin embargo, el fracaso de dicho intento, marcado por el ascenso al poder de la alternativa presentada por Hugo Chávez, al pueblo, permitió que este accediera verdaderamente a un ejercicio de su poder soberano, convocando una Asamblea Nacional Constituyente, que por primera vez descansó en la legitimidad de la soberanía popular.
Con la aprobación y promulgación del nuevo texto constitucional, en diciembre de 1999, comenzaron a sentarse en Venezuela las bases de una democracia participativa y protagónica una democracia no excluyente ¨ sino ¨ incluyente¨, que permite el acceso al pueblo a la adopción de las decisiones políticas de la sociedad. El establecimiento de nuevos instrumentos que viabilizan al efecto tal posibilidad, y permiten al pueblo participar en la formación, ejecución y control de la gestión pública, como vía que garantiza el completo desarrollo individual y colectivo. Esto significa, sin dudas, el aporte más trascendental dentro del sistema político venezolano actual, dado por el nuevo texto constitucional.
El nuevo sistema político se erige, además, en los pilares del nacionalismo como expresión de la defensa de la soberanía frente a la globalización y la implementación de políticas neoliberales en nuestro continente-, en el rescate del ideario y el pensamiento de Simón Bolívar, de Ezequiel Zamora y de Simón Rodríguez y en la constante búsqueda de una sociedad humanista , bolivariana, revolucionaria, en la cual el hombre es el eje central de transformación y desarrollo, con un sistema de gobierno que promueva los valores de igualdad, justicia, libertad, fraternidad, solidaridad y la garantía de los Derechos Humanos.
En esta nueva concepción se le reconoce al Estado un prioritario papel en el enfrentamiento de los males que aquejan a la sociedad venezolana mediante políticas públicas equitativas y con una inversión social adecuada. Este sistema político, económico y social coloca al hombre como centro de atención y de su razón de ser, posibilitando la satisfacción de las necesidades vitales para el pueblo, en correspondencia con sus capacidades y esfuerzos, y permitiéndole condiciones de vida dignas.
La política social del Estado debe tener como objetivo, entonces, la inclusión real y efectiva de toda la población, lo que significa que se deben diseñar políticas públicas encaminadas a potenciar el acceso a los bienes primarios y básicos como la salud, la educación, el trabajo y la seguridad social, entre otros.
Debe ser, como el aparato público, un ente rector, promotor y estimulador de relaciones de cooperación entre los diferentes factores sociales y económicos, en defensa de la gran mayoría, para impedir que estos sean tragados por las minorías.
Se plantea de este modo, un proyecto de país, marcado por importantes retos y compromisos con las esperanzas absolutas y fundadas en que el proceso revolucionario devolverá a la nación una próspera abundancia y bienestar individual y colectivo, dirigido a consolidar una verdadera igualdad, una razonable eficiencia de las instituciones públicas, la transparencia democrática de los poderes y las organizaciones políticas y sociales, así como la responsabilidad del Estado en la integración social y económica.
Organización
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