Etica Medica
Enviado por jpandres • 24 de Septiembre de 2012 • 11.881 Palabras (48 Páginas) • 677 Visitas
TEMAS DE ÉTICA MÉDICA
Capítulo V
LA ETICA EN LA FORMACION DEL PERSONAL DE SALUD*
* Conferencia dictada durante el seminario "Marco conceptual para la formación del profesional de la salud", organizado por la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1992.
Preámbulo
Iniciaré y continuaré mi exposición imitando a Baruch de Espinosa, el filósofo de la Etica demostrada según el orden geométrico: definiendo los términos centrales del asunto que debo desarrollar. Utilizar esta forma dialéctica no apareja, por supuesto, la pretensión de construir los conceptos sobre proposiciones axiomáticas, como lo hizo el controvertido pensador holandés. Sólo me mueve a ello querer introducirme en el tema y transitarlo sin temor a ser mal interpretado, sustentando mis ideas en conceptos predefinidos.
Etica y Moral
No es fácil definir lo que en realidad es la "ética"; demostración de ello es la multitud de definiciones existentes. Para mi exposición voy a utilizar una elemental, que, no obstante, considero bien fundamentada. Vale señalar que la conceptuación que de la ética me he formado es producto de una posición ecléctica, es decir, que ha sido amasada con lo mejor que a mi juicio han aportado algunos pensadores alinderados en distintos campos. De esa manera hago uso del derecho de autonomía, de tanto significado hoy en el pensamiento ético.
La ética, entendida con carácter general, es una disciplina que se ocupa de la "moral", de algo que compete a los actos humanos exclusivamente, y que los califica como buenos o malos, a condición de que ellos sean libres, voluntarios, conscientes. Lo anterior equivale a decir que la ética es el conocimiento organizado de la moral. Para Kant, la ética atañe a la bondad de las acciones; aún más, sólo se interesa por las intenciones1. La moral, a su vez, se relaciona con lo que uno debe o no debe hacer; en otras palabras, con el deber. Igualmente, se identifica con la costumbre, que es la que, al fin de cuentas, determina cuáles actos son buenos y cuáles son malos. Dado que la costumbre es cambiante, la molar tiende a ser variable, ambigua. Por eso la ética -como dice el filósofo italiano Viano- intenta aportar a moral los caracteres de precisión, fijeza y constancia2.
Pero, ¿quién dicta las leyes de moral? ¿quién determina lo que es bueno o malo? Se ha aceptado que la moral puede ser objetiva y subjetiva. La primera la fijan las costumbres a través de normas que dicta la sociedad. Los eticistas norteamericanos T. L. Beauchamps y L. B. y Mc Cullogh3 dicen que la palabra "moral" designa una institución social, compuesta por un conjunto de reglas que generalmente son admitidas por sus miembros. Un ejemplo: en una colonia de nudistas, andar desnudo no es inmoral, pues ese grupo social lo considera una costumbre lícita.
Hay instituciones, como el Estado y la Iglesia, que se encarga de dictar normas o leyes de moral. Estas se constituyen en espíritu objetivo de lo moral, o lo que Erich Fromm llama la "conciencia autoritaria"4. Se trata de un conjunto de principios u obligaciones -el "código moral" de la comunidad- que hay que cumplir con carácter prima facie, vale decir, como imperativo categórico5. En el caso de la Iglesia, que mencioné a manera de ejemplo, el cumplimiento de las normas que ella dicta sólo compromete a quienes se consideran seguidores o adeptos suyos. En cambio, las leyes de un Estado comprometen a todos sus asociados.
Moral subjetiva
La moral subjetiva, por su parte, es el cumplimiento del deber por acto voluntario, racional, en el que interviene la conciencia.
Por eso los moralistas llaman a la conciencia "la norma subjetiva de moralidad". La conciencia, afirma A. C. Varga, no es ningún ente misterioso; es sencillamente nuestro mismo entendimiento en cuanto se ocupa de juzgar la rectitud o malicia de una acción6.
Aceptando que la moral subjetiva es algo abstracto, para concretarse se debe integrar con la moral objetiva. Asimismo, ésta sola no es suficiente; debe integrarse con aquéllas.
Un último concepto importante: la ética -así lo señaló Kant- no es una ciencia que deba contener dentro de sí ni acciones concretas ni ley coactiva alguna. Como filosofía práctica que es, atañe a la bondad intrínseca de las acciones7. No obstante que las leyes jurídicas, o moral objetiva, tienen intención moral, sólo la moral subjetiva, la conciencia, es la que en definitiva les va a dar sentido virtuoso, bondad ética, a las acciones. El mismo Kant decía que quien ejecuta leyes coactivas por ello no es virtuoso8.
Los actos humanos
Como mencioné antes, la moral compete a actos exclusivamente humanos. Pues bien, aquellas acciones libres que el hombre es dueño de hacer de uno u otro modo, constituyen los actos humanos. Vale la pena anotar que, a la luz de la ética, no todas las acciones de los hombres son verdaderos actos humanos. Muchos comportamientos no son libres o son producto de fuerzas no sometidas al dominio de la voluntad. Los actos de los niños, de los dementes, de los ancianos con deterioro mental, por no ser producto de un juicio moral, son actos irresponsables y por lo tanto carentes de componente ético. Un ejemplo: que un demente salga desnudo a la calle es un acto inmoral, pero no puede ser sancionado moralmente por venir de un ser humano irreflexivo.
El estudio científico de los actos humanos, en cuanto buenos o malos, constituye la ética teórica o filosófica. Pero, al decir de Aristóteles, "el proceso ético no tiene como finalidad saber qué es la virtud -lo cual no tendría ninguna utilidad- sino llegar a ser virtuoso"~. La finalidad de esa ética teórica es, precisamente, servir de guía para alcanzar los dominios del bien. Todo sistema ético -comentaba Abel Naranjo Villegas en sus Disertaciones sobre ética - "es un barco que lleva a los pasajeros hasta los muelles de arribo pero no hasta la puerta de la casa. Presentado además el esquema de la ciudad y llevado hasta ésta, cada pasajero tendrá su modo de llegar a su destino". De tal símil utilizado por el profesor Naranjo Villegas puede colegirse que moral objetiva, de la que hablé antes, hará las veces de barco de mapa o guía de la ciudad. Con estas ayudas se supone que el pasajero podrá llegar a su casa- que será el final bueno, feliz siempre y cuando tenga libertad para hacerlo y reflexione correctamente. Su conciencia será, en últimas, la encargada.
De conducirlo hasta el interior de su hogar, o, por el contrario, la de extraviarlo. No olvidemos que el cerebro es el transmisor de conciencia. Con sabia intuición, así lo creían los médicos hipocráticos11.
Expuesto lo anterior, queda claro que el hombre o la mujer vale decir, el
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