Evaluar para aprender

[pic 1]

[pic 2]

Introducción

Todos hablan de evaluación, pero cada uno conceptualiza e interpreta este término con significados distintos: bien lo hacen con intenciones diversas, o lo aplican con muy poca variedad de instrumentos, siguiendo principios y normas diferentes. Sin duda que cada quien también actúa en nombre de una evaluación de calidad y defenderá que la suya es una buena evaluación. La relación entre ambos conceptos (calidad y evaluación) es estrecha y, en la práctica docente, difícilmente puede darse la una sin la otra.

Para poder aplicar una evaluación de calidad debemos conocer el concepto y a lo que esta se refiere, de igual manera cuestionarnos ¿Para qué evaluar? Y relacionarlo con lo que nos marca el plan de estudios 2011 en uno de sus principios pedagógicos, para favorecer el proceso de enseñanza-aprendizaje.

¿Qué es evaluar?

Evaluar es un proceso continuo y completo, cuyo propósito es determinar en qué medida se han alcanzado los objetivos previamente determinados, y  a raíz de esto se deben realizar el seguimientos, crear oportunidades de aprendizaje y hacer modificaciones en la práctica para que los alumnos logren los aprendizajes establecidos en el Plan y los programas de estudio.

“La evaluación de los aprendizajes es el proceso que permite obtener evidencias, elaborar juicios y brindar retroalimentación sobre los logros de aprendizaje de los alumnos a lo largo de su formación” (SEP, Plan y Programa de Estudios 2011, 2011, pág.31)

Los resultados sobre los aprendizajes logrados durante el proceso de evaluación buscan que los estudiantes, docentes, padres de familia, autoridades escolares y educativas, tomen decisiones que permitan mejorar el desempeño de los alumnos.

Sin embargo actualmente tanto como el docente y los alumnos le dan más importancia a la “calificación” o el número impuesto, que al analizar si realmente se lograron los aprendizajes establecidos; siendo que la finalidad es que los alumnos aprendan. La dinámica de las escuelas hace que la evaluación se convierta en una estrategia para que los alumnos aprueben y no para adquirir conocimientos.

Hemos confundido, en demasiadas ocasiones el acto de aprender con el de aprobar exámenes. Aprender no es aprobar exámenes. Puestos ante la dilema de elegir entre aprobar o aprender, la totalidad de los alumnos optaría por aprobar y después, si se puede, aprender.

Para que cumpla sus propósitos, se requiere comprender cómo desarrollar los logros y cómo enfrentar las dificultades. Por ello, el docente habrá de explicar a los estudiantes las formas en que pueden superar sus dificultades. En este sentido, una calificación sin propuestas de mejora resultan insuficientes e inapropiadas para mejorar su desempeño.

“No es lo mismo evaluar que examinar, ni evaluar que calificar. Evaluar con intención formativa no es igual a medir ni a calificar. Evaluar tampoco es clasificar ni es aplicar un examen  (Álvarez Méndez “Evaluar para conocer, examinar para excluir”, 2001, pág. 2).

Sabemos que la evaluación no solo mide los resultados, sino que establece lo que se enseña y cómo se enseña, por lo tanto, determina qué aprendemos y cómo aprendemos, esto puede limitar o promover los aprendizajes efectivos y profundos. Como estudia un alumno depende de cómo enseña el profesor.

Es necesario modificar nuestra manera de evaluar: revisando cómo evaluamos, planteando los objetivos de la evaluación, fomentando una evaluación formativa y experimentando con nuevas maneras de evaluar.

¿Para qué evaluar?

El aprendizaje no es solo una cuestión transmitir información. No se trata de verter información en la cabeza de los alumnos. Aprender es un proceso activo. Construimos nuestro entendimiento del mundo mediante la exploración activa, la experimentación, la discusión y la reflexión. A través de aprendizajes significativos que nos aporten más de lo que deseamos saber.

Aprender es ser capaces de trabajar colaborativamente, compartir y comunicar. Aprender es aprender a evaluar.

Cada vez que evaluamos existe la incógnita de cuál es la finalidad de esa evaluación y si es adecuada para esa finalidad.

El objetivo de la evaluación debe ser potenciar la capacidad creadora y de innovación, la creatividad y la imaginación de los alumnos a través de la reflexión sobre sus propios procesos de aprendizaje. Desarrollar su autonomía e independencia. Su capacidad de análisis, organización, y toma de decisiones. Sus habilidades para trabajar tanto individualmente como de manera colaborativa dentro de un equipo.

...