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GRACIAS


Enviado por   •  5 de Julio de 2013  •  1.621 Palabras (7 Páginas)  •  260 Visitas

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Gracias…

En una grata y apacible noche, al calor de una hoguera crepitante y acogedora, un grupo de amigos se encontraban reunidos.

Al pasar de las horas y ante la algarabía del grupo, en un escaso momento de silencio se escuchó una voz tranquila y llena de sabiduría que se hizo presente diciéndoles …”amigos míos, antes que nada quiero manifestarles que estoy gratamente contento de estar con ustedes, me felicito por tener la oportunidad de alimentarme de sus invaluables presencias”, antes de retirarme me permito hacerles una humilde petición, …demos gracias por las riquezas que hemos recibido de quien verdaderamente nos ama … y compartámoslas para que una vez retroalimentados sigamos adelante con nuestras vidas”.

Si no les molesta me daría mucho gusto me permitieran iniciar, dicho esto, y ante el respetuoso silencio de aceptación de los demás empezó a hablar diciendo:

¡GRACIAS Señor! por haberme hecho Ciego. Porque de esta manera he podido mirar la pobreza de los seres humanos que niegan la grandeza de tu presencia y de tu obra no obstante la infinidad de evidencias que tienen ante sus ojos. La ceguera provocada por su soberbia y la dureza de su incredulidad les impiden maravillarse, regocijarse y apropiarse de tan magníficos regalos, ¡Gracias, de corazón gracias! por haberme hecho ciego de mis ojos, pero nunca de mi entender, de mi sentir ni de mi capacidad de amar.

Avanzado un pequeño momento de silencio, se escuchó otra voz, que de manera tranquila y pausada empezó a hablar con sus manos y gestos faciales, la cual empezó diciendo:

¡GRACIAS Señor! por haberme hecho Sordo y Mudo. Porque de esta manera he podido escuchar tu bella voz y entender tu sabio mensaje, ésta nuestra permanente comunicación me ha dado la oportunidad de aprender que nada nos debe impedir el derecho de oír nuestros pensamientos para de inmediato convertirlos en acciones, con el paso de los años he aprendido que no ocupo la oralidad para comunicarme con los demás, porque primero he aprendido a platicar conmigo mismo, sé que no tengo limitante alguno salvo los que yo mismo me imponga, millones oyen sin escuchar y millones hablan sin entenderse. Gracias por este silencio que me ha dado la pauta de gritar con todo mi corazón que soy tan grande como el que más parlante, contigo he aprendido que los sentimientos tienen un idioma diferente a las palabras habladas y escuchadas, y yo soy uno de esos pocos afortunados que realmente saben utilizarlo correctamente.

Al dejar quietas sus manos y brazos esta callada pero tan bella y conocedora voz silente, dio paso a que de inmediato un brazo tembloroso y con articulaciones rígidas pide la oportunidad de hacer uso de la voz; concedido su turno por tan atento auditorio, con harta dificultad comienza diciendo:

¡GRACIAS Señor! por haberme hecho Paralítico Cerebral. Porque de esta manera he aprendido a apreciar la belleza de cada gran triunfo al realizar, para otros, sencillas acciones que me permiten caminar, comer, hablar, asearme, vestirme, estudiar entre otras cosas que hago por mí mismo. Porque me niego a aceptar la ayuda de los demás, de ninguna manera soy un impedido, acepto que tengo limitantes físicas, pero el resto de mi está hasta mejor que el de los demás, mi inteligencia está intacta, por eso me arremete con mayor fuerza la ignorancia de la gente que me ve y me trata con lástima.

Por eso sin palabras les grito en cada una de mis actividades que no soy un fenómeno que debe ser tratado diferente, soy una persona que tiene capacidades y algunas dificultades que de ninguna manera limitan mi andar ni mi accionar en la vida, si tú que eres todo poderoso me has hecho así, es porque tengo una encomienda que cumplir y te aseguro que cada día me levanto con la terquedad de no hacerte quedar mal, soy un instrumento de tu enseñanza y me da mucho gusto poder servirte.

Dicho lo anterior, ese bello cuerpo encorvado y tembloroso batalló por unos segundos en volver a ocupar su silla, tomar con sus rígidas manos un vaso con agua límpida y fresca como su alma y su espíritu, para después darle un sonoro sorbo que sonó a música celestial.

No bien terminaba de apagarse el eco de dicho sonido cuando un bello cuerpo rechoncho que sostenía una rubicunda cabeza, base de una cara que sonreía desde lo más profundo de su alma, se puso de pié, con palabras cortas y un tanto difícil de entender para el oído no entrenado, comenzó su intervención diciendo:

¡GRACIAS Señor! por haberme hecho un ser con Síndrome de Down. Porque afortunado

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