LA EDUCACIÓN COMO FENÓMENO SOCIAL
Enviado por felipelpez • 9 de Marzo de 2013 • 2.087 Palabras (9 Páginas) • 5.969 Visitas
La educacion como fenomeno social complejo de naturaleza dialectica
La educación tiene la misión de mediar entre el niño y el mundo, siendo el educador el constructor y responsable de esta integración. Es por ello que se considera a la educación como un fenómeno social, ya que es una función común del estado social, ya que cada sociedad busca realizar en sus miembros, por medio de la educación, un ideal que le es propio.
El hombre es un ser social por naturaleza, es decir se hace o se rehace en la medida que es reeducado. La educación lo que propone es la construcción de un hombre nuevo, distinto de cómo lo ha engendrado la naturaleza, busca crear un ser social; pues es la sociedad la que nos enseña a dominarnos, a constreñirnos, es también, siguiendo sus necesidades, la que decide la cantidad y naturaleza de los conocimientos que debe recibir el niño y es la que conserva la conciencia adquirida por las generaciones anteriores y también la que la transmite a las nuevas generaciones.
La educación es, además, la herramienta privilegiada de reproducción social, es decir, del mantenimiento del orden social según la más antigua tradición cultural. Lla educación emerge como un fenómeno social no sólo por sus fines (integrar al niño al mundo-sociedad), sino también porque aporta con su ejercicio a la conformación de la realidad social y cultural de los distintos grupos humanos.
Los seres humanos nacen «humanos», pero además deben llegar a serlo, y la posibilidad de lograrlo sólo se realiza efectivamente por medio de los demás, es decir, de aquellos a los que el niño hará lo posible por parecerse. Esto, porque la cultura es lo que el hombre añade al hombre, siendo la educación el acuñamiento de lo humano. Se puede entender la complejidad del proceso de aprendizaje en las materias que se enseñan, pero sólo son contenidos e información, y se desarrollan habilidades y competencias; sin embargo, también se aprende una manera de vivir, de ver al mundo. Pero no es sólo eso: también es el aprendizaje de una serie de signos y significaciones, un aprendizaje de relaciones simbólicas, de un lenguaje particular, de un discurso específico que nos otorga una perspectiva para entender lo que sabemos y lo que somos capaces de hacer, tanto a nivel de producto tecnológico como a nivel de relaciones entre personas Es por eso que nuestro aprendizaje como humanos sólo es posible cuando estamos en contacto con otros seres humanos porque lo anterior sólo es posible aprenderlo de otros que lo hayan aprendido igual que nosotros: de la cultura, que es obra eminentemente humana.
La educación no sólo se ocupa de reproducir y transmitir la forma de relacionar los distintos actores sociales, sino que es también el lugar en donde se encuentran y se generan distintas formas de reacción y oposición. Este fenómeno se basa, primero en las condiciones de orden social, el desarrollo de las fuerzas productivas necesitan a las organizaciones escolares como condiciones de producción al mismo tiempo que producen y que esta reproducción no es automática, sino compleja y puede acoger distintas formas de resistencia, llamada contradicción: es decir, la posibilidad de que en la organización escolar, los trabajadores creen ciertas condiciones autónomas para ejercer el control de su trabajo, que se configura en una especie de contraorganización con relaciones informales que desafían a la norma, ya que se valen de ingenio y creatividad cultural para tomar distancia de la determinación.
Exclusión e integración son dos potencialidades presentes en el quehacer pedagógico, productos ambos del proceso de aprendizaje en los que toda persona se embarca al ser parte de un grupo social. Esta tarea toma mayor vigencia cuando asumimos que lo que queremos de la educación es justamente que sea una herramienta de integración social, es decir que pueda desarrollar la capacidad de la persona humana de ser parte, de manera autónoma, activa y solidaria, de los procesos sociales en los que le corresponde desenvolverse. La idea fundamental es que seamos capaces de formar personas -ciudadanos solidarios, conscientes y críticos, que seamos capaces de emprender algo nuevo, es decir, de renovar al mundo a través de actos profundamente conscientes y responsables.
Pero para ello se requiere un compromiso, una toma de posición por parte del individuo respecto a las alternativas que los distintos acercamientos discursivos le proponen, pues no es posible mantenerse al margen de tales cuestionamientos en especial si el individuo al que nos referimos es un profesor, es decir, el encargado de que un grupo de alumnos aprendan. La labor del docente implica una toma de posición en la medida en que se erige como el cedazo a través del cual le llegan a los alumnos las concepciones e ideologías de la cultura, por lo tanto es este maestro quien, bajo el influjo de un determinado discurso cultural y político, decide lo que los alumnos necesitan para formar parte de la estructura social en su rol particular.
El profesor se va a encargar de que sus alumnos reciban el capital cultural en la medida que les corresponda, de manera de que se cumpla en ellos la función que les asiste en el entramado social; pues bien, para que ello sea posible, este profesor debe haber definido para sí -y para sus alumnos- su particular posición frente a la circunstancia histórico-cultural que enfrenta, debe adherir a algún sentido para su propia labor como educador.
Pero esta conciencia del educador respecto de su compromiso social ha pasado a ser, además de una pieza de museo, un componente del cual se reniega. Las reformas educacionales han traído consigo cambios de paradigmas a nivel social. No porque hasta ahora hayan significado una revolución en términos educacionales, sino porque llevan aparejadas concepciones de persona, de sociedad y de mundo distintas de las que nutrieron a la actividad educativa hasta antes de su aparición.
El compromiso social de la educación y del educador, ante el panorama al que se enfrenta, debe revalidarse, reconceptualizarse, pues
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